El constitucionalista Manuel José García-Mansilla, propuesto hoy por el presidente Javier Milei para ocupar a partir de diciembre próximo la vacante que dejará Juan Carlos Maqueda en la Corte Suprema, es el actual decano de la Universidad Austral, de la que también provino el vicepresidente del máximo tribunal, Carlos Rosenkrantz.
De hecho, cuando García Mansilla recibió el doctorado en esa casa de algos estudios, Rosenkrantz fue uno de los jurados que lo evaluó.
Portador de un apellido de prosapia histórica, el “García” de su apellido fue José, ministro durante la presidencia de Bernardino Rivadavia; el “Mansilla” proviene de Lucio N. Mansilla, héroe de a Batalla de Vuelta de Obligado en 1845.
En su currículum figura también que es “especialista en Derecho Constitucional, Oil & Gas y Derecho Empresario” y se desparraman post grados, masters y trabajos sobre la Constitución Nacional, la exploración y producción de hidrocarburos, “Litigio estratégico ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos” y el “asesoramiento y participación en licitación de áreas provinciales de hidrocarburos” y “de empresas locales e internacionales en cuestiones relacionadas con el derecho público, derecho de la energía y el derecho comercial”.
En 2015, avaló desde el punto de vista constitucional la designación por decreto de los jueces Horacio Rosatti y Rosenkrantz como ministros de la Corte Suprema.
En el pasado reciente, se convirtió desde sus columnas de opinión y análisis en medios de comunicación y portales en un crítico del proceso de juicio político contra los jueces de la Corte Suprema que intentó el kirchnerismo en diputados el año pasado.
Los jueces del alto tribunal “vienen sufriendo los reiterados intentos del actual oficialismo de cooptar el Poder Judicial, con el riesgo de arrastrarnos a padecer un régimen de hecho y no uno de derecho”, consideró.
“Sobran razones para esa actitud en defensa de nuestras instituciones. Por un lado, por lo cuestionable que fueron tanto el procedimiento en sí en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados (plagado de anomalías), como por lo endeble de las acusaciones intentadas contra los jueces (en particular las que se refieren a las sentencias del tribunal cuyo contenido molestaban al gobierno)”, escribió en uno de esos artículos.
García Mansilla se proclama ferviente defensor de la independencia de los poderes de la Constitución.
“La independencia del Poder Judicial es uno de los pilares centrales que sostiene todo nuestro edificio constitucional. Al igual que ocurre con los demás principios fundamentales de nuestro sistema constitucional, hemos adoptado esa especial concepción del Poder Judicial por la notable influencia que la Constitución de los Estados Unidos tuvo en nuestros constituyentes” sostiene.
Justamente su tesis doctoral se basó sobre la independencia de los jueces y la condición de último intérprete de la letra de la ley.
El trabajo se tituló “El origen del control judicial de constitucionalidad en Estados Unidos y el mito de Marbury v.
Madison”, un caso de principios del 1800 en que la Corte estadounidense estuvo llamada a dirimir un conflicto político montado en un cambio de signo político en el gobierno.