jueves 21 de noviembre de 2024
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Milken, de la ceca a la Meca

La reunión de los financistas del mundo tuvo lugar esta semana y termina hoy. Los árabes coparon la parada y se vieron a Javier Milei, Elon Musk y Gianni Infantino entre otros oradores variopintos.

“De la ceca a la Meca” es una frase utilizada para decir “de un lado para el otro”, como señal de ajetreo. La ceca (casa que imprime dinero), la Meca la ciudad en la que nació el profeta Muhammad, señalan el péndulo entre el dinero (terrenal) y la fe (celestial). Esa combinación parece haberse dado en la conferencia organizada por Michael Milken, un auténtico “Lobo de Wall Street” que en 1990 fue declarado culpable de seis cargos relacionados con fraude y evasión de impuestos, siendo condenado a diez años de prisión, al pago de una multa de 900 millones de dólares e inhabilitado de por vida para ejercer en la industria de valores. Por supuesto que no negamos a Michael la posibilidad del arrepentimiento y la redención.

El editor de Axios, Dan Primack, pasó un día entre los maestros del universo en la Conferencia Global anual Milken de Santa Mónica en Los Ángeles, EE.UU. – donde una silla para presenciar los paneles cuesta 25.000 dólares – y se fue con un pensamiento primordial: casi todos estaban bastante satisfechos con el estado actual de las cosas.

Escuchó hablar del conflicto entre Israel y Hamas, Rusia y Ucrania, del cambio climático, de la deuda nacional, de la creciente toxicidad de la política partidaria estadounidense y hasta dedicó su primer panel a la lucha contra el antisemitismo; de allí, tal vez, la foto del presidente Milei abrazado a la bandera de Israel, confundiendo la religión con la política. Pero la mayor parte de lo dicho fue como un comentario superficial, casi como si lo hicieran más por cortesía que por lo que los afecta de veras.

Para el cronista, la positividad era palpable. No sólo porque casi todos allí son fabulosamente ricos, sino porque sinceramente esperan volverse aún más ricos en el futuro próximo.

En ese ambiente de opulencia presente y futura, desentonó la jefa del FMI Kristalina Georgieva eclipsada por la infaltable presencia de Elon Musk que estaba en la zona porque había asistido a una cena en la casa que tiene en Hollywood el empresario David Sacks, denominada fiesta “anti-Biden” por Puck News a la que también asistió nada menos que el presidente del Instituto Milken, Michael Milken, y asociados de Donald Trump, como el exsecretario del Tesoro Steve Munchin y Peter Thiel.

Otra presencia notoria y nutrida, en el convite Milken, fue la de funcionarios de Arabia Saudita, cada vez más visibles en reuniones globales, desde las conversaciones sobre el clima de la COP hasta el Foro Económico Mundial en Davos. Como otrora los magnates rusos, los saudíes campean por allí, pocos años después de que las autoridades estadounidenses concluyeron que el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, ordenó el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Estambul en 2018. Pero a pesar de comprometerse a convertir a Arabia Saudita en un “paria” global por el asesinato, en la última campaña, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, saludó al príncipe con un “puñito” durante su visita, en 2022.

La semana pasada BlackRock anunció un megacuerdo con Arabia Saudita -gracias en parte a una inversión de 5.000 millones de dólares del fondo soberano del reino– por lo que los árabes estuvieron a sus anchas en la conferencia Milken, a la que asistió Amit Midha, director ejecutivo de Alat, el fondo de inversión de 100 mil millones de dólares de Arabia Saudita.

Y si de árabes se trata, Giani Infantino el calvo presidente de la FIFA, muy abrazado en los palcos VIP del mundial de Qatar por hombres de túnica, también fue invitado a la conferencia en la que habló sobre el fútbol como mega negocio y de la FIFA como un actor económico de peso. Milei se reunión cinco minutos con él, apenas para una foto, porque la línea principal de negocios une a Infantino con Mauricio Macri, por ahora, no con el libertario.

Tal vez por esa presencia árabe, el discurso anacrónico del presidente Milei comparó a la Argentina con la Meca, mezclando, como lo hace habitualmente, el componente religioso en asuntos de estado. De la ceca, nada.

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