I. Da la impresión de que el Pro está sometido a opciones muy difíciles. Si se acerca demasiado a La Libertad Avanza corre el riesgo de quedarse sin dirigentes; si se aleja demasiado, corre el riesgo de quedarse sin votos. Hay diferencias entre el Pro y La Libertad Avanza, pero son muy sutiles, a veces invisibles. Es verdad que los modales de Mauricio son más civilizados que los de Javier, pero no sé si al electorado esos modales del anarcolibertario le fastidian mucho. Mi sensación es que los acontecimientos azarosos de la política lo colocaron a Macri en una encerrona donde la única libertad que dispone es la de contradecirse. Él inició el cortejo a favor de Milei cuando Patricia Bullrich era su candidata; él convocó a la llamada reunión de Acassuso, es decir, recibió en su casa a Javier y a Patricia, para decidir que los votos de Juntos por el Cambio van a Milei. Conclusión: Milei presidente; Patricia ministra y Macri haciendo señas.
II. Macri no ahorra elogios al presidente, pero le reprocha la falta de “equipos” y funcionarios. Es verdad que el Pro instaló con más fuerza que nadie la noción de “equipos” para gestionar la política, pero como muy bien se encargó de recordarle Francos: “Su gobierno también tuvo funcionarios que no funcionaron”. Recórcholis y recontrarecórcholis. Macri sugiere acuerdos políticos. Podemos llamarlo frente o coalición. El nombre es lo que menos importa, porque si algo dejó claro Milei es que el presidente es él y su partido se llama La Libertad Avanza. Traducido a buen criollo: Mauricio, no. Apoyanos, prestanos algún funcionario, pero el partido de gobierno es el que yo fundé. En realidad, Milei no hace nada diferente a lo que hizo Macri cuando fue presidente y los radicales y el Ari le reclamaban un gobierno de coalición, reclamo que él siempre respondía como hoy responde MiIei: el poder es mío y no lo comparto con nadie.
III. Un tema un tanto más delicado es la mención de Macri a un denominado “entorno” que estaría influenciando de mala manera al presidente. No hace falta ser un lince para deducir que los titulares de ese “entorno” son en principio Santiago Caputo y Karina Milei. ¿Entorno? ¿Se acuerdan? Fue la palabreja que emplearon los Montoneros para disculparlo a Perón. El Viejo era bueno, un pan de Dios y además, como es bien sabido, un convencido socialista revolucionario, pero el entorno lo aislaba del pueblo y de sus naturales representantes: los Montos. El entorno. No sé si Macri conoce esta anécdota. Sospecho que no, pero los que la conocemos estamos autorizados a decir que la palabrita “entorno” no nos provoca recuerdos felices. Si Caputo y Karina tienen poder es porque Milei lo permite. Y, por su parte, ellos jamás tomarán una decisión en la que Milei no esté de acuerdo. ¿Será Karina la López Rega de Milei? Vaya uno a saberlo. ¿Será Caputo el Nosiglia de Milei? Vaya uno a saberlo
IV. La diferencia interesante a registrar es que Macri dijo no al juez Ariel Lijo. Este rechazo provocará sus propias consecuencias. ¿Qué van a hacer los radicales y los peronistas? Por lo pronto, una mayoría de radicales están en contra de la designación de este juez para la Corte, pero Lousteau sigue siendo una incógnita. Curioso. El presidente de la UCR hasta la fecha no ha dicho ni sí, ni no, lo cual a esta altura del partido ya es preocupante. Sobre todo para la imagen y las pretensiones de un dirigente como Lousteau que para más de un radical sigue siendo un OVNI, cuando no, el ministro de Cristina en tiempos de la 125. Veremos cómo avanzan los acontecimientos. Sería una lástima que Lousteau concluya enredado en su propia historia y emboscado por sus propios fantasmas. Sería una lástima, pero si él no hace nada por salir de las encerronas en que pretenden colocarlo sus empecinados rivales, este final está cantado.
V. Los kirchneristas, empezando por su jefa, también son una incógnita, porque según su retórica Lijo sería uno de los jueces del lawfare, pero al mismo tiempo podría muy bien ser el juez que haga lo que mejor sabe hacer: mandar a dormir el sueño eterno a los expedientes contra Cristina y la cleptocracia que dirigieron ella y su marido. Lo más probable es que todo se arregle a través de una maniobra ya conocida y practicada: ampliar el número de la Corte, meter una o dos mujeres y, en medio de la polvareda, que Lijo entre colado. Dicen los que saben que el hombre está apadrinado por Lorenzetti; y las mismas usinas aseguran que Rosatti lo detesta. Comentario a pie de página: dos santafesinos en la Corte, los dos de la misma región, egresados de la misma facultad y partidarios de la misma causa política, pero divididos. Un clásico en los pagos de la política local.
VI. Vamos a Venezuela. Que nadie se haga ilusiones: Maduro no va a entregar el poder. Se aferrará a él con uñas y dientes porque sabe, además, que los militares, cuyos jefes están sucios hasta las pestañas, lo apoyan. Por otra parte, a no olvidar que Maduro se piensa como un revolucionario, no como un demócrata. Esto quiere decir que las elecciones le importan un pito, porque para un verdadero revolucionario la única legitimidad la otorgan los fierros. Jugamos a la democracia si nos conviene, pero si no es así, imponemos la dictadura…y a llorar a la iglesia Lo demás, son arrumacos de liberales afeminados y cajetillas pequeños burgueses. Cualquier duda, consulten con Fidel Castro, con Daniel Ortega o con José Stalin. Aprendan de una vez: el poder se conquista por la fuerza y se mantiene con la fuerza. Es verdad que la mayoría de las naciones reconocen que el ganador de las elecciones es González Urrutia. Una verdad tan consistente y efectiva como cuando la mayoría de las naciones aseguraban que la verdadera autoridad política de Venezuela era Juan Guaidó. A Maduro estas oscilaciones de la diplomacia no le mueven un pelo. Mientras los milicos le respondan, todo lo demás son fuegos artificiales. Por supuesto, siempre puede haber un imponderable. Estos jefes revolucionarios son maestros consumados en el arte de la traición y la puñalada por la espalda. Puede pasar que alguien crea que dispone de más poder que el que tiene; o que otro suponga que le corresponde a él quedarse con la porción grande de la torta. Y en este juego de malentendidos, que todo se pudra. Todo es posible. También es posible que el régimen se caiga a pedazos. Mucha miseria, mucha corrupción. Nada diferente a Cuba, pero para nuestra desgracia, Cuba nos ha probado que un poder despótico bien instalado puede sobrevivir a pesar de la pobreza crónica. Como podrán apreciar, no soy optimista acerca del futuro de Venezuela. Como se dice en estos casos: ojalá me equivoque.
Publicado en El Litoral.