Las elecciones parlamentarias de la UE han causado más revuelo en cada país que en el conjunto. Eso señala la virtuosidad del esfuerzo institucional más importante del Viejo Continente para sostener la paz y la cooperación, aun en tiempos de turbulencia extrema.
A días de conmemorarse el Día D, epopeya que habla más de la belicosidad de un continente en guerra permanente hasta 1945, que, de actos de liberación, los ciudadanos europeos acudieron a las urnas para renovar el Parlamento de la Unión Europea. Muchas preguntas surgen a los analistas, una interesante es: ¿Si existe una crisis de representación en el nivel nacional, cuanto mayor es en la representación supranacional? Los europeos sienten lejanía de sus diputados y extrañeza de los eurodiputados. En ese contexto, las elecciones hablan más de lo que ocurre en cada país que en el máximo organismo de representación de la UE.
Los resultados preliminares de las elecciones, culminadas el domingo pasado, indican que cristianodemócratas, socialdemócratas y liberales seguirán teniendo una amplia mayoría. Pese a que la ruidosa extrema derecha ha festejado en algunos países – Francia y Alemania, principalmente – 401 de las 720 bancas del Parlamento Europeo pertenecen a ese sector que sostiene con firmeza la integración europea. Si lo comparamos con la última elección sólo perdió 16 bancas, sobre todo debido a la fuga de votos liberales. Pero los cristianodemócratas -con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von de Leyen, a la cabeza- aumentaron su caudal y obtuvieron 9 bancas más.
Los liberales y los verdes se han debilitado, y los nacionalistas de derecha y la extrema derecha se han fortalecido, pero la correlación de fuerzas en el Parlamento Europeo no ha cambiado mucho. Las dos coaliciones derechistas, ECR e ID, lograron en conjunto un 18,2 por ciento, lo que equivale a un aumento de solo un 1,5 por ciento.
Sin un cambio sustancial, ni mucho menos un “giro a la ultra derecha” en esa institución, veamos el panorama en algunos países clave.
En Alemania los cristianodemócratas ganaron las elecciones, igual que en 2019, y enviarán 29 parlamentarios a Estrasburgo. En tanto que la extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD), ganó 15 escaños, lo que es un avance respecto de la última elección, situándola por delante de la coalición gobernante compuesta por socialdemócratas, verdes y liberales. Los verdes fueron los más perdidosos, perdiendo 9 de las 22 bancas que tenían.
El cambio de gobierno en Polonia – hacia el liberalismo – tuvo un reflejo en las elecciones europeas. Los cristianodemócratas asumen el liderazgo y el PiS pierde escaños. Por lo tanto, en Polonia pierden representación los diputados de la derecha nacionalista.
En la Hungría de Viktor Orbán – el amigo de Javier Milei – su partido nacional-conservador Fidesz, perdió dos escaños. Sin embargo, con 10 parlamentarios, seguirá siendo la mayor delegación enviada por Hungría al Parlamento Europeo.
En Francia el impacto fue mayor, debido a la reacción “alla Pedro Sánchez” de Emanuel Macron. Ante los primeros resultados adversos decidió disolver la Asamblea Nacional y llamar a elecciones anticipadas, jugada que a su par español le dio buenos resultados. Ahora bien, en Francia cabe esta otra pregunta: ¿Es hoy el Frente Nacional de Marine Le Pen una fuerza de ultra derecha? Podríamos argumentar que no, que hoy es homologable al PP español: un partido de derecha que lleva décadas de consolidación transitando “la vereda del centro” para crecer y aspirar al poder.
La hija de Le Pen se perfila como candidata a la presidencia – otra vez – y colocó 30 de sus parlamentarios a la Eurocámara, en tanto que Macron solo 13. En cualquier caso, es un duro golpe para el adalid del europeísmo que hace tres días fue anfitrión de Joe Biden en la playa de Normandía, rebautizada en aquel día D como “Omaha Beach.”
En Italia, la derecha nacionalista de “Fratelli d’Italia”, que gobierna desde hace 18 meses con Giorgia Meloni, emergió de las elecciones europeas como la principal fuerza de ese país, con un 28 por ciento. Uno de los pocos países en donde ganó el oficialismo. Al tiempo que las huestes de Meloni crecerán de 10 a 24 parlamentarios en la UE, la Liga, el partido de extrema derecha de Mateo Salvini, perderá 14 de los 22 diputados que tenía. En consecuencia, la cantidad de escaños de la extrema derecha italiana en la Eurocámara quedará más o menos igual, aunque cambiarán de mano hacia una derecha más moderada encarnada por la enérgica Meloni que acaba de invitar a Javier Milei a la cumbre del G7 dado que es la anfitriona.
El triunfo de Meloni pone en peligro la alianza gobernante puesto que los diputados se los arrebató a su socio Salvini.
España es el cuarto país con mayor representación, por detrás de Alemania (96), Francia (81) e Italia (76) y en tierras de Cervantes el Partido Popular fue el ganador de las elecciones europeas, aumentando de 13 a 22 escaños. El PSOE de Pedro Sánchez, logró mantenerse más o menos en su antiguo nivel, con 20 bancas, mientras la ultraderecha de VOX subió de cuatro a seis escaños, manteniendo una representación poco relevante.
Por su parte, Portugal y Luxemburgo engrosarán la banca de derecha. Ambos países enviarán dos y un diputado de derecha conservadora al Parlamento Europeo, respectivamente. En tanto, en Austria, la extrema derecha del FPÖ se convirtió en la principal fuerza política, levemente por encima de los cristianodemócratas.
Los países nórdicos hicieron su aporte a la izquierda de un Parlamento Europeo que no presentará mayores cambios porque, además, la derecha extrema tendrá muchas dificultades para acordar lineamientos comunes debido a su heterogeneidad y diversidad de ideas. En lo único que coinciden es en el temor a la inmigración, poca cosa para estructurar una nueva dirección del bloque que mira con el rabo del ojo al Reino Unido, la oveja descarriada que muestra signos de arrepentimiento por haber abandonado el rebaño.