domingo 22 de diciembre de 2024
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El futuro de la oficina

Los cambios obligados en el mundo del trabajo por la pandemia de COVID 19 fuerzan a repensar las relaciones laborales ante el regreso a la “normalidad”. Tanto en la esfera del trabajo privado como el público estamos frente a un cambio de paradigma.

La primera estructura de trabajo que podríamos asimilar a una oficina fue creada el 31 de diciembre del año 1600 por la Compañía Británica de las Indias Orientales. En un salón estaban dispuestas hileras de empleados que llevaban la contabilidad y la administración de la gigantesca empresa, nave insignia del Imperio Británico en la India. “La oficina” no ha cambiado sustancialmente en casi 500 años, aunque las relaciones laborales se han replanteado ante las luchas de los trabajadores.

Hasta marzo de 2020, el mundo de las grandes corporaciones prefería el trabajo en equipos, en oficinas centrales y con supervisión. Y construía grandes complejos como los de Silicon Valley. El teletrabajo era sólo admitido como algo esporádico, porque a pesar del refinamiento planteado por Michel Foucault, el espíritu del panóptico de Jeremias Bentham seguía vigente.

La pandemia del covid-19 obligó a los gobiernos de todo el mundo a imponer cuarentenas estrictas, a partir de las cuales la mayoría de las oficinas quedaron desiertas. Para seguir funcionando, las empresas apelaron, de un día para el otro, al trabajo en los hogares. Todas las rutinas laborales cambiaron y se fusionaron con la vida privada dando lugar incluso a legislaciones para ordenar el nuevo paradigma. En un cambio de opinión repentino, empresas como Google le dieron a cada empleado, a nivel mundial, 1.000 dólares para instalar muebles de oficina en sus casas y les ofreció guías de vida para la nueva era (alimentación sana, yoga, etc.). Para junio de 2020, 3 de cada 4 trabajos de oficina en los EE.UU. se hacía en forma remota.

Hoy, a medida que aumentan las tasas de vacunación en los países centrales, el experimento del trabajo a domicilio se está revirtiendo pero al ritmo de nuevas discusiones entre empleados y empleadores acerca de cómo seguir, en definitiva, de cómo definir el trabajo en la oficina del futuro. Junto con esto, el achicamiento de la jornada laboral a cuatro días – experimentado con éxito en Islandia – sacude las estructuras del mundo del trabajo de cuello blanco.

Para algunas empresas – sobre todo financieras de Wall Street – es imperativo el regreso a la “normalidad” porque sus CEO’s consideran que el compromiso de los empleados disminuye con la fragmentación espacial. Los banqueros de Europa ya han tomado nota de esta actitud y ya están tentando a los trabajadores norteamericanos con nuevos contratos que respetarán el trabajo remoto. Este efecto de expansión mundial del talento es otra derivación del teletrabajo.

Para otras empresas, los costos de eliminar el uso de edificios son muy atractivos. Pero la mayoría está buscando una salida intermedia.

Los trabajadores informáticos siempre han podido estar más sueltos, con tasas de abandono y rotación laboral muy elevadas. En vista de esto, Facebook anunció en junio que todos sus empleados a tiempo completo podrían solicitar trabajo remoto permanente. Empresas como Spotify, Square – una empresa de tecnología financiera – y Twitter le han dicho a muchos de sus empleados que pueden trabajar de forma remota para siempre, si así lo desean.

Según The Econmist, Salesforce, un gigante del software empresarial que implementa un modelo de trabajo deslocalizado, descubrió que aunque casi la mitad de sus empleados optan por quedarse en casa la mayor parte del tiempo, cuatro de cada cinco quieren mantener una conexión física con la oficina corporativa. Esto seguramente desaparecerá cuando las nuevas generaciones –como la z– no tengan ninguna experiencia de la oficina tradicional.

El sector público, a menudo el mayor empleador de un país, se enfrenta a consideraciones similares. En los EE.UU., el gobierno federal predice que muchos funcionarios públicos querrán mantener horarios flexibles después de la pandemia. Irlanda, que quiere que el 20 por ciento de sus 300.000 servidores públicos trabajen de forma remota para fin de año, está ofreciendo apoyo financiero para alentarlos a trasladarse a los suburbios de las ciudades. Para ello creará más de 400 centros de trabajo remoto, lo que permitirá al personal trabajar más cerca de casa. Indonesia ha puesto en marcha un plan de “trabajo desde Bali” para que los funcionarios públicos ayuden a reactivar la industria turística de la isla tropical.

Todo esto sugiere que los modelos híbridos serán la realidad de la oficina en el futuro cercano.

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