Por Santiago José Sánchez
Barcelona, 9 nov (EFE).- Cuando faltaban ocho días para las elecciones generales del 23J, Carles Puigdemont afirmó de manera tajante que Pedro Sánchez no sería investido con los votos de Junts, un posicionamiento que ha modulado progresivamente: desde abrirse a la negociación hasta firmar hoy un pacto con el PSOE en Bruselas.
Este acuerdo implica implícitamente -aunque no hay un pronunciamiento explícito sobre ello- que Junts aparca por ahora la unilateralidad y centra sus esfuerzos en negociar con el PSOE para resolver el conflicto catalán, si bien sus dirigentes insisten en que no renunciarán a reactivar la vía unilateral si es necesario.
De hecho, el acuerdo firmado recoge que JxCat considera “legítimo el resultado y el mandato del referéndum del 1-O” y la declaración unilateral de independencia aprobada por el Parlament el 27 de octubre de 2017, mientras que el PSOE sí manifiesta su “rechazo a cualquier acción unilateral”: ambos partidos reconocen así por escrito las “profundas discrepancias” que aún les separan, con la novedad de que, a partir de ahora, se sentarán a hablar y negociar.
El categórico ‘no’ de Puigdemont a Sánchez en campaña
“Pedro Sánchez no será presidente con los votos de Junts. No puede serlo, por muchas razones, pero le diré una muy clara: Pedro Sánchez miente e incumple. Y como ya lo ha hecho varias veces, ¿exactamente qué incentivo tenemos nosotros para hacer presidente a un mentiroso y un incumplidor?”: eso dijo Puigdemont en una entrevista con el diario Ara publicada el 15 de julio, la semana anterior al 23J.
El giro pragmático de Puigdemont comenzó la misma noche electoral, al no cerrar la puerta abiertamente a la negociación con el PSOE, aunque dejó claro que Junts “sólo se debía a sus votantes”, a la par que recetaba “discreción” a sus dirigentes, que se autoimpusieron un silencio mediático que se ha mantenido hasta hoy.
Pero no fue hasta el 5 de septiembre que Puigdemont puso encima de la mesa las condiciones para negociar: una amnistía como paso previo a las conversaciones, reconocer la legitimidad del independentismo e incorporar la verificación para el cumplimiento de los acuerdos; el grueso de ellas están incorporadas en el pacto rubricado hoy.
Dos fotografías que allanaron el camino
A lo largo de los casi seis años que lleva huido en Bruselas, Puigdemont ha reprochado al PSOE la falta de reconocimiento hacia su figura como un interlocutor válido, y el primer gesto de “desagravio” vino de la mano de la vicepresidenta del Gobierno en funciones Yolanda Díaz, el 4 de septiembre, mientras que el secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, hizo lo propio el 30 de octubre, en un síntoma claro de que la negociación se estaba encarrilando.
Hoy, desde la misma sala en la que compareció por primera vez tras su huida a Bélgica en 2017, Puigdemont ha certificado el cambio de estrategia de su partido y todos los incentivos que tiene para hacer presidente a Pedro Sánchez. EFE