viernes 26 de julio de 2024
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Yevgeny Prigozhin del pancho al Kalashnikov

Luego de que su empresa de milicias mercenarias llamada Wagner se quejara por la “inoperancia” de los mandos militares rusos, el amigo de Vladimir Putin y “comandante” de esas tropas, Yevgeny Prigozhin, amenazó con marchar sobre Moscú para forzar a Putin una elección: su amistad o la del Ministro de Defensa, Sergei Shoigu.

En estos días está sindicado como el factótum para desplazar a Putin, abonando en Ucrania y sus aliados la teoría del golpe de estado al Kremlin e incentivando a que fluya más ayuda militar y económica hacia Volodomir Zelenski que no puede mostrar progresos en el campo de batalla y ninguno en el fuero diplomático, hacia la paz.

La nebulosa de la pólvora y demás fulminantes siempre se traslada a la información disponible en una contienda. De modo que todas las acciones de la guerra en Ucrania están veladas por la desinformación de ambos lados. Esta semana, mientras se sucede una contraofensiva ucraniana penosa sobre el Donbas estalló un episodio que involucra al Grupo Wagner.

Quien dirige a dicha empresa es Yevgeny Prigozhin (62), preso por robo a los 20 años bajo el sistema comunista y liberado nueve años después, en los albores del capitalismo ruso, allá por 1990.

El calvo comandante de los Wagner es conocido en Rusia como “el chef de Putin”. Esto se debe a que comenzó vendiendo panchos en las calles de San Petersburgo en la época en que Putin era vice alcalde de esa ciudad. Allí, pasó de su humilde carrito, a regentear su propio restaurante flotante: el New Island, que navegando por el río Neva comenzó a ofrecer banquetes para reuniones políticas en las que Putin era su principal agasajado.

En esos banquetes con políticos de todo el mundo, Prigozhin habría trabado relación con el entramado de negocios tejido por la floreciente oligarquía rusa, que además extendía sus empresas y ríos de capital por toda Europa. Desde esa plataforma, en 1996, creo la empresa de catering Concord y comenzó a recibir contratos para alimentar a los alumnos de las escuelas de San Petersburgo y Moscú y, luego, proveer sus servicios a gran parte del ejército ruso.

En 2014 incursionó en el negocio de las armas con la fundación del grupo de mercenarios Wagner al que se le otorgó un terreno en Molkino, en el sur de Rusia, como primera base de entrenamiento del grupo, que hará su primera aparición en la región ucraniana de Lugansk y luego se extendió a Siria, donde Rusia ejercía como aliado de Bashar al Asad en la guerra civil. Posteriormente se acercó a África, donde, según Estados Unidos y sus aliados, actuaba como brazo armado de las juntas militares que asumieron el poder en los últimos años, como en Mali.

Hacia 2015 sus empresas habían obtenido importantes contratos por valor de más de 1.500 millones de dólares, según una investigación de Forbes Rusia.

Prigozhin también fue acusado por Estados Unidos de organizar grupos de “trolls” en internet para interferir en las elecciones estadounidenses de 2016 a través de una serie de campañas en Facebook y Twitter a favor de Donald Trump, quien finalmente ganó esos comicios.

Tras la invasión de Rusia a Ucrania, el líder de Wagner abandonó el perfil bajo y se hizo mediático al confirmar que había fundado y comandaba el grupo de mercenarios – algo que siempre había negado – en una decisión que puso rostro a la organización y lo convirtió en una estrella de las redes sociales, en las que anunciaba constantemente las operaciones del grupo contra las fuerzas ucranianas.

Prigozhin formó a las Wagner mayormente con reclusos. Les dijo a los prisioneros que probablemente morirían en el frente, pero si sobrevivían durante seis meses, serían liberados con un indulto completo y retribuidos de forma generosa. Los presos lo reconocían como uno de ellos, le creyeron y se alistaron en masa. Muchos de los 50.000 de ellos han sido carne de cañón en diversos frentes, mientras Prigozhin se esfuerza por demostrar que sus combatientes son más capaces de obtener ganancias que el ejército ruso regular. Algo que es cierto, porque en el caso de Ucrania ya tiene experiencia sobre el territorio. Además, el “cocinero de Putin” ha pedido a las principales universidades de Rusia que financien becas para ellos, mientras que un funcionario ruso sugirió recientemente que algunos ex presos deberían convertirse en parlamentarios.

Luego de su fallida “marcha sobre Moscú”, o “marcha por la justicia” como la llamó él, de esta semana que prometía un giro impensado del conflicto en favor de Ucrania, Prigozhin negoció su exilio en Bielorusia, donde el presidente Alexander Lukashenko lo tiene alojado en un hotel. Y no sería extraño que una dosis de Polonio lleve al comandante de las Wagner a mejor vida, puesto que ha sido la parada final de muchos opositores al férreo régimen de Putin.

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