Por más que nos golpee el hecho de que la dictadura no haya caído, este no es el momento de la desesperanza. Hay una luz clarísima y concisa. Tuvimos la esperanza de que este sería el final, pero son dos cosas diferentes las que pasaron. Una cosa es la caída de la dictadura chavista y otra la victoria democrática, de la libertad y del conjunto del pueblo venezolano.
Hemos obtenido la victoria electoral más grande, más contundente de toda la historia de Venezuela así como lo comunicó Maria Corina Machado en su discurso en el comando Venezuela ayer por la noche. 70%. Jamás se había visto un margen de diferencia tan grande. A pesar de que solo pudo votar una parte de la población venezolana, a pesar de que de los 8 millones que se fueron, sólo hayan podido votar entorno a los 69.000. No bastaron las amenazas y los ataques, esta es la derrota del proyecto de Chávez. De acá no se vuelve. Democráticamente jamás podría volver el proyecto de Chávez.
Ahora está el desafío de que la dictadura chavista caiga en términos reales, lastimosamente este desafío no va de la mano con un proceso electoral porque venimos de un país donde la republica actualmente fue destruida. Y aun así hicimos escuchar nuestras voces.
Ganamos. Ganamos el objetivo democrático que es la legitimación democrática. Esto es lo que se quería lograr. Todos sabíamos que esto pasaría por más que tuviésemos el deseo de que no pasara, porque es lo único en lo que el chavismo siempre ha sido bueno: en hacer trampa. No se entiende como pueda haber tanta maldad, no se entiende la mezquindad de una cúpula de criminales que una vez más intenta robarnos el futuro y el presente, después de habernos ya robado décadas. El domingo rezamos para que el mal de los opresores cediera; y lo que obtuvimos fue el más concreto testimonio de que a pesar de que hayan arremetido contra todo un pueblo por años, de que hayan siempre permanecido como una herida abierta en nuestras vidas, no son ni serán nunca capaces de aplacar nuestro voraz deseo de libertad. Ese deseo nos llevará a volver a recuperar lo que nos han arrebatado, porque es un deseo invencible que ha sido legitimado. Está respaldado por el heroico trabajo hecho con los comandos y tenemos pruebas de ello.
Lastimosamente no es el final del camino, pero es una parte decisiva del mismo. Es una victoria que debemos celebrar para nosotros, por nosotros, por los nuestros. Entender esto significa no caer en la decepción. No caer en la desesperanza significa resistir a la dictadura. Mantenernos firmes es el acto de resistencia más grande del cual podemos ser capaces en este momento. Esta victoria electoral es algo de lo que debemos estar orgullosos.
Es el momento de confiar en el liderazgo de la nueva oposición, de María Corina y Edmundo Gonzales y acompañarlos en lo que vendrá. Reafirmemos nuestro compromiso por una Venezuela libre, pues ese ideal es hoy más latente que nunca.
Abajo cadenas, muera la opresión.