domingo 1 de diciembre de 2024
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Una historia infame de la Dictadura

Por Daniel V.Cabezas* .
Buenos Aires, 10 noviembre (especial para NA) — Una mujer secuestrada y torturada es sacada del campo de concentración donde la tienen oculta. Ese pequeño infierno está en medio de una ciudad importante, de la capital de un país.
La sacan, la llevan a comprar ropa, la maquillan y la sientan delante de un periodista y de un fotógrafo de Para Ti, una de las revistas más importante de la época. Esa “entrevista” vigilada de cerca por los secuestradores se convierte en una nota de tapa: “Habla la madre de un subversivo muerto”.
Todo era falso, salvo mi madre, Thelma Jara de Cabezas, víctima de la dictadura y pieza central de una noticia falsa ideada en los sótanos de la ESMA. Allí se construyó esta operación de “blanqueamiento” que se volvió icónica por lo burda y porque permitió mostrar una serie de relaciones políticas, seguramente comerciales, entre algunos medios de comunicación como la Editorial Atlántida y la conducción de la represión y el saqueo que llevaron adelante entre 1975 y 1983.
Cuando el 10 de mayo de 1976 secuestraron a mi hermano Gustavo, que tenía 17 años y militaba en la UES, mi madre se puso al frente de su búsqueda. Yo debí exiliarme en México a fines de ese año y acompañé su lucha desde aquel país.
Mi madre hizo el ABC que exigía la época: recorrió ministerios, embajadas, hospitales, comisarías e iglesias y presentó habeas corpus. Conoció a otras Madres y fue una de las fundadoras de la Comisión de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por razones políticas.
Esa exposición de mi madre tuvo un alto costo: el 30 de abril del 79 la secuestró un grupo de tareas de la ESMA. En ese centro clandestino, ella, que era chiquita, no medía más de un metro sesenta, fue torturada durante tres días.
En junio, el represor Ricardo Cavallo la amenazó de muerte para que diera la entrevista a Para Ti. El objetivo: contrarrestar la supuesta “campaña antiargentina” que preocupaba a la dictadura y estaba destinada a influenciar a periodistas y a la opinión pública.  .
A fines de ese año empezaron a darle salidas temporales y la llevaban a la casa de la familia. Desde lo de una vecina podía hablar por teléfono y empecé a llamarla desde México. Ahí, recuperé la voz de mi madre y supe que seguía resistiendo. Decidí grabar esas conversaciones de manera sistemática.
El 2 de diciembre de 1979, por ejemplo, le pregunté sobre la nota en Para Ti.
–¿Existió el reportaje en sí? ¿A vos te hicieron preguntas o lo armaron ellos?.
–No, me hicieron preguntas, y lo que dije, no todo está ahí, lo dieron vuelta. Yo comprendo que te cueste entender algunas cosas.
No pienses que traicioné a nadie, sé que te va a costar entender, pero es mi forma de seguir luchando -me dijo.
Esos 43 minutos son un testimonio único de lo que significó el terrorismo de Estado y de la resistencia de mi madre, y de todas las madres y abuelas, frente al genocidio que vivió la Argentina.
Los audios son, también, el núcleo del documental que encaré hace unos años como productor audiovisual: “Las conversaciones”, dirigido por Amparo Aguilar.
A través de las grabaciones intentaremos reconstruir una historia muy íntima de lucha familiar, política y de supervivencia en medio de la represión. Quise rescatar la valentía de las voces que nunca se apagaron, como la de mi madre.
La película, casi filmada en su totalidad, está en etapa de edición. “Las conversaciones” es un acto de amor, una reivindicación de la lucha y la resistencia de mi madre. Es, además, una posibilidad de generar una reactualización del debate sobre la memoria, las fake news y la historia reciente, sobre todo para los jóvenes.
Ojalá se transforme en una película que conecte pasado y presente, que nos invite a reflexionar en momentos de negacionismo y de relativización de los crímenes del terrorismo de Estado. .
Mi hermano sigue desaparecido. Mi madre murió hace tres años, pero su lucha por la verdad y la memoria perdura, a pesar de que hoy nos toque vivir un “proceso de reorganización del Estado” que, al igual que en 1976, busca -entra otras cosas- concentrar la riqueza, destruir el tejido productivo y reducir los salarios. Sólo cambiaron y renovaron los métodos y las herramientas.

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