domingo 22 de diciembre de 2024
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Una Cumbre poco encumbrada

En un cónclave devaluado por la ausencia de presidentes y de una organización descuidada, en la Cumbre de las Américas, la Administración Biden intentó mostrar un acercamiento a la región, aunque quedó claro que tiene problemas más importantes.

Y no es para menos. En medio de las audiencias por el intento de golpe de Estado perpetrado por los seguidores de Donald Trump del 6 de enero de 2021; con el debate sobre la seguridad de las armas que ha sacudido a la nación desde los tiroteos masivos en Buffalo, Nueva York, y Uvalde, Texas; con una guerra que comienza a repercutir en la economía mundial; con una inflación récord en los últimos 40 años para los EE.UU., la cumbre, como bromearon los funcionarios de la Casa Blanca ha generado expectativas tan bajas que probablemente tendrían que desatar algún escándalo para atraer la atención. Tal vez, la interpelación a los gritos de un activista, asistente a un panel en el que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, hablaba de “medios de comunicación y democracia”, resultó un “escándalo” mediante el cual fue conminado a renunciar por su responsabilidad en el golpe de Estado boliviano de 2019.

“Algunas personas pensaron que sería una ‘debacle’”, dijo Gerardo Munck a Político, un experto en la región de la Universidad del Sur de California que participó en una discusión relacionada con la cumbre. “La ausencia de México y tres países centroamericanos fue sin duda una pérdida para la administración”.

La cumbre nació torcida cuando el gobierno de los Estados Unidos decidió no invitar a Cuba, Nicaragua y Venezuela debido a la óptica política y los antecedentes de derechos humanos de esos países, causando diferentes reacciones de rechazo, como la del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que envió a su canciller en representación de su país. Durante la cumbre esa situación fue advertida por los presidentes de Belice y Argentina, que incluyeron en sus alocuciones reproches a esta actitud.

Biden, en una de las sesiones, reconoció la discordia por la asistencia, pero buscó priorizar que, “A pesar de algunos de los desacuerdos relacionados con la participación, en los asuntos sustantivos he escuchado casi unidad, uniformidad”, dijo.

A pesar del vacío dejado por los países del Triángulo Norte de El Salvador, Guatemala y Honduras, junto con México y Uruguay – cuyo presidente estaba enfermo de Covid – Biden avanzó en la discusión del tema inmigratorio – quizá el tema políticamente más relevante para su administración para la región – con un conjunto de propuestas específicas. En la Declaración de Los Ángeles – documento final de la cumbre – asoma el plan de inmigración no vinculante presentado por los líderes reunidos allí, que establece vías legales para ingresar a los países y nuevos parámetros en torno a la ayuda. Biden se ha comprometido a triplicar el reasentamiento de 20.000 refugiados de durante el próximo año.

Otros acuerdos giraron en torno a abordar el cambio climático e impulsar la energía limpia, promover la seguridad alimentaria, movilizar nuevas inversiones en la región e incentivar un mayor comercio, aunque carecieron de la definición de las fuentes de financiamiento y de los detalles que los hagan plausibles.

Pese a ciertos acuerdos logrados, la cumbre indica que América Latina sigue sin ser una prioridad para la administración Biden. Incluso el principal enlace de la Casa Blanca con la región, la vicepresidenta Kamala Harris, encargada de ocuparse del tema inmigratorio sólo ha visitado la región dos veces desde enero de 2021. El propio Biden aún no ha puesto un pie en América Latina como presidente.

Los plenarios estuvieron escasamente concurridos en la cumbre y la falta general de entusiasmo dentro y fuera de los lugares de reunión fueron temas recurrentes de conversación de algunos asistentes y periodistas.

Afuera, la ciudad de Los Ángeles recibía a los asistentes. “Están en una de las ciudades más diversas de la región, más diversa del estado más diverso, California, en la democracia más diversa del mundo”, dijo el gobernador demócrata local Gavin Newsom, al dar la bienvenida a los viajeros reunidos. Afuera, sin embargo, el inconfundible olor a orina flotaba en el cálido aire de la noche. El estado de deterioro del centro de Los Ángeles, donde filas de tiendas de campaña que albergan a personas sin hogar se alineaban en la calle, no pasó desapercibido para los dignatarios extranjeros. Tampoco el 7-Eleven donde los empleados de la tienda mantienen la puerta cerrada durante el horario de atención porque han sido asaltados con mucha frecuencia.

“Lo mejor y lo peor de las Américas”, comentó el primer ministro de Belice, John Briceño, sobre la ciudad anfitriona. Aquí, en medio del restaurante del hotel con tostadas de palta de 16 dólares y el asador del piso 71 con sus torres de mariscos de 175 dólares, muestran que “demasiados tienen demasiado y demasiados tienen muy poco”, señaló.

Por último, el exterior también se coló en la cumbre cuando activistas californianos se ocuparon de “escrachar” a Bolsonaro con un móvil que señalaba su intolerancia y con una pelea que el actor Mark Rufalo – por Twitter – entabló con el “Trump de los trópicos”, a puro agravio. Un poco de pirotécnica para una cumbre poco encumbrada a la que ni el Increíble Hulk pudo salvar.

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