La amplia victoria de Juntos por el Cambio en las elecciones legislativas del 14 de noviembre del 2021 tiene, como cualquier hecho político y social, explicaciones pluricausales. Pero dentro de todas las hipótesis que podrían discutirse, la que emerge como indiscutible es la siguiente: el resurgimiento y crecimiento del radicalismo ha sido fundamental para explicar y comprender la victoria de Juntos por el Cambio a nivel nacional y en varias provincias.
Claramente, el partido que cuenta con 130 años de vida y ha oficiado de contrapeso histórico del peronismo está viviendo su tan ansiado resurgimiento. Sin esa recuperación, el Frente de Todos no hubiese sufrido derrotas aplastantes en CABA, Mendoza, Corrientes, Jujuy y Córdoba. Del mismo modo, sin el resurgir del radicalismo, hubiesen sido imposibles las victorias épicas que Juntos por el Cambio cosechó en Santa Fé, Entre Ríos, La Pampa, San Luis y Santa Cruz.
La importancia del aporte radical fue notable. Sin negar la relevancia del arrastre de ciertas figuras de peso como Santilli en Provincia de Buenos Aires, Juez en Córdoba, Frigerio en Entre Ríos, o Carolina Losada en Santa Fé, lo cierto es que muchas de las victorias en algunas provincias clave se obtuvieron gracias al funcionamiento de la histórica maquinaria del partido radical. Convengamos que, en muchas provincias, el PRO y la Coalición Cívica no disponen de muchos militantes, afiliados, fiscales ni candidatos de renombre.
En este marco, se hace evidente que el sistema de partidos de Argentina está transitando un camino hacia una “democracia de coaliciones”. En esta sintonía se expresó Jesús Rodríguez, el actual presidente de la Auditoría General de la Nación, quien también es actualmente vicepresidente de la Fundación Alem y Vicepresidente de la Internacional Socialista. En una entrevista concedida al diario El Litoral, este experimentado político que supo ser ministro de Alfonsín afirmó que “ésta es la era de las coaliciones en Argentina, en la región y en el mundo“. También, recordó que “el último presidente que no formó parte de una coalición fue Alfonsín, los otros fueron parte de frentes, coaliciones o alianzas”.
Cabe resaltar que el choque de coaliciones en los comicios de ayer arrojó una victoria de Juntos por el Cambio, con 8,3 puntos por encima del Frente de Todos. Pero más allá de ese dato, que no es menor, hay varias cuestiones más que deben ser señaladas a la hora de ver datos con mayor minuciosidad: en primer lugar, hay que mencionar que por primera vez desde 1983, el peronismo perdió el control del Senado. En segundo lugar, todo el peronismo unido sacó, a nivel nacional, el 33,83% de los votos (lo cual está lejos de convertirlo en “partido de poder” o “partido hegemónico”). Tercero: El peronismo fue derrotado en provincias que históricamente consideró “peronistas”, como La Pampa, Santa Cruz y San Luis. Cuarto: por primera vez en treinta años, el peronismo salió tercero en Santa Cruz, cuna del kirchnerismo. Quinto: el peronismo perdió en La Pampa, donde no perdía una elección legislativa desde 1985. Sexto: en Río Negro y en Neuquén, el peronismo salió tercero. Séptimo: en CABA el peronismo perdió en 14 de 15 comunas, mientras que en el Conurbano perdió en bastiones kirchneristas como Ituzaingó y en otros massistas como Tigre. Octavo: en Chaco, San Juan, Salta y Tucumán el peronismo obtuvo victorias ajustadas, cuando anteriormente cosechaba amplios triunfos. En noveno lugar: debemos señalar que el peronismo sólo obtuvo buenos resultados en las provincias más pobres y menos pobladas, como Formosa, Santiago del Estero, La Rioja y Catamarca.
Es menester resaltar que todos estos hechos político-electorales hubiesen sido impensados sin la maquinaria radical trabajando al servicio de Juntos por el Cambio. Está claro que el crecimiento del radicalismo, entre otras razones, explica y permite entender el crecimiento del caudal electoral de Juntos por el Cambio.
En definitiva, el resultado electoral del pasado domingo permite observar una transformación del partido que ofició de socio fundador de la coalición en Gualeguaychú (2015), y consolidó la unión en las convenciones de La Plata (2017) y Parque Norte (2019). La UCR pasó de ser el acompañante en una coalición débil, a ser la pieza clave de una coalición fuerte y ganadora. Pasó de ser un tímido actor de reparto, a ser el actor principal. Un actor que, sintiéndose vigoroso y enviagrado, está dispuesto a pelear por el papel protagónico más importante del 2023: la Presidencia de la Nación.