viernes 19 de abril de 2024
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¿Un mundo al borde del caos?

A tres semanas de las elecciones de medio término en los EE.UU., con la entronización de Xi Jinping como presidente “eternizado” de China, líderes europeos débiles acorralados por la crisis económica y el telón de fondo de la guerra entre Rusia y Ucrania, el mundo está en plena ebullición.

Si alguien dijera que su país está signado por “la inestabilidad política, bajo crecimiento y subordinación a los mercados de bonos”, seguramente pensaríamos en la Argentina u otro país en desarrollo. Mas no, es la caracterización que ha trazado The Economist de Gran Bretaña, esta semana, cuando además se supo que registró la tasa de inflación más alta en 41 años.

La inestabilidad política es dramática. Desde 2015, han desfilado cuatro primeros ministros: David Cameron, Theresa May, Boris Johnson y Liz Truss, esta última acaba de renunciar mientras escribo estas líneas, luego de marchas y contramarchas en sus medidas económicas, con lo que las elecciones anticipadas suenan muy fuerte.

Esa misma inestabilidad política e incertidumbre económica recorre a los estadounidenses desde la misma época, cuando asumió Donald Trump como garante del cambio y el regreso a la “época dorada”. Sin embargo, no sólo no logró la reelección, sino que hoy contradice abiertamente las políticas de Joe Biden y hasta se muestra del lado de Vladimir Putin. Vaya un dato: la mayoría de los candidatos republicanos a las próximas elecciones legislativas no reconocen aún los resultados de las presidenciales de 2020, en las que Biden derrotó a Trump. Esta estrategia – que Jair Bolsonaro implementará cuando sea derrotado por Lula Da Silva en la segunda vuelta en Brasil – sigue ahondando la polarización política estadounidense y extendiendo ese manto de duda sobre los resultados que tendrán las elecciones del próximo 8 de noviembre, en las que habrá mucha paridad en circunscripciones decisivas.

Mientras Biden cree en los liderazgos, Trump cree en los líderes, tal como pregonó durante su mandato. EE.UU. necesita un mandatario que “pueda estar frente a frente” con líderes “inteligentes, feroces y duros” como los de Xi, Putin o Macron, declaró el blondo, en una entrevista con Fox News del mes pasado. “Nuestro país se está yendo al infierno. Somos una nación en declive”, afirmó en referencia a la situación actual.

Una encuesta de AmeriSpeak de NORC, de esta semana, arrojó que solo el 9 por ciento de los adultos estadounidenses cree que la elección democrática de sus gobernantes funciona “extremadamente” o “muy bien”, mientras que el 52 por ciento dice que no funciona bien.

Gabriel Tokatlian, en una reciente nota en Clarin dice: “Diferentes voces sugieren la posibilidad de una guerra civil: en encuestas recientes, más del 40 por ciento cree que eso es factible. La preocupación ciudadana es tan alta que la “defensa global de la democracia” es la última prioridad – entre catorce – según la encuesta del 13 de septiembre de 2022 de Morning Consult.”

Mientras tanto y en un contraste, en la China silenciosa pero inexorable, Xi asume un inusual tercer mandato ungido por el Partico Comunista Chino con un discurso fuertemente ideológico que trazó la continuidad de un camino que ya lleva décadas y que ha solidificado un enorme avance del gigante asiático en todo el mundo. Ese gigante industrial necesita paz y previsibilidad para desenvolverse como hasta ahora, por eso es una carta para convencer a su aliado Vladimir Putin de negociar una salida a su “operación especial” en Ucrania.

Reunidos en la milenaria ciudad uzbeka de Samarcanda tuvieron oportunidad de hablar personalmente y se comprometieron a liderar a nivel mundial una alternativa a lo que consideran el rol hegemónico promovido por Washington y que divide al mundo entre países democráticos y autocráticos, siguiendo una perimida lógica de guerra fría que China abandonó hace mucho.

Justamente, un asunto que acaparó las conversaciones en Samarcanda entre los líderes de China y Rusia fue la situación en torno a Ucrania. A este respecto, Putin manifestó al comienzo del encuentro con su homólogo chino que apreciaba “mucho la posición equilibrada de los amigos chinos en relación con la crisis de Ucrania”. “Entendemos sus preguntas y sus preocupaciones sobre este asunto y durante esta reunión, por supuesto, explicaremos en detalle nuestra posición sobre esta cuestión, aunque de esto ya hemos hablado antes”, dijo Putin, quien tal vez no sea consciente de haber dado el primer paso en esta Tercera Guerra Mundial que se ha desatado y de la que no se encuentra una salida.

Mientras esto sucede, millones de europeos se enfrentan a la escasez energética y la carestía general desmejorando un humor político que capitalizan líderes de derecha como Giorgia Meloni en Italia o Viktor Orban en Hungría. Aunque en todo el mundo ese tipo de líderes ganan en popularidad al lanzar discursos irresponsables – pero efectivos a la hora de cosechar votos – construidos en base a lo que los ciudadanos agobiados y frustrados quieren oír: orden a toda costa, definición de los enemigos, “recuperación” de valores supuestamente perdidos. Curiosamente, todo aquello que, por ejemplo, Putin pregona.

En medio de este marasmo de urgencias, temas importantes como el cambio climático y la crisis alimentaria del mundo en desarrollo quedan en un triste segundo plano por lo que terminarán imponiéndose cuando sean una urgencia difícil de solucionar.

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