El gobierno termina 2024, mostrando logros macroeconómicos de orden fiscal, en la lucha contra la inflación y en la volatilidad cambiaria, sin embargo la estabilización macro es un proceso aún en marcha donde falta escribir un par de capítulos importantes: el régimen cambiario y monetario por ejemplo.
El gobierno también muestra importantes avances en la recomposición de precios relativos, en particular en tarifas y reducción de subsidios.
La pregunta que podríamos hacer es si la corrección tarifaria fue consecuencia de la gestión del equipo energético o simplemente de una instrucción del ministro de Economía, en relación con reducir rápidamente los subsidios, que representaban el segundo renglón del gasto, solo detrás del gasto previsional.
Recordemos que el primer secretario de Energía de este gobierno realizó a principios de año audiencias públicas en las cuales, además de informar aumentos tarifarios de transición para gas y electricidad, anunció la realización de revisiones tarifarias integrales que a la fecha no se concretaron y se postergaron para el primer semestre del 2025.
También informó en forma detallada sobre la implementación de “las canastas energéticas”, una suerte de tarifa social personalizada, que implicaría cruzar bases de datos, en su mayoría sujetas a secreto fiscal o bancario, una tarea imposible que termino en inacción y la continuidad de la “segmentación”: un invento argentino de escasa efectividad para identificar a los usuarios vulnerables.
Además, los Entes Reguladores federales continúan intervenidos desde 2019 y hasta ahora no hay novedades de la unificación prevista en la Ley Bases.
Pero, quizás los aspectos más complejos están en la gestión del sector eléctrico. Luego del anuncio de posibles cortes de suministro en el verano que acaba de comenzar es llamativo la inacción oficial. El gobierno se limitó a suspender una licitación en marcha para la instalación de nueva generación térmica, sin un plan de reemplazo o de abastecimiento, sin equipos técnicos para ocupar posiciones claves y con una ciega confianza dogmática en que las fuerzas del mercado cubrirán los baches en generación.
Así las cosas, y con un pronóstico de pico de consumo superior a la capacidad de abastecimiento (incluso con importaciones), el gobierno piensa en la alternativa de alquilar barcos generadores para reemplazar la potencia faltante.
Pero el problema eléctrico, no solo es la generación sino los cuellos de botella en el transporte de alta tensión. Aquí parecen reeditarse episodios del gobierno de Alberto Fernández, cuando algunas facciones de la coalición se oponían a las correcciones tarifarias. Ahora vemos como el nuevo equipo energético, intenta aplicar una solución razonable para financiar las obras de expansión del sistema de transmisión: un cargo fijo en tarifa (estampillado). Sin embargo, otros sectores del gobierno bloquea esta opción, nuevamente sustentado en la confianza de un mercado que se ha demostrado incapaz de financiar “a riesgo privado” las ampliaciones de transporte.
Similar es la situación en las ampliaciones de transporte de gas. Se finalizaron las obras del gasoducto “Perito Moreno”, pero nada se conoce aún respecto a la segunda etapa del gasoducto Vaca Muera en su tramo Saliqueló – San Jerónimo, una obra necesaria, no solo para permitir el abastecimiento interno incremental sino para que la demanda local se beneficie de precios de gas competitivo y en línea con el “net back” de las exportaciones proyectadas.
En relación con la producción de hidrocarburos en Vaca Muerta, todas son buenas noticias. La producción de petróleo es el driver que permite monetizar rentas, financiar infraestructura de evacuación por parte del sector privado.
Además, el crecimiento de la producción a tasas de más del 10% interanual representa un verdadero cambio de época para el sector, que deja de demandar divisas, para transformarse en un sector exportador que proyecta con optimismo USD 30.000 millones al año de exportaciones a partir del 2030. Sin dudas este proceso puede potenciarse con los beneficios impositivos y cambiarios del RIGI, sin embargo, la foto actual de VM y su dinamismo no debería ser un mérito para adjudicar a la actual administración y en particular a la gestión energética.
Finalmente, y más reciente, el presidente anunció un nuevo plan nuclear en cabeza de su jefe de asesores económico, un plan del que poco se conoce y del que en principio. no participaron ni la secretaria de Energía, ni los organismos relacionados a la temática: Comisión Nacional de Energía Atómica, Autoridad regulatoria Nuclear y Nucleoeléctrica Argentina.
El 9 de julio próximo finaliza la Ley de Emergencia, y por lo tanto el principal desafío para el próximo año será ver si el actual equipo energético se consolida, si el gobierno demuestra un mayor apego al orden institucional del sector y se estructura un plan de gobierno en energía alejado de la fé dogmática a la que la física de los electrones y moléculas son ajenos.