La posibilidad de que Donald Trump podría terminar en la cárcel por violar una orden de silencio en el juicio que se le sigue en Nueva York ganó momentum este lunes.
El juez de Manhattan, Juan Merchán, declaró a Trump en desacato ante tribunal por décima vez por criticar a los jurados o al personal del tribunal, le impuso una multa de 1.000 dólares y le advirtió que de continuar con esas violaciones podrían llevarlo tras las rejas.
Esa dura advertencia, algo que Merchan haría “in extremis” ha agregado otro ingrediente picante al primer juicio penal de un expresidente.
Cualquier pena de cárcel para Trump, sin importar cuánto tiempo, tendría efectos en cadena en el juicio, la campaña presidencial de 2024, el sistema penitenciario de Nueva York e incluso el Servicio Secreto que trabaja para Trump, en tanto ex presidente.
El lunes quedó claro que el juez de origen colombiano, Merchan estaba sintiendo el peso de todo eso cuando multó a Trump por una diatriba del 22 de abril en la que el procesado se quejó de que el jurado era “en su mayoría demócrata”.
“Usted es el ex presidente de Estados Unidos y posiblemente también el próximo presidente”, le dijo Merchan a Trump en el tribunal. “No quiero imponer una sanción de cárcel y he hecho todo lo posible para evitarlo. Pero lo haré si es necesario”.
Trump no respondió en el tribunal, pero luego sugirió a los periodistas que la amenaza de prisión no lo disuadía: “Nuestra Constitución es mucho más importante que la cárcel… Haré ese sacrificio cualquier día”.
La orden del juez, que elevó las multas totales por desacato de Trump a 10.000 dólares, en lo que va de las audiencias, representa un aumento significativo de la presión, para Trump y, de alguna manera, para el propio Merchan quien, de imponer ese castigo debería determinar la duración de cualquier sentencia de cárcel por desacato, así como el lugar de cumplimiento.
Podría ser tan breve como una hora de almuerzo en una celda del juzgado de Manhattan el día del juicio. Pero cualquier sentencia de varios días haría que la famosa cárcel de Rikers Island sea la opción más probable.
Por lo general, no se permiten armas dentro de las cárceles, por lo que los agentes que protegen a Trump necesitarían “algún tipo de adaptación especial”, dijo Martin Horn, profesor emérito del John Jay College of Criminal Justice y ex comisionado del Departamento de Libertad Condicional de la ciudad de Nueva York.
Si Trump fuera enviado a Rikers, lo más probable es que lo retuvieran en la Instalación Oeste, que tiene unidades de vivienda separadas con una pequeña cantidad de celdas, cada una de las cuales tiene una sala de observación adjunta y tienen aire acondicionado. Ese sería un lugar donde el Servicio Secreto podría observarlo y mantenerlo separado de otros prisioneros.
Antes del juicio Trump había declarado que sería un “gran honor” ir a la cárcel por violar su orden de silencio, que le prohíbe criticar a los jurados, al personal del tribunal (excepto a Merchan) y a posibles testigos.
El equipo legal de Trump se ha opuesto a la orden, argumentando que viola su libertad de expresión. Los abogados de Trump pidieron a un tribunal de apelaciones de Nueva York que retrasara el juicio mientras él apelaba la orden de silencio, pero el tribunal denegó la solicitud.
Trump se ha presentado como víctima de fiscales con motivaciones políticas, una afirmación que algunos expertos legales han echado por tierra. En la misma línea, el ex presidente intenta decir que lo están tratando de manera diferente y de hecho lo está: se le está dando más libertad que al acusado promedio.
Veremos que sucede con esta inquietante derivación.