Cuando hablamos del mercado laboral, muchas veces escuchamos la frase “el futuro ya llegó”. Esto cobra sentido si trabajamos rodeados de nuevas tecnologías que modifican lo que hacemos, pero se vuelve lejano e irreal cuando lo que vemos a nuestro alrededor es la prevalencia de empleos “viejos” o de mala calidad, y prácticas y modelos de negocios antiguos.
En Sur Futuro nos propusimos clasificar y medir cuántos empleos de futuro hay en América Latina y el Caribe. ¿Cuáles son estos empleos? Son tecnológicos -o STEM: ciencia, tecnología, matemáticas e ingeniería-, verdes y resilientes al cambio climático, se asocian a un mundo con menor calentamiento global, y son fundamentalmente humanos, se ocupan de las tareas de cuidados.
¿Qué encontramos? Que en ALC, el 16% de los empleos pueden considerarse trabajos de futuro. En los países de altos ingresos, dicho ratio asciende al 24%. Así, lo primero que podemos decir es que, frente a cambios estructurales cuyo impacto en los mercados laborales recién comienza, la región ya muestra signos de rezago.
En el “Atlas de los trabajos del futuro” también medimos los empleos que se encuentran directamente amenazados por las disrupciones en curso. Son segmentos donde primarán una menor demanda, salarios relativos en caída, y pérdida de condiciones laborales. Allí vemos que el 62% de los empleos de la región son vulnerables ante el auge de las tecnologías de automatización o los efectos del cambio climático, 19% más que en los países de altos ingresos. El segundo resultado al que arribamos es que a la región no sólo le cuesta aprovechar las oportunidades, sino también que paga altos costos por su inacción.
Ese futuro que se va construyendo contiene también sus propios desafíos. Quizás el más importante sea la cuestión de género: el 90% de los trabajos de futuro que ocupan las mujeres se concentra en el área del cuidado y solo 6 de cada 10 empleos de futuro ocupados por ellas son de calificación alta, en comparación con 9 de cada 10 en el caso de los hombres.
¿Cómo cambiar este panorama? Una estrategia centrada en los empleos resilientes, es decir, aquellos que ganan importancia y brindan mejores oportunidades en entornos cambiantes, debe considerar cuatro ejes.
Primero, es esencial diseñar políticas integrales que promuevan la creación de más empleos en los sectores STEM y empleos verdes.
Segundo, desde una perspectiva de inclusión, es necesario implementar estrategias de género que eviten que la expansión de estos segmentos altamente masculinizados profundice las brechas actuales.
Tercero, en relación con la calidad del empleo, es crucial fomentar la profesionalización y la mejora de las condiciones laborales en el sector del cuidado, el segmento de futuro más numeroso en la región. Y, cuarto, es vital consolidar sistemas para facilitar la transición desde empleos vulnerables hacia empleos resilientes.
El panorama no debe dar lugar al pesimismo, o peor, al escepticismo o la parálisis. Con los inmensos desafíos que enfrenta en materia laboral, la región no puede darse esos lujos. Es tiempo de pensar acciones y políticas para moldear estas tendencias y crear más y mejores empleos para todos y todas. Esperemos que así sea.
Publicado en Clarín el 12 de noviembre de 2024.
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