lunes 7 de octubre de 2024
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Tiempo de incertidumbre y confusión

Los argentinos tenemos la sensación de estar colgados de un hilito muy finito que en cualquier momento puede romperse. Nos acucian las dudas. Si no llegan las inversiones, si viene una devaluación y zas!, todo estalla por el aire y el esfuerzo realizado fue en vano.

Atravesamos una transición necesaria y dolorosa para salir del pantano en que nos hundieron casi dos décadas de kirchnerismo y un intento fallido de cambio. No se avizora cómo habremos de llegar a buen puerto. Con una oposición fragmentada que no ofrece una alternativa, el oficialismo la traslada a su seno en la mejor tradición del peronismo de ser gobierno y oposición a la vez. Las encuestas de opinión registran que casi la mitad de los encuestados responde “Nadie” cuando se le pregunta por un liderazgo alternativo.

La reactivación de la economía no se percibe; la mejora a cuenta gotas del poder adquisitivo de los salarios no da tregua a la suba de los precios. ¿Un enfoque monetarista convertido en una cuestión de fe, una política sin consistencia? son planteos de prestigiosos economistas que alertan sobre las dificultades que enfrentamos en el intento de cambiar el régimen económico del atraso.

Mientras tanto, asistimos azorados a las internas de un oficialismo que a pesar de su debilidad institucional, no se priva de exponer sus diferencias y de mostrar que es el resultado de una fuerza aluvional elegida sin la experiencia y los conocimientos requeridos para su desempeño.

Sorprende incluso que haya legisladoras que hagan de su juventud e ignorancia el pretexto para desconocer la historia reciente de la política argentina, requisito mínimo de quien aspire a legislar en un país. ¿Cómo legislar ignorando el pasado y sobre todo el pasado inmediato en el que imperó una dictadura del horror? Otro despropósito

La implosión de Juntos por el Cambio- la ruptura del PRO- y la crisis del radicalismo que no cesa de doblarse, con un presidente que actúa como un free rider y acaso apoye la nominación del juez Ariel Lijo a la Corte Suprema en claro abandono de los principios de una democracia republicana tan caros a la tradición de ese partido centenario, poco ayudan para sostener el optimismo.

Un sistema político en el que estallan las coaliciones que supieron dar estabilidad en un país de economía rota y se fracturan los partidos que las componen; un sistema partidario en el que todas las fuerzas políticas -peronistas, radicales, Pro- atraviesan una crisis de identidad sin que surjan liderazgos de unificación.

Acaso la esperanza que supo despertar Milei, no alcanza. Cómo habría de asombrar que los que más crezcan sean los que se autodefinen independientes y entre los que más se desgrane el electorado sea el radicalismo, como en 2001, el que arroje nuevos huérfanos de la política. Un Congreso que es más fuerte que el presidente y amenaza con vetar iniciativas del Ejecutivo. Un Presidente que veta decisiones del Poder Legislativo.

Toda una novedad, como lo es Milei, un ornitorrinco de la política, en palabras de Carlos Scolari. Un Presidente que se mide con una vara planetaria de máximo exponente y defensor de las ideas de la libertad, como le dijo a Luis Majul en reciente entrevista. Un presidente que cultiva el autoelogio y califica a toda la dirigencia política como liliputienses cuando no de ratas envidiosas.

La impericia del oficialismo terminó fomentando la reunificación opositora entre dialoguistas y no dialoguistas, “Todos Juntos” decían la redes mileístas para denostarlos, kircheneristas, peronistas no kirchneristas, Pro, radicales y partidos menores, juntos en la votación desafiante que levanta el peligroso número de los dos tercios y en velada amenaza al Presidente, muestra su poder de instrumentar un juicio político.

En lo que semeja un culebrón, esperamos este tute cabrero entre Milei y el Congreso. Mientras tanto, la creación de la Secretaría de Culto y Civilización, tras el fugaz paso de un secretario de Culto cuyo discurso en un foro de Vox nos retrotrajo a tiempos de la Inquisición, no deja dudas de que Milei es un paleolibertario, que afirma que la agenda 2030 “es una mierda”; un conservador que combina los valores tradicionales de la patria, la propiedad y la familia- con un anarcocapitalismo en cuenta gotas y no teme mostrarse autoritario ante las críticas porque como le dijo José Luis Espert a Eduardo Feinman en TN el 26 de agosto pasado: “La libertad tiene como límite el proyecto que tenemos. No hacer nada que dañe el proyecto para transformar la Argentina”.

El Presidente firmó un decreto reglamentario que altera la ley de acceso a la información pública pese a que un decreto no puede restringir los márgenes establecidos por una ley. No hay liberalismo sin libertad, sin tribunales independientes y libertad de expresión

Una revolución conservadora alumbrada bajo el signo de la nuevas derechas radicales que confunde fundamentalismo de mercado con liberalismo tout court. Llamar a la derecha que se autodenominaba centro por su nombre es también una novedad.

Como recordaba Ezequiel Gallo en una entrevista con Analía Roffo en este diario, allá por 1996, “una de las peculiaridades de la historia argentina es lo tardía que resulta la aparición de una corriente conservadora de derecha. Los conservadores fueron renuentes a aplicarse ese término. Sólo usó ese término un partido a comienzos del siglo XX y sólo en la provincia de Buenos Aires (…). Ningún conservador norteamericano o británico rehuyó el término y se llaman conservative”. Un paleolibertario se reconoce como líder global de las nuevas derechas.

Publicado en Clarín el 9 de septiembre de 2024.

Link https://www.clarin.com/opinion/tiempo-incertidumbre-confusion_0_ReQdaVM3Ok.html

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