Jesús Centeno
Pekín, 4 jun (EFE).- El control político en China es, 35 años después de la masacre de Tiananmen, mucho más duro que en 1989, denuncian organizaciones de Derechos Humanos que, sin embargo, creen que las generaciones más jóvenes están mejor informadas y tienen más recursos para sortear la censura.
Más de tres décadas después de los hechos ocurridos en la noche del 3 al 4 de junio de 1989, cuando soldados y tanques del Ejército de Liberación Popular chino se abrieron paso hasta la céntrica plaza pequinesa, el tema sigue siendo tabú en China, que nunca ha publicado una cifra oficial de fallecidos por la represión militar y que oscila entre cientos y miles de personas, según la fuente.
“Comenzaron protestando estudiantes universitarios, idealistas, que tenían muchas esperanzas depositadas en el país. Había una gran necesidad de reformas y problemas de injusticia social. Al tiempo, el Partido Comunista (PCCh) estaba dividido a nivel interno, y todo parecía indicar que podría haber un cambio. Las protestas, además, se ganaron el apoyo de la población en general”, relata a EFE Renee Xia, directora de Chinese Human Rights Defenders (CHRD).
La represión militar en las calles de la capital acabó con cualquier tentativa para exigir una mayor apertura política y las autoridades lo apostaron todo a la reforma económica sin rendir cuentas por aquel capítulo, como si nunca hubiera sucedido.
Otros problemas
“Ahora, los desafíos son otros. Nuestra generación da por hecho que un cambio político no es posible y también tiene otras preocupaciones. La sostenibilidad del modelo, la desaceleración económica. Que no haya trabajo como antes. Que no podamos comprar una casa, que pinchen burbujas, que haya desigualdades”, comenta un trabajador pequinés del sector audiovisual.
Es también otra China desde que el PCCh, bajo la batuta de Xi Jinping, apostase por “fortalecer el control apoyándose en el uso masivo de nuevas tecnologías” y por “un modelo social basado en la censura, la propaganda y la vigilancia”, denuncia Reporteros Sin Fronteras.
“Es una situación paradójica. La represión política actual es mucho más dura que la de 1989, pero los jóvenes están mejor informados y tienen más recursos, como los servicios VPN, que se utilizan para sortear la censura y acceder a páginas prohibidas como Google, Youtube o X”, indica Xia.
El “desafío”, apostilla, es “la crueldad del régimen a la hora de castigar a críticos y activistas”.
“A esto hay que sumar la falta de voluntad política de los líderes democráticos a la hora de tratar de detener las agresiones contra los derechos humanos”, dice Xia, quien cree que Occidente relajó las sanciones por Tiananmen “demasiado pronto”, lo que permitió a Pekín “convertirse en una superpotencia preparada para dominar el orden internacional según sus propias reglas”.
Protestas pese al control
La represión hoy alcanza a ciudadanos chinos que no viven en su país, denuncia a EFE Sarah Brooks, directora de Amnistía Internacional para China: “Hay estudiantes a los que se presiona cuando están fuera con amenazas a sus familiares”.
“El Gobierno tira de nacionalismo y les pide que no traicionen a la madre patria asistiendo a eventos en los que se critique al país, lo cual supone una grave amenaza para el libre intercambio de ideas”, señala.
Brooks destaca que, con todo, en los últimos años se han vivido expresiones esporádicas de descontento como las protestas en Shanghái y Pekín contra las draconianas restricciones antipandémicas.
Pero también contra la censura y la falta de libertad de expresión, algo que se plasmó en los folios de papel en blanco que mostraron los manifestantes de finales de 2022: “Poco a poco, más gente ha logrado escapar al ‘Gran Cortafuegos de China’, que impide el acceso a aplicaciones y páginas censuradas”.
“Pero estas nuevas generaciones han quedado muy desilusionadas tras la pandemia”, dice Xia, quien cree que aunque muchos no sepan qué significó realmente, Tiananmen dejó “un legado sobre el coraje”.
“La represión alimentó aún más la pasión y los esfuerzos en la lucha por los derechos humanos. Además, el Gobierno no ha podido borrar por completo ese episodio de la memoria colectiva. Gracias a Internet, pero también a la tradición oral. Y ahora mucha gente está haciendo esfuerzos para documentar lo que ocurrió con relatos presenciales, fotografías y vídeos”, asevera.
Opinión que comparte Brooks, que incide en la importancia de recordar la efeméride ahora que las fundadoras de las Madres de Tiananmen, el grupo que aglutina a los familiares de las víctimas, “empiezan poco a poco a desaparecer”.
Aunque suman 155 familiares, la cifra de muertos de 1989 fue superior, sin contar otro tipo de víctimas, como tullidos, huérfanos o exiliados. El número total sigue sin conocerse y, cada vez que se acerca una fecha sensible, China aumenta la vigilancia para que su voz no se pueda escuchar. EFE