jueves 28 de marzo de 2024
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Texas, faro de la derecha norteamericana

Del control demócrata al republicano cada vez menos democrático, Texas es la otra cara de la moneda que compone con California y el lugar en donde el GOP se radicaliza e intenta arrastrar a todo el país.

Texas es el segundo estado norteamericano más poblado, después de California y el segundo más grande, después de Alaska. Tres de sus ciudades: Houston, Dallas –donde John F. Kennedy fue asesinado- y San Antonio, ya se encuentran entre las diez más populosas del país. La intelectual Austin, la capital del estado, con sus universidades, tiene casi un millón de habitantes. Si fuese un estado soberano, Texas podría ufanarse de ser la décima economía más poderosa del mundo.

Durante más de un siglo estuvo bajo el dominio demócrata, siendo un estado siempre culturalmente conservador, religioso y militarista, en el que una suerte de populismo rural ofreció resistencia a las ávidas ambiciones capitalistas de la ciudad.

En los años setenta del siglo pasado, Texas comenzó a desplazarse hacia la derecha cuando Ronald Reagan venció a Gerald Ford en las primarias republicanas, y en 1978, Bill Clements se convirtió en el primer gobernador republicano de Texas desde la Reconstrucción (Período post Guerra de Secesión).

Mientras que otro republicano, George W. Bush fue gobernador –en dos períodos iniciados en 1995- prevaleció una distensión cordial entre republicamos y demócratas. En enero de 2003, los republicanos finalmente tomaron el control de la legislatura de Texas luego de una redistribución de distritos electorales en Texas en 2003, dirigida por el republicano Tom DeLay que fue calificada por The New York Times como “un caso extremo de manipulación partidista”.

Hoy, luego de la reforma, la delegación de Texas a la Cámara de Representantes de Estados Unidos incluye veinticinco republicanos y once demócratas, un perfil mucho más conservador que la demografía política del estado. El área metropolitana de Austin, el corazón de la izquierda de Texas, se dividió en seis distritos. Todos menos uno de ellos ahora están en manos de los republicanos.

Desde entonces, el proceso de redistribución de distritos electorales de Texas se ha replicado en los estados de todo el país, creando distritos del Congreso que son prácticamente inmunes a los desafíos y dando a los republicanos una ventaja inexpugnable en Washington. Texas se convirtió, así, en un modelo de cómo obtener el control político sobre un estado y proyectar ese poder hacia el ámbito federal.

La legislatura de Texas se reúne cada dos años durante ciento cuarenta días, lo que refleja la aversión nativa al gobierno. La única tarea encomendada al cuerpo de representantes locales es elaborar un presupuesto equilibrado de dos años. En la sesión de 2015, el presupuesto estatal ascendió a unos cien mil millones de dólares por año. Este año, una caída en el precio del petróleo y un aumento en la población auguraron recortes sustanciales y una lucha por satisfacer las necesidades de salud y seguridad de los ciudadanos que sufrirán el ajuste. La ciudad fronteriza de Escobares es la ciudad más pobre de los EE.UU.

Los tejanos son conocidos por su amor a las armas. En 1991, George Hennard, un hombre desempleado de treinta y cinco años, chocó su camioneta en una cafetería en Killeen, Texas, donde almorzaban unas ochenta personas. Al principio, todos pensaron que se trataba de un extraño accidente. Entonces Hennard salió del vehículo y ultimó a 23 de los 50 parroquianos, antes de suicidarse y pasar a la historia como el autor del cuarto tiroteo masivo más grave en la historia de Estados Unidos. Desde entonces, es legal portar armas abiertamente –para “defenderse” de esos ataques- antes sólo se podían llevar en el auto.

Su actual gobernador, Greg Abbott, es un republicano que siendo fiscal se opuso a leyes federales, tales como la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio y a muchos controles ambientales federales, manteniendo a Texas lejos de regulaciones y medidas que interfieran con la libre empresa.

Abbott impulsa una legislación que eximen a clérigos a testificar, reduce impuestos a las tierras y limita la posibilidad del voto de las personas –sobre todo de los amplios sectores empobrecidos- haciendo de su estado un paraíso para ricos religiosos. Abbott acaba de promulgar una ley que restringe el voto, como en otros 18 estados -Florida, Georgia y Arizona, entre otros– con la excusa de que durante la última elección hubo fraude en contra de Trump. El blondo presidente logró en Texas un triunfo en las elecciones pasadas con 6 puntos por encima de Joe Biden.

Últimamente, la legislatura republicana centró su atención en eliminar los fondos para los programas de salud de la mujer. “Esta es una guerra contra el control de la natalidad y los abortos”, admitió el representante Wayne Christian, un incondicional del Tea Party del este de Texas –partido de fuerte crecimiento e influencia-. “De eso se supone que se trata la planificación familiar”. Los legisladores ya recortaron drásticamente el presupuesto de planificación familiar a un tercio y cerraron 82 clínicas de planificación familiar.

Texas tiene una vieja rivalidad con California. Uno de los controvertidos proyectos de ley que promulgó el gobernador Abbott permite que los grupos de adopción basados en la fe rechacen a los solicitantes cuya orientación sexual sea contraria a sus creencias. En respuesta a la ley, el fiscal general de California, Xavier Becerra, prohibió a los empleados estatales viajar a Texas a expensas de los contribuyentes. Abbott aprovechó la oportunidad para burlarse de California. “Por supuesto, California tiene una razón para estar enojada con Texas”, dijo. “Miles de personas huyeron de los altos impuestos y las actitudes liberales de California para venir a Texas en 2015”.

Esa misma inquina existe entre Austin y el resto del estado. De hecho, es un punto azul en un estado rojo y se ve a sí misma separada de la cultura política vulgar del resto de Texas. Los políticos republicanos se enfurecen ante el desprecio citadino. “Es genial estar fuera de la República Popular de Austin”, declaró el gobernador Abbott recientemente, “una vez que cruzas la línea del condado de Travis, comienza a oler la libertad que no existe en Austin, Texas”.

Dentro de la ola internacional de derechización, Texas –bajo el control de los republicanos- está a tono con los gobiernos más reaccionarios de Europa o el populismo militarista imperante en Brasil. El senador Ted Cruz, representante por el distrito 21 –norte de San Antonio y de buena parte de Austin- nacido en Canadá, es una de las figuras más conocidas y vocingleras a la hora de atacar al mismo presidente Joe Biden, al que ha acusado de débil e ignorante por haber retirado las tropas norteamericanas de Afganistán.

En 2016, el ex presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner dijo que Cruz era “Lucifer encarnado”, a lo que un portavoz del Templo Satánico emitió rápidamente un comunicado diciendo que el grupo no quería “tener nada que ver” con políticos como el Sr. Cruz.

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