sábado 20 de abril de 2024
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Sobre la pandemia, el hacinamiento y la necesidad de rediseñar el AMBA

En este marco de pandemia, se ha hablado mucho sobre los riesgos del hacinamiento y de las condiciones precarias en que viven las poblaciones vulnerables que habitan en los asentamientos y villas de Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). En este contexto, es importante reflexionar sobre los mismos, ofrecer un diagnóstico y tratar de esbozar conclusiones que permitan repensar posibles alternativas para que, de una vez por todas, haya políticas de alto impacto sostenidas a largo plazo para poder brindar soluciones a estos problemas sociales que arrastramos durante décadas.

Una de las investigaciones más serias sobre el tema de las Villas y asentamientos fue elaborado por Techo en 2016. Inicialmente, es necesario destacar que, según los investigadores y especialistas en la materia, hay dos maneras esenciales de abordar estos temas. Uno consiste en analizar la cantidad de asentamientos por región, y otro, en hacerlo por cantidad de familias.
Analizando esta problemática según la cantidad de barrios, se puede mencionar que Gran Buenos Aires (GBA) Sur y Oeste lideran el ranking, con más de 350 asentamientos cada uno. Luego, se encuentran GBA Norte y La Plata con 282 y 196 respectivamente.

A su vez, los partidos “Periurbanos del AMBA”: Cañuelas, Zárate, Campana y Exaltación de la Cruz, y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), mantienen menos de 50 (aunque CABA tiene algunos muy grandes y densamente poblados).

Al utilizar el enfoque de la cantidad de familias, encontramos que el GBA Sur y GBA Oeste mantienen valores similares altos (más de 100.000 familias). Le siguen de cerca GBA Norte y CABA, con más de 50.000 familias pero menos de 100.000). Luego, más lejos están el Gran La Plata y el sector Periurbano, que como dijimos, se compone de Zárate, Campana, y Cañuelas.

En términos de tamaño, podemos mencionar que los asentamientos más grandes se encuentran repartidos en tres jurisdicciones, a saber: CABA, Lomas de Zamora y Quilmes. En ellos, los más hacinados, se encuentra el record de familias habitando en un solo asentamiento. Por eso, en cierto punto, se puede entender (aunque no necesariamente justificar) la polémica decisión del Gobierno Nacional (con complicidad y aceptación por parte de la Intendenta Mayra Mendoza) de cerrar y aislar la Villa Azul de Quilmes.

Cabe mencionar que eso no quita que en otros lugares del AMBA haya números similares, sólo que están en diversas unidades más pequeñas (como sucede en La Matanza y San Martín) y eso fragmenta el valor.

Ahora bien, ¿qué municipios del AMBA son los más destacados en cantidad de villas y asentamientos?  Dentro de GBA Sur, Florencio Varela y Quilmes son los que más asentamientos tienen, con 70 y 69 cada uno. En GBA Oeste La Matanza es el que más concentra, llegando a 121, seguido muy por detrás por Moreno. En GBA Norte, Pilar y General San Martín son los líderes, con más de 40 cada uno, aunque seguido por cerca por José C.Paz.

En el denominado “AMBA periurbano”, Zárate concentra buena parte de los asentamientos, con 27,varios más que Campana y Cañuelas.

Otra cuestión importante que merece ser analizada es cómo evolucionó la creación de asentamientos desde el retorno a la democracia. Desde el 10 de diciembre de 1983, fecha en que el inicio del Presidente Alfonsín marca el regreso de la democracia, el crecimiento de los asentamientos ha sido dispar, pero mantuvo un nivel creciente. Podemos encontrar un patrón entre 1980 y 2000, por un lado, y otro diferente en el período 2001-2015.

Haciendo un análisis de esta primera etapa, podemos encontrar crecimientos pronunciados que se vinculan a crisis cambiarias particulares (como la hiperinflación). Según el mencionado relevamiento de TECHO, los índices, en promedio, marcan unos 40 asentamientos por año, siendo destacados algunos años de 1980 y 1990 en donde llegan a aproximadamente 70 o más asentamientos por año.

Ya entrado el Siglo XXI, en el período que sigue y se compone desde el 2001 al 2015 podemos encontrar que, a pesar de la bonanza económica causada por el denominado “boom de las commodities”, la creación de barrios de emergencia se mantiene prácticamente en 30 o valores más altos durante casi 9 años, empezando a denotar una característica estructural de este tipo de vivienda en el AMBA.

Por otro lado, cuando comparamos quinquenios, vemos que 2005-2010 fue el que más asentamientos acumuló (se crearon 157), a pesar de ser años de crecimiento económico. Esto marca claramente que la redistribución planteada, celebrada por los sectores progresistas y difundida de forma exponencial por parte del aparato propagandístico gubernamental de aquellos años tuvo  límites claros ya que toda esa lucha por “combatir la pobreza con crecimiento económico sostenido e inclusivo” no se tradujo en mejoras concretas de viviendas ni en urbanizaciones de villas y asentamientos populares. Por otro lado,  a pesar de ser impactado por la crisis financiera, el quinquenio 2010-2015 tuvo menores registros (117), pero llama la atención que fue similar a 1985-1990 (112) y 1995-2000 (112), pese a que cada período tuvo modelos económicos diferentes (un gobierno más “socialdemócrata” con Alfonsín, y uno promotor del neoliberalismo con Menem en los 90).

Un interrogante válido sobre estos temas es si los asentamientos y villas crecieron por igual en todo el Area Metropolitana de Buenos Aires. He aquí una respuesta más que interesante. Según el mencionado informe de TECHO (2016), los años 1985, 1990, 1996, 2003, 2005, 2007, 2010 y 2011, tuvieron creaciones de nuevos asentamientos en todas las regiones.

Aún así, en términos generales, GBA Norte y Oeste fueron de los más destacados en las décadas del 80 y 90 ya que mantuvieron valores de 25 o más asentamientos creados por año, particularmente en 1980, 1985 y 1990. Fue en esa época que el Gran La Plata y GBA Sur comenzaban a secundarlos.

A partir de los 2000, el Gran La Plata y el Sur del GBA comienzan a ser los actores más destacados en materia de creación de asentamientos. Y en los últimos años de la medición, desde el año 2008, el GBA Sur y el GBA Oeste superaron al resto; rompiendo la lógica anterior en donde los crecimientos regionales iban en cierta medida “acompañados” o de forma más “pareja”.

De todo esto, es fácil concluir al repensar estos análisis de índole historiográfico sobre el surgimiento y la radicación de los asentamientos en el AMBA  que las deficiencias de vivienda reflejan los límites estructurales que posee esta región del país para garantizar un crecimiento digno y saludable para una porción específica de sus habitantes.

 Como bien plantean los Diputados Fabio Quetglas y Facundo Suárez Lastra en varios artículos, durante décadas esta región careció de una “perspectiva metropolitana”, y esa visión errónea de pequeñas unidades “aisladas” (los municipios) trajo consecuencias, carencias y deficiencias de todo tipo (asociadas al transporte, la sanidad, el acceso al agua potable, y la vivienda digna, entre otras). En los últimos años, con la gestión de Cambiemos, hubo algunos avances (quizás insuficientes, pero avances en fin) en términos de mejoras de la infraestructura de acceso a agua potable (Sistema Riachuelo), urbanización de villas (como el Barrio 31, Barrio Fraga, Papa Francisco y Rodrigo Bueno) y transporte (viaductos, metrobuses y el Puente Lacarra que une CABA y Lanús, por ejemplo).  Se buscó crear, en mayor o menor medida, lo que Quetglas denomina una “red de ciudades”

Así, es fácil comprender, en sintonía con lo que plantea este Diputado Nacional de la UCR, que el impacto de un crecimiento desordenado como el que existió afecta negativamente a los aspectos urbanísticos, logísticos y sanitarios de la región.
Una paradoja al analizar este tema es que, en realidad, los asentamientos crecieron bajo modelos económicos diferentes y  tanto en épocas de crisis como de bonanzas
-como la del megaciclo de commodities en los inicios de este caótico SXXI-. Ni siquiera el Kirchnerismo, que levantó banderas de “inclusión social” y “defensa de los más humildes” hizo algo realmente concreto por la inclusión social de los marginados durante el período más provechoso de este Siglo.

En suma, todo esto nos permite pensar que algunos problemas como la falta de viviendas exceden a algunos gobiernos puntuales y son transversales de las distintas gestiones. Así, sería necesario  afrontar una mirada estratégica de largo plazo (sostenida independientemente de cuál sea el partido o coalición que gobierne) que impulse la reurbanización de los barrios marginados, y por qué no también el diseño y políticas públicas que promuevan el desarrollo y la creación de empleo en las provincias, a fin de promover una nueva migración de esta población vulnerable al interior del país, tratando de mitigar, por un lado, las altas tasas de crecimiento demográfico que ha tenido la población en el AMBA en los últimos tiempos, y por otro, la creciente desigualdad demográfica que existe entre la Provincia de Buenos Aires con respecto a las otras provincias que componen nuestra Nación. Y he aquí, nuevamente, una coincidencia con Quetglas, quien parafraseando a Alberdi enunció acertadamente que “gobernar es poblar… bien”.

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