viernes 17 de mayo de 2024
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Sobre la Corte

Se le atribuye al jurista MARCELO BIELSA una frase a primera vista banal, pero con un significado enorme para la economía y los mercados: “si la justicia anda bien, aunque todo ande mal, todo puede andar bien; si la justicia anda mal, aunque todo ande bien, todo va a andar mal”.
Es por esto que las designaciones en la Corte Suprema de Justicia constituyen dato fundamental para el análisis, que trasciende los límites del derecho: permite entender la cosmovisión que tiene un gobierno de la calidad que pretende del sistema institucional y así, vaticinar lo que viene y cómo viene, no tanto para lo inmediato sino y, sobre todo, para el mediano tiempo histórico.
Los antecedentes son esenciales. Desde la vuelta de la democracia, en general se dio primacía en la mayoría de los casos a tres aspectos: los antecedentes técnicos e integridad de los candidatos, más allá de que se pueda o no estar de acuerdo con su pensamiento; su procedencia, atento a que el federalismo en la cámara de senadores no se puede pasar por alto, y que asegura, además, una mirada desde la justicia de un país vertebrado y no centralista; como tercero, ya más acá en el tiempo, el género de las personas propuestas, en la búsqueda de un equilibrio entre hombres y mujeres.
Tres elementos entonces que independientemente del signo político, marcaron una línea en la selección de los jueces para la integración del máximo tribunal de justicia. En un caso, sin embargo, hoy tan reivindicado desde una memoria selectiva desde lo institucional, se hizo caso omiso y se siguió otra línea. Se inauguró uno de los tiempos más bochornosos de la historia del Tribunal, marcado por lo que se denominó vernáculamente “pragmatismo”: el logro fue el control del poder judicial a través de lo que se llamó la “mayoría automática”. Para ser más directos y concretos, no eran jueces independientes sino obedientes del poder de turno.
Como siempre con las cuestiones institucionales, al principio fue un dato menor para el mercado, y ni que hablar para la gente de a pie. Hoy, con perspectiva histórica, es posible sostener que esa fue una de las expresiones más marcadas del inicio de una década de decadencia moral, que nos trajo hasta acá.
Se sumó luego otro caso que acentuó esa decadencia. Empezó bien, pero terminó sumándose a esa línea con astucias igual de graves. Con algo de arrepentimiento por su accionar inicial, quiso componer la marcha con cambios en la composición y, cuando no fue suficiente, pretendió ir por todo; por suerte no pudo. No sería osado sostener que en ese límite se salvó el sistema institucional argentino de una debacle completa.
El Gobierno nacional hizo conocer dos candidatos para la Corte Suprema. Ojalá sirvan estas reflexiones para los senadores de la Nación, porque como se puede ver, no es anecdótico lo que está en juego. También para los operadores del mercado, porque todo tiene su precio, y en este caso es el más importante de todos: se llama riesgo político.

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