De chico me atrajeron las historias sobre la Guerra Civil Española, desde que en los cumpleaños de mi mejor amigo, avanzada la noche, los mayores tomaban la posta y, algún simpatizante del PC entonaba algo cercano a la letra de La Tortilla. No entendía mucho aun de política pero me causaba más gracia (escatológica) que sentimiento, sobre todo por eso de que “la tortilla se vuelva”. Conocí otras historias de primera mano de gente que había participado en alguno de los bandos enfrentados. Siempre las consideré más ricas, por su veracidad, que a los ensayos históricos.
En los noventa me contaron sobre una familia catalana sobrevivió en la montaña traficando comida dentro de huecos hechos en libros de tapa dura. No estaban ni con los alzados ni con los legales. Con el tiempo, una rama de esa familia vino a la Argentina y se hicieron empresarios medianamente exitosos. Hasta su muerte, el patriarca familiar viajó orgullosamente por el mundo con pasaporte Argentino.
Recordé esta cuando comencé a leer Sin tu venia, primera novela de Hernán Labate. Bien podría ser la historia de “los gallegos”, la pareja que se encuentra en Pamplona y atraviesa, primero España y luego la frontera para llegar a instalarse en Buenos Aires y reiniciar su vida en Córdoba.
Juana y Paco son jóvenes, viven en ciudades diferentes, están recién iniciando su juventud cuando los acontecimientos del 36 los atraviesan. A uno como trabajador en Toledo, a la otra como una recién egresada del Colegio en Pamplona. Uno de familia trabajadora, la otra hija de un importante militar que ejerce mando en la ciudad de los toros, de las primeras en caer en manos sublevadas.
Paco tiene el carnet del PC, ha leído a Marx y a Gramsci, se involucra en los reclamos obreros de Toledo, es testigo de la resistencia del Alcázar.
Juana es pianista, ha perdido a su madre y su hermano y sus abuelos son su mundo. Su padre es un militar alzado que no comprende las preocupaciones de su hija y que obliga a su hermano a seguir su carrera.
La literatura canónica sobre el tema se construye de un mundo de buenos muy buenos y malos muy malos. Labate evita el lugar común. Sus personajes tienen ideas, y también confusiones propias de una guerra que no terminan de comprender, sobre todo cuando se lleva a sus personas más cercanas o deben abandonarlos para sobrevivir. En el transcurso de la novela, mientras se convierten en adultos, llegan a la conclusión de que en esa España convulsionada no hay lugar para ellos. Gane quien gane.
En Por el cambio, Ignacio Varela plantea que “el tránsito a la democracia (en España) se hizo posible cuando los hijos de los vencedores de la guerra comprendieron que la convivencia valía más que su victoria y los hijos de los perdedores aceptaron que la libertad valía más que la revancha”. Sin dudas Manuel, el hijo de los gallegos y quien toma la posta del relato, hubiese adherido a esa afirmación.
Publicado en Perfil el 30 de junio de 2024.