Sesenta y nueve convencionales electos han iniciado el lunes 14 de julio los trámites políticos para reformar la Constitución de la provincia de Santa Fe. Cuando concluyan su labor, sólo la provincia de Mendoza sostendrá la cláusula que exige al gobernador un solo período, una disposición que en 1983 valía para todos los gobernadores y el propio presidente de la nación.
En Santa Fe, por lo pronto, hay dos certezas: la nueva constitución permitirá que el gobernador pueda ser reelecto, pero esa reelección no será indefinida. Agregaría una tercera certeza: Maximiliano Pullaro, el actual gobernador, se presentará como candidato, una predicción previsible porque hasta la fecha los presidentes -Perón y Menem- más la larga saga de gobernadores, cada vez que impulsaron una reforma constitucional luego fueron candidatos porque, a decir verdad, desde el punto de vista del poder, la reelección es un objetivo central, no el único pero sí el decisivo.
Y los esfuerzos retóricos que realizan políticos para considerarlo un detalle menor no hace más que verificar que toda reforma constitucional se hizo para reformar la cláusula alberdiana de un solo mandato.
Se dirá que el mundo desde los tiempos de Alberdi a la fecha ha cambiado mucho, pero me atrevería a observar que lo que permanece intacto es un concepto de poder y, si se me permite la licencia, mis referencias principales para expresar este recelo son Shakespeare y Maquiavelo. Y si reclaman una bibliografía más actualizada incluiría a Weber, Bobbio y Bertrand de Jouvenel.
A modo de síntesis, diría que lo que distingue el dilema central de la política es la tensión entre el ejercicio del poder y los límites a ese ejercicio. Que nadie se alarme. En la provincia de Santa Fe el proceso reformista se realiza cumpliendo todas las disposiciones legales. La nueva constitución forjará un nuevo marco jurídico que intentará equilibrar las nuevas relaciones de poder.
Pullaro no es un déspota ni pretende emular a Insfrán o a Zamora. No es su temperamento ni vive en una provincia poblada por ciudadanos sumisos. Pullaro construye y disputa el poder respetando las reglas de la democracia como corresponde a un reconocido discípulo de Alfonsín.
Podrá acordarse o no con la propuesta reeleccionista de Pullaro, pero desde el.punto de vista estrictamente legal la pretensión de aprobar la reelección del gobernador no hace màs que poner en sintonía la constitución de la provincia con la Constitución Nacional reformada en 1994, reforma que, como nadie ignora, tuvo como aspiración excluyente habilitar la reelección de Menem.
Santa Fe le dirá adiós entonces a la Constitución redactada en 1962, en un tiempo de zozobras e incertidumbres como suelen ser todos los tiempos políticos. La provincia no está eximida de las crisis que sacuden a la nación, pero respecto a las cuestiones constitucionales creo que es oportuno decir que de las borrascas, los dolores y heridas que la afligen, la Constitución de 1962 es inocente.
Siempre corresponde tener presente que una Constitución es un indispensable marco legal, una suma de disposiciones que asegura garantías, exige deberes y establece reglas de juego, pero la realización de la política se despliega con sus conflictos y contradicciones en el campo social, en el territorio en el que se comprometen intereses y valores.
¿Ejemplos? Que la constitución nacional se haya sancionado en 1853 fue un logro histórico, pero ello no impidió que las guerras civiles continuaran durante casi treinta años, es decir hasta que el estado nacional logró imponer su lógica de poder.
Se sabe que Santa Fe es una de las provincias centrales del territorio nacional. Lo fue en los tiempos del brigadier Estanislao López, lo fue al momento de redactar la Constitución Nacional de 1853 y lo fue a la hora de consolidar el estado nacional en 1880. En otras condiciones, esta gravitación la mantiene junto con Córdoba, Buenos Aires y Entre Ríos. Hablo de la denominada “región centro” que además de un dato territorial podría -y tal vez aspire- a convertirse en una referencia política del centrismo democrático y republicano.
La mención adquiere inusitada actualidad porque en estos tiempos presentes vuelve a hablarse de una liga de gobernadores en legítima contradicción con el gobierno nacional. Ignoramos el desenlace de este conflicto, pero no es descabellado suponer que algunas de las contradicciones que nos desgarran tengan que ver con esta expresión territorial cuya referencia política más visible se expresó durante el conflicto de la denominada “125”.
Los ajetreos de la constituyente santafesina politizan el ambiente y dan lugar a las más diversas especulaciones. En principio, lo que parece estar fuera de discusión es que el gobernador sigue ocupando el centro de la escena. La convocatoria misma de la constituyente es una demostración de la legítima cuota de poder que ejerce.
Que Pullaro haya logrado hacer efectivo un proyecto que muchos gobernadores intentaron en vano, da cuenta de su actual liderazgo, de sus aspiraciones a ser reelecto y, de sus expectativas en transformarse en un dirigente político con aspiraciones nacionales. Es joven, conoce las reglas del poder, sabe negociar, dispone de las cuotas de paciencia que exige la política y , como dijera en tono elogioso Beatriz Sarlo, posee la virtud de llevar el veneno de la política en las venas.
Publicado en Clarín el 15 de julio de 2025.
Link https://www.clarin.com/opinion/santa-fe-reforma-constitucional-reeleccion-acotada_0_BI9E6z5S0h.html