viernes 11 de octubre de 2024
spot_img

Roque Carranza: el ministro amigo íntimo de Alfonsín que ocupó una de las sillas malditas del gobierno radical

Raúl Alfonsín recibió un llamado doloroso cuando bajaba el sol del segundo sábado de febrero de 1986. Acababa de morir en la residencia que ocupaba en la guarnición del Ejército de Campo de Mayo, uno de sus mejores amigos, Roque Carranza.

El fatídico ministerio de Defensa de la restauración democrática volvía a escena del peor modo, el desgaste al frente de esa cartera se llevaba otro hombre del presidente. El primero había sido Raúl “El Flaco” Borrás, en mayo de 1985, con tan solo 51 años.

“Carranza y Alfonsín eran dos tipos callados que se admiraban mutuamente”, recuerda Margarita Ronco. La inmarcesible secretaria del primer presidente de la democracia recuperada funciona como una memorabilia alfonsinista a corazón abierto.

La información oficial escueta fue la del deceso por paro cardíaco que se produjo mientras nadaba en la piscina de la unidad militar. Algunos periodistas sostienen que fue electrocutado.

Entre la militancia, arreciaron las versiones conspirativas. La desconfianza traspasó fronteras, el diario español El País enumeró las sucesivas muertes en el área de Defensa como parte de una confabulación inexplicable.

Tras la repentina muerte y cuando Alfonsín buscaba un sucesor para Defensa, el diario Clarín mostraba al secretario general cegetista, Saúl Ubaldini, adelantado a su tiempo, recibiendo -en la sede histórica de la calle Azopardo- a la diputada conservadora María Julia Alsogaray para consensuar las críticas al programa económico del ministro Juan Sourrouille.

Quién era Roque Carranza, un “adelantado” a Google

Carranza era ingeniero industrial y su músculo militante se había forjado en la lucha estudiantil reformista contra la década infame, el nazifascismo en la Segunda Guerra, y el golpe de 1943. En esa década, fue analista estadístico de la Unión Industrial Argentina. “Fue el primero en la historia de la gremial empresaria”, recuerda el diputado nacional (mc) Marcelo Stubrin.

Afiliado a la Unión Cívica Radical, pasó por cargos burocráticos de segunda línea durante la dictadura de la Libertadora. Finalmente, le llegó su oportunidad como secretario técnico en el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE) junto a Arturo Illia. Con su íntimo amigo Germán López eran los “lobeznos” del presidente, según Primera Plana.

En los años esquivos del Onganiato y la última dictadura se dedicó a la consultoría internacional, y a difundir sus ideas sobre la imperiosa necesidad de la planificación en la gestión pública. “Un cepalino”, dirían algunos por su pertenencia al think tank que formó Raúl Prebisch en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

“¿Vieron que ahora cuándo queremos saber algo lo primero que hacemos es entrar a Google? Nosotros en esa época, lo consultábamos a Carranza. Él era nuestro Google”, recuerda la diputada nacional (mc) Laura Musa.

Había un denominador común en cada uno de sus despachos, la inmensidad de su biblioteca que crecía año tras año.

“Un verdadero sabio poco común. Jamás se guardó un solo centímetro cuadrado de conocimiento para él, esa entrega lo eleva a la categoría de maestro”, fueron las palabras que eligió Stubrin en el discurso de despedida en el Cementerio de la Recoleta.

En la campaña victoriosa de 1983, le había tocado presidir el encuentro de Ciencia y Tecnología, y acceder a la vicepresidencia primera de la Convención nacional de la UCR. Hombre de partido, de la Comisión de Economía, creía en un Estado fuerte capaz de generar demanda para sentar las bases del desarrollo. Idea rectora del amplio abanico de sectores que conformaban el radicalismo por aquellos años, a la vez compartidos por todas las fuerzas populares.

En la vuelta definitiva a la democracia, asumió el estratégico ministerio de Obras y Servicios Públicos, al que siguió auscultando a pesar de su mudanza a Defensa.

Con la sorpresiva partida de Carranza, a los 66 años, al trípode que sostenía la mesa chica de Alfonsín le quedó un sólo hombre, Germán López. El mayor de todos, quien cuatro días después, muy a su pesar, juró por Dios, la Patria y los Santos Evangelios desempeñar el cargo que se había llevado a Borrás y Carranza en menos de tres años.

La brasa caliente incluía el avance de los juicios a los principales jerarcas de la dictadura y el malestar, puertas adentro de los cuarteles, entre los cuadros intermedios de la oficialidad.

Si bien el Plan Austral había logrado frenar la escalada inflacionaria que se había desmadrado desde el Rodrigazo, los sueldos “pisados” y la ostensible caída presupuestaria tampoco sumaban adhesiones entre los suboficiales.

Casi como un designio final del destino, el deceso de Carranza originó el ingreso de los primeros dos jóvenes de la Junta Coordinadora Nacional en la Rosada.

Carlos Becerra, con 36 años, renunció a su banca de diputado para hacerse cargo de la secretaría general; y Facundo Suárez Lastra, con 31, dejó la presidencia del Concejo Deliberante porteño para incorporarse al ministerio del Interior que encabezaba Antonio Tróccoli.

A pesar del tiempo transcurrido, la memoria de Carranza fue mancillada por el atentado en la estación Plaza de Mayo de subte de abril de 1953, que dejó seis muertos y 90 heridos.

Con 34 años, cayó preso. Fue torturado y picaneado por orden del teniente coronel Jorge Osinde, hombre de confianza del general Perón y jefe de Coordinación Federal.

En 1958, ya en sede judicial, la Cámara de Apelaciones confirmó la prisión para el alto oficial del Ejército por los reiterados apremios ilegales contra decenas de presos políticos. Carranza declaró que se quebró y aceptó su “responsabilidad en los hechos” cuando, ya no conformes con la tortura, amenazaron a su familia.

Ya en 1985, Horacio Verbitsky, con la publicación sobre el fallido aterrizaje de Perón en Ezeiza y el cruento enfrentamiento, volvió a poner a Osinde en escena, y ratificó la obsesión del amigo de Perón por torturar jóvenes desde los lejanos años 50.

Publicado en Clarín el 17 de febrero de 2024.

Link https://www.clarin.com/politica/roque-carranza-vida-extrana-muerte-ministro-amigo-intimo-alfonsin-ocupo-sillas-malditas-gobierno-radical_0_pXc4USZk53.html

spot_img
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Alejandro J. Lomuto

Entre Lula y Bolsonaro, vuelve a hacerse fuerte el amplio centro en Brasil

Alejandro Garvie

Postales del fin del trabajo conocido

Julián Álvarez Sansone

Aumentó la pobreza: ¿Qué estuvo haciendo Pettovello?