viernes 26 de julio de 2024
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¿A quiénes benefician las innovaciones de Google?

En el 2001 usaba el buscador Altavista. Apareció uno con nombre divertido, Google. Me encantó. Más claro, más rápido. Entusiasmaba lo que ofrecería a futuro.

Tenía la esperanza de una gran evolución de Google, tras su inicio. Gordon Moore, cofundador de Intel, afirmó que los chips duplican su capacidad cada dos años. Las plataformas incorporan esa progresión y multiplican servicios. ¿Qué no haría Google en la segunda versión de su buscador?

Soñé una versión superadora. Explicaba a mis alumnos que seguramente ya estaba en marcha: tendrían un buscador sutil, con una matriz interactiva de criterios que le permita darnos justo lo que queremos. Un buscador “a la carta”.

Los algoritmos rastrearían, según nuestros criterios, los artículos, estudios y ponencias de mayor calidad del mundo (traducidas, claro). Pasaríamos de la primera versión, de mucha cantidad y baja utilidad de datos, a una preselección automática de lo realmente relevante para cada uno. Usarían su tecnología para ahorrarnos la tarea penosa de “googlear” a mano. Aunque cobren. No ser los buscadores, sino que Google busque por nosotros.

No sucedió. Hace 15 años que el buscador y sus criterios de selección son casi iguales. Nos dieron primero una bicicleta de datos pero hoy no nos dan una Ferrari. Tienen más datos, pero nadamos penosamente en ese océano infinito. Nos ayudan apenas un poco más que al inicio.

Google se quedó. Como tuvieron éxito con su primer modelo de buscador, lo mantuvieron. Les confiamos nuestros datos, búsquedas y preferencias.

Hubo mejoras importantísimas, pero no para sus usuarios. Desde el 2000, Google dejó de ser independiente, libre de publicidad. Sus inversiones buscaron recaudar cada vez más con “Google Ads”, que hoy representan el 90% de sus ingresos. Los algoritmos nos desnudan. Ofrecen nuestros datos, predicen nuestras acciones, emociones y preferencias, y las venden a miles de organizaciones que nos ofrecen prendas, libros, candidatos o ideologías.

La empresa de mayor capacidad tecnológica del mundo usa la revolución de la tecnología para sus propios intereses, no para servir a sus ciudadanos o clientes, los que legitimamos su rol social. Pero lo más grave es que cambiaron sus valores de empresa. Desplazaron ilegítimamente a sus competidores.

Google ofreció a los fabricantes de equipos un porcentaje de sus ingresos si los instalaban como la opción directamente accesible al iniciar los equipos, llamada “opción predeterminada”, la que sigue usando más del 90% de los usuarios.

En 2007, Apple quiso instalar una ventana inicial de elección para los usuarios. Google le advirtió que, si no era el buscador predeterminado, no le pagaría su porcentaje de ingresos. Apple cedió, por unos US$6.000 millones anuales.

Pagar para desplazar la competencia es un comportamiento predatorio. No compiten con mejoras para cautivar al cliente. Compran la primera fila de la elección de buscador, con un regalo “que no conviene rechazar”. Difícil lanzar un nuevo servicio, Google es “el elegido” por todas las marcas.

Los comportamientos predatorios dañan a los clientes. Pero también dañan al monopolio que ejerce ese poder dominante. Google no creció, no innovó, como hubiera podido. Cómodo en su liderazgo, en parte comprado, se durmió en sus laureles.

Datos extraoficiales “a boca de urna” recogidos en fuentes partidarias del oficialismo indican que Cambia Mendoza supera el 40% de los votos y que la diferencia con Omar De Marchi, el candidato del frente opositor, La Unión Mendocina, estaría entre 8 y 12 puntos porcentuales. 

En tanto, fuentes del peronismo indican que la ventaja de Cornejo sería “de 10 a 16 puntos” sobre La Unión Mendocina. El Boca de Urna final con el que contaría el oficialismo ahora indicaría una ventaja de 44 a 32 a favor de Cambia Mendoza.

Minimizaron el advenimiento del ChatGPT, la aplicación conversacional de inteligencia artificial. Ahora corren de atrás, impulsando su ChatBard, a la búsqueda del tiempo y del liderazgo perdidos.

El juicio, que se resolverá en 9 semanas, se refiere a Google. Pueden dividirlo en partes, o impedir la compra de preferencias indebidas y multarlo. Pero nos permite repensar la revolución tecnológica e iniciar un debate mucho más profundo. Los sistemas, como la IA, las empresas globales, y sobre todo los Estados, en su uso de las tecnologías, tienen que estar bajo control.

Mercado y Estado deben legitimarse día a día en su uso de nuestros datos, de la tecnología, de la IA. Los urgimos a no jugar sucio en el mercado, los unos, ni a ocultar o manipular información pública, los otros. Requerimos que nos brinden, como usuarios o como ciudadanos, lo mejor y más transparente de sus adelantos. Queremos saber de qué se trata, y decidir por nosotros.

Publicado en Clarín el 23 de septiembre de 2023.

Link https://www.clarin.com/economia/benefician-innovaciones-google_0_LT4tlsAB9j.html

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