sábado 27 de julio de 2024
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¿Quién es Geert Wilders, el ultraderechista ganador de las elecciones holandesas?

En principio no es un advenedizo de la política, tanto como que es el diputado con más años de servicio en el parlamento holandés. Se parece más a Jair Bolsonaro que a Javier Milei, para comparar con nuestra región. Su victoria es una sorpresa para Holanda y una mala noticia para Europa.

Apodado “Mozart” por su peinado, o el “Trump holandés”, Wilders, de 60 años, ingresó a la política en 1998 como miembro del Partido Popular por la Libertad y la Democracia, con orientación de centro derecha (VVD), al que renunció – otros dicen que fue expulsado – en 2004 por considerar que su agrupación hacía demasiadas concesiones a los musulmanes. Dos años más tarde fundó el Partido por la Libertad (PVV), antimusulmán y antiinmigratorio, que resultó primero en las elecciones generales holandesas del pasado 22 de noviembre, ganando 37 de los 150 escaños del parlamento, con el 23,6 por ciento de los votos. Con las alianzas en marcha es seguro que formará gobierno y estará al frente de él.

Siempre ha tenido una buena base de apoyo de los votantes, solidificados en derredor del discurso antimarroquí que es la tercera comunidad extranjera más grande de inmigrantes en los Países Bajos. Wilders aboga por “priorizar los intereses de los neerlandeses” – un remedo del “América Primero” de Trump”, como eje de campaña, y aunque en el parlamento siempre ha estado aislado y mantenido al margen por los otros bloques, ahora hay muchas posibilidades de que esto cambie.

Vinlo es el pueblo donde nació Wilders, una pequeña ciudad en la provincia conservadora y mayoritariamente católica de Limburgo. De padre holandés, es de ascendencia indonesia por parte de su madre. Al terminar la secundaria vivió dos años en un kibutz agrícola en Israel; su esposa es una inmigrante húngara.

En el VVD fue asistente del diputado Frederik Frits Bolkestein, un alto ejecutivo de Shell y un dirigente de peso en el partido, uno de los primeros políticos holandeses neoliberales en volverse contra el multiculturalismo y la inmigración. En 2002, Wilders “heredó” los seguidores del populista, mediático e incorrecto Pim Fortuyn, asesinado por Volkert van der Graaf, un activista pro-derechos de los animales, 9 días antes de las elecciones generales holandesas de ese año. Eso no impidió que su partido político obtuviese el segundo puesto con el 17 por ciento de votos, obteniendo 26 escaños.

El PVV contribuyó a dar impulso a una ola de populismo de derecha en toda Europa. Su principal eje político es la oposición al islam, que según Wilders no es una religión sino una ideología. Eso, sostiene, haría constitucional prohibir las mezquitas y el Corán y cobrar impuestos a las mujeres musulmanas por usar velo. Los primeros partidos populistas, como el de Fortuyn, se habían desmoronado debido a la disensión entre sus miembros. Wilders encontró una manera de evitarlo: es el único miembro del PVV y toma todas sus decisiones junto a un reducido equipo de asesores que han estado con él desde el principio.

En 2010, el PVV obtuvo el 15,5 por ciento de los votos y 24 escaños en el parlamento, y llegó a un acuerdo para respaldar al gobierno del entonces líder del VVD, Mark Rutte. Cuando estalló la crisis del euro en 2010-11, Wilders viró hacia la oposición a la unión monetaria de la UE, denunciando la ayuda a Grecia. Después de que Rutte comenzara a planear recortes en el presupuesto holandés, Wilders retiró su apoyo del gobierno. Desde entonces, todos los demás partidos importantes lo han rechazado, considerándolo no sólo radical sino también un socio poco confiable.

En 2016 fue declarado culpable de incitar al odio al convocar en un discurso a favor de “menos marroquíes” en los Países Bajos. La crisis migratoria de 2015-16 dio un nuevo impulso a su partido. Su porcentaje de votos siguió siendo sustancial: obtuvo el 13 por ciento en 2017 y el 11 en 2021.

Su proximidad al poder ha suavizado sus posturas ultraístas, declarando que el “tema de la inmigración puede esperar, hay otros más urgentes”, para acomodarse al favor de los parlamentarios más reacios en negociar su seguro cargo de primer ministro del país en el que Baruch Spinoza filosofó en torno al respeto por la condición humana.

A Spinoza le preocupaba que la comunidad liberal y secular, en la que cada uno practicara su fe religiosa e interviniera como ciudadano, estuviera amenazada por demagogos políticos y religiosos que buscaban desviar a Holanda de su política oficial de tolerancia. Valga recordar que el documento fundacional de la república, la Unión de Utrecht de 1579, proclamó que “cada individuo debe permanecer libre en su religión, y nadie debe ser molestado o interrogado sobre el tema del culto divino”.

Lo que más preocupaba a Spinoza era la forma en que líderes sin escrúpulos podían agitar pasiones religiosas y manipular los temores de los ciudadanos. Sobre todo, fue alentar el temor a la condenación eterna lo que permitió a los eclesiásticos y sus aliados políticos controlar los corazones y las mentes de la gente corriente.

Hoy Wilders es aquel demagogo – aunque laico – temido por Spinoza. Paradojas del destino.

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