Luego de múltiples desencuentros, el 30 de abril Ucrania y los Estados Unidos anunciaron la firma de un Acuerdo consagrado a la explotación de los recursos naturales ucranianos. En ese Documento se estableció la creación de un Fondo dedicado a la inversión y reconstrucción del asolado país, financiado por los recursos minerales y energéticos radicados en Ucrania.
En verdad el padre de la idea fue el presidente Zelensky, quien en el año 2024, buscó asegurar una alianza que no contaba con el apoyo del entonces candidato republicano Donald Trump. Luego del triunfo, y fiel a su política de acuerdos económicamente rentables, Trump monetizó la continuidad de la política de ayuda del presidente Biden estimando una deuda en US$350.000 millonesy reclamó un canje: pago de la deuda por la ayuda militar con una participación en las riquezas del subsuelo ucraniano.
En esa línea, Washington adoptó una política de debilitamiento a Zelensky que alcanzó una teatralidad global el 28 de febrero en la Casa Blanca: en el despacho del poder americano fue humillado un Presidente que con dignidad supo defender la causa nacional ucraniana. En Moscú obviamente esta escena fue celebrada.
En poco tiempo todo cambió. Internamente la imagen de Trump se deterioró y su caída fue graficada en diversas encuestas: un sondeo para CNN mostró una aprobación de un 45% a su gestión de 100 días, mientras que en los sondeos del Pew Institute el 49% de la población sostuvo que la economía se debilitó.
En esa línea también se anota una amplia encuesta del Public Religion Research Institute: allí se indica que sólo la mitad de los cristianos blancos aprueban la gestión Trump, que el 41% de los jóvenes la apoyan y que el voto hispano a Trump sólo alcanza el 27%.Este deterioro seguramente incluye la reprobación del conflicto de intereses, que informó el New York Times, que involucra a una empresa de cripto-monedas controlada por la familia Trump.
Una nueva realidad también suma las crecientes diferencias entre miembros del gobierno en torno a temas no menores. Uno de los ideólogos fundacionales del trumpismo, Steve Bannon, públicamente define a Elon Musk como un hombre “vencido”, mientras el Consejero de Seguridad Waltz acaba de renunciar.
Pero por encima de las fracturas internas, el factor que mas influye en las decisiones de. Trump refiere a una cuestión que asocia lo externo y lo interno: dólar y China. ¿Qué pretende Trump: quiere un dólar débil o un dólar fuerte? La tan publicitada reindustrialización reclama un dólar débil, pero es necesario un dólar fuerte para cubrir los déficits y asegurar el futuro del centro financiero hegemónico. Este dilema refleja el estado de una economía global organizada en torno a dos ejes: China el espacio manufacturero dominante y los EE.UU en la dimensión financiera.
En esa nueva realidad el desafío chino es ostensible: Trump ha dicho que “espera una llamada telefónica de Pekín”, refiriéndose a la guerra global en torno a los aranceles. Como se sabe el presidente Xi no lo llamó y lo desafió en un tema no menor: el 4 de abril China interrumpió la ventas de “tierras raras” a los EE.UU. Se trata de algunos metales, casi desconocidos, que son imprescindibles en varios sectores, particularmente en materia de defensa y electrónica.
De esas “tierras”, que hoy perturban los planes de Trump, China extrae el 70% y lidera su transformación. En este laberinto Trump encaró primero hacia Groenlandia, pero advirtió que esa invasión-que proponen sus halcones como el vicepresidente Vance- terminaría de consagrar el divorcio con Europa y en nada se diferenciaría con Rusia. En la búsqueda de opciones apareció la “oferta de canje, ayuda por tierras raras” del Presidente Zelensky que acaba de cerrarse transformando el mapa estratégico global en la medida que podría estar mutando el formato de la guerra de Ucrania.
Este nuevo contexto explica el Acuerdo firmado por Ucrania. No había opciones, Europa todavía no está capacitada para reemplazar a los Estados Unidos como garantes de su seguridad. Los tiempos condicionan la agenda y la OTAN necesita un reseteo. No puede prolongarse el estado de amenaza rusa, mas que reformas hacen falta proyectos alternativos. Los europeos deben invertir tiempo y recursos para lograr enfrentar a las potencias depredadoras, en un contexto de aceleración histórica y de competencia entre proyectos imperiales.
La firma del Acuerdo Ucrania/EE.UU es un ejemplo de lo que viene. Ucrania está en condiciones de acompañar esta nueva agenda. Según el Instituto de Sociología de Kiev, en marzo la tasa de confianza del Presidente alcanzó el 67%. Parte de ese capital se debió a la humillación que sufrió en la Casa Blanca. Toda Ucrania la compartió. Esa sociedad favorecerá por un tiempo a personalidades asociadas a la defensa de su país y a la resistencia a la agresión.