En una renovada crítica a recienten expresiones del Presidente, Javier Milei, en las que hizo claras referencias discriminatorias hacia la comunidad homosexual, el diputado nacional de la UCR, Fabio Quetglas, consideró peligroso que desde el poder se hagan aseveraciones sobre las conductas que adopten los ciudadanos en sus aspectos de su vida íntima por considerar que no le compete al Estado involucrares cuando éstas no transgreden leyes generales tras lo cual juzgó que esa interferencia pública “es más propia de una teocracia, del absolutismo monárquico, de la dictadura del proletariado o incluso de las autocracias militaristas latinoamericanas, que de una democracia pluralista”.
El legislador radical, desde su cuenta de X, se refirió a reciente expresiones públicas con las que el primer mandatario descalificó a las parejas homosexuales y a la comunidad LGTBIQ+. Al encabezar cada una de sus reflexiones, Quetglas escribió ‘Moral del Estado’ y apuntó luego: “Es peligroso cuando, desde un lugar de Poder, se hacen aseveraciones sobre las conductas de los ciudadanos, en los infinitos aspectos de la vida que no le competen al Estado, en tanto no se trasgredan Leyes generales”, dijo Quetglas.
Añadió: “La idea de interferencia pública, es más propia de una teocracia, del absolutismo monárquico, de la dictadura del proletariado o incluso de las autocracias militaristas latinoamericanas, que de una democracia pluralista”, tras lo cual redactó: “Las prácticas sexuales, el modo de vestir, las preferencias dietarias, las opciones espirituales, los gustos artísticos, constituyen elecciones relevantes en la vida de las personas, respecto de las cuales el Estado solo puede actuar a modo informativo. No juzgando…”, advirtió
Al reflexionar sobre esta cuestión, en un hilo de twist, el diputado radical, escribió: “El juicio, y sobre todo el juicio infundado, cargado de un sesgo que obedece a la precaria formación personal de quien no está dispuesto a comprender la complejidad, es la puerta abierta hacia la moralización violenta de la vida pública” y dijo luego: “Los argentinos/as hemos aprendido a lo largo de décadas, que la convivencia es difícil, pero es una mejor opción que la segregación, el supremacismo o la intimidación…”.
“El dilema real no es ser parte de una “batalla cultural”, cuya beligerancia nunca se podrá modular, sino construir una atmósfera democrática, donde la diferencia nunca sea una amenaza sino una fuente de riqueza y creatividad”, apuntó Quetglas.