Por Juan Pablo Laporte
El gobierno que asumirá el 10 de diciembre se enmarca en un escenario externo e interno con características estructurales que le imponen límites y oportunidades.
En relación con los condicionantes externos, cuatro actores mundiales se presentan con un dominio proporcional en el área que busca fortalecerse el nuevo gobierno: la economía y el comercio internacional. En este sentido, Estados Unidos representó el 18,48% del producto interno bruto global en 2022, mientras que China un 15, 57%.
La Unión Europea lo hizo en un 14,56%. En total, Estados Unidos, China y la Unión Europea participan en el producto bruto global en un 48,61% (datos de Statista, 2023),. El resto del mundo – considerado como el Sur Global- representa el 51,39% del GDP. En este orden global de cuatro espacios de poder económico diferenciados, la Argentina tendrá que diseñar un relacionamiento externo de equilibrios complejos.
Asimismo, la política exterior tendrá dos criterios que deberá armonizar. En primer lugar, un realismo de un mundo repartido en mercados diversos orientado por una política exterior que la nueva coalición gobernante la define como “comercialista”. En segundo lugar, su mirada ético normativa sobre el “mundo libre” Ambos, se observa que comienzan a resolverse con una nueva definición presidencial de la política doméstica y exterior: el pragmatismo.
En relación con los condicionantes internos, mencionaremos los cuatro pilares de la gobernabilidad y su relación con la política exterior. El primer pilar es la coalición política y parlamentaria. Esta se consolidará y ampliará en tanto la política exterior comience a tener signos de realismo internacional.
Asimismo, deberá mostrar resultados concretos en los indicadores del desarrollo humano y el bienestar de la población. Aquí entra en juego el segundo pilar condicionante con capacidad de movilización y bloqueo de las políticas anunciadas: los sindicatos y las organizaciones sociales. En este sentido, es necesario ser conscientes que en la historia mundial, nunca se retrocedió en los derechos adquiridos.
El tercer pilar, el establishment económico local, necesita varios cambios en la política económica que están atravesadas por una demanda contundente: la confianza en la estabilidad de las reglas para invertir.
En este sentido y en relación con el plan económico presentado, es fundamental el rol de los Estados Unidos en el apoyo internacional: la dolarización o su semejante; la resolución del problema de la deuda con el FMI; y las inversiones en áreas clave como la aeronáutica o la minería.
El cuarto pilar de la gobernabilidad que actúa en el país, pero que también se cimenta en el exterior, es el acceso a los mercados de capitales.
Aquí recordemos que el orden global también se consolida en un equilibrio cuadrangular en cuatro canales de financiamiento para el desarrollo: el Build Back Better World Partnership y el Americas Partnership for Economic Prosperity de los Estados Unidos; el Global Gateway de la Unión Europea; la Belt and Road initiative y el Asian Infrastructure Investment Bank de China y el New Development Bank de los BRICS – que pretende transformarse en el banco del Sur Global.
Este nuevo escenario presidencial se sustenta en los cuatro condicionantes internos y externos mencionados, y solo podrá tener éxito en la búsqueda de consensos cada vez más amplios de la clase dirigente. Pero como siempre, la Argentina deposita todas las expectativas de resolución en el lado más personalista de su sistema político democrático: el presidencialismo.
Publicado en Clarín el 8 de diciembre de 2023.
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