jueves 31 de octubre de 2024
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Nuevas derechas: las razones de un descontento

En Estados Unidos y algunas naciones europeas se ha producido, en las ultimas décadas, un viraje en el comportamiento político de la clase trabajadora: de ser base social de la izquierda (el Partido Demócrata en Estados Unidos, partidos socialistas y comunistas en Europa), se ha transformado en bastión, en varios países, de la derecha anti-liberal (el Partido Republicano de Donald Trump en Estados Unidos, el Rassemblement National en Francia y algunos otros en Europa).

Este giro tiene dos causas. La primera es la reducción, en las últimas décadas, de puestos en industrias que generaban altos salarios, amplios beneficios, y fuerte seguridad en el empleo. Estos obreros, una clase media solida, estaban a años luz del proletariado descripto por Friedrich Engels en su libro sobre Revolución Industrial.

Pero, en Estados Unidos, los puestos en la industria manufacturera, alrededor de un tercio de la fuerza de trabajo a mediados del siglo pasado, disminuyeron a poco mas de un cuarto en 1970, y a menos del 10% en la actualidad. En Francia, la variación fue de cerca del 30% en 1970 a alrededor de 12% en 2010. Estos países siguen siendo grandes potencias industriales, pero produciendo mucho más con muchos menos empleados.

Los desplazados han conseguido trabajo, especialmente en Estados Unidos, cuya tasa de desocupación es relativamente baja, pero en general se trata de empleos con salarios inferiores, beneficios reducidos, y estabilidad menor. Entre los trabajadores calificados, esa transición implica, en muchos casos, una perdida de la identidad profesional, dado que pasan a tener ocupaciones ajenas a lo que consideraban su especialidad, y que, en muchos casos, requieren poco o ningún entrenamiento.

Esta situación genera un profundo descontento, tanto en los trabajadores que sufrieron movilidad social descendente como en aquellos que aun tienen puestos de trabajo satisfactorios, pero temen perderlos.

Las causas de la reducción del empleo manufacturero son dos: primariamente, la revolución tecnológica y, en segundo lugar, la globalización. En las décadas recientes, la digitalización, la robotización y otros productos de la tecnología de la información han transformado la mayoría de las industrias manufactureras, y otras que emplean trabajadores manuales.

La globalización ha incidido de dos maneras: la caída de barreras comerciales ha incentivado la deslocalización de firmas hacia países con menores salarios (China, México, etc.); y las migraciones masivas han expandido la oferta de trabajo, especialmente en sectores que requieren baja calificación.

Uno de los hallazgos mas antiguos de la sociología política es que tanto la experiencia de la movilidad descendente como la amenaza de padecería tienen efectos radicalizadores. En el siglo XX, este fue un factor central en la adhesión de las clases medias bajas europeas a los movimientos fascistas. En el mundo actual, la nueva derecha ha sido, en Estados Unidos y algunos países de Europa, la receptora y canalizadora de este descontento.

Esta derecha, que no es totalitaria pero tampoco muy liberal, cuya concepción de la democracia es plebiscitaria y no republicana, y que profesa un  nacionalismo étnico y a veces con contenido religioso, presenta explicaciones y soluciones atractivas para las víctimas reales y potenciales de esta transformación social. Trump (como lo hace Marine Le Pen en Francia) culpa a la globalización, o sea el libre comercio y la inmigración masiva, aunque estudios muestran que la revolución tecnológica ha sido un determinante mas importante de la re-estructuración del mercado de trabajo.

Las soluciones que propone parecen, a esta población, como intuitivamente eficaces: proteccionismo económico (impuestos altos a las importaciones), oposición a los tratados de libre comercio, deportación de inmigrantes ilegales.

La segunda causa de este giro a la derecha tiene que ver con la reorientación, en las ultimas décadas, de los grandes partidos de izquierda en estos países: han pasado a representar primariamente a sectores de la clase media alta profesional y la intelligentsia, y a minorías étnicas pobres y discriminadas, priorizando en sus programas reivindicaciones identitarias, centradas en raza, genero y sexualidad.

Mantienen su compromiso con la equidad económica y el estado de bienestar, pero en un segundo plano. Al privilegiar las demandas identitarias, de interés central para su base social actual, han debilitado sus vínculos con la clase trabajadora de la etnicidad mayoritaria, que ya no los ve como sus representantes políticos. Daron Acemoglu y James Robinson en Estados Unidos, Thomas Piketty en Francia, y muchos otros, han analizado este viraje (traición a la clase obrera, la ha llamado Piketty), que ha dejado a la clase trabajadora en situación de disponibilidad, aprovechada por la nueva derecha.

Esta reorientación de la clase trabajadora y de la izquierda ha reconfigurado, en estos países industriales, la relación entre la sociedad y los partidos. La clase trabajadora añora un pasado, el del mundo industrial de la mitad del siglo XX, poco compatible con la tecnología actual y el capitalismo globalizado.

En cuanto a la izquierda, sus consignas centrales ya no son la redistribución del ingreso o, en su segmento mas radical, una revolución social; sino el logro de mayor diversidad, equidad e inclusión, en términos étnicos y de género, dentro del régimen económico existente.

Publicado en Clarín el 12 de agosto de 2024.
Link https://www.clarin.com/opinion/nuevas-derechas-razones-descontento_0_ewKAm9xgNk.html

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