viernes 26 de julio de 2024
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Nostalgia ecuatoriana por los tiempos de Clemente Yerovi Indaburu

Un presidente interino que, en 1966, y durante siete meses, encauzó la política y la economía de su país. Se añoran otros tiempos, otras personalidades, cuando Ecuador se debate en un clima de violencia política y crisis económica endémica.

A raíz de los asesinatos del candidato a presidente por el Movimiento Construye, Fernando Villavicencio y del candidato por Revolución Ciudadana, Pedro Briones, algunos ecuatorianos rescatan la figura del presidente provisorio Yerovi, como modelo a seguir en momentos de zozobra. No es para menos, los homicidios han aumentado el 50 por ciento entre 2022 y la fecha, alcanzando más de 3500 personas asesinadas, en muchos casos, por el accionar del narcotráfico que se ha enquistado en la política del país.

Antes de ambos candidatos, hubo dos asesinatos políticos hace un mes, el candidato a la Asamblea Ecuatoriana por la provincia de Esmeraldas, Rider Sánchez y el alcalde de Manta, Agustín Intriago.

Aunque es importante distinguir que Yerovi vivió en otro mundo, el de la Guerra Fría y las dictaduras en toda Sudamérica, en donde el crimen organizado no campeaba como hoy, ni los efectos de la desigualdad azotaban a los ecuatorianos como en la actualidad y el desarrollo todavía era una esperanza. A su modo, Yerovi fue un outsider del sistema político – aunque no de las familias acomodadas – y uno de los pocos que plasmaron positivamente aquello que hoy se espera de los políticos no profesionales o no partidarios.

En esa época, Clemente Yerovi Indaburu, empresario fluvial y agricultor, escritor y político fue designado por una junta militar – a la que se le había pedido que cesara, luego de haber tomado el poder en 1963 – para que en siete meses ordenara la transición democrática y la economía del país.

Ya había ocupado la cartera de economía entre 1948 y 1950 durante el gobierno de Galo Plaza Lasso – pariente lejano del actual presidente banquero – iniciando un fuerte incentivo a la producción bananera hasta convertir al Ecuador en el primer país productor y exportador mundial de ese producto. Fue senador nacional entre 1951 y 1955, y desde su banca impulsó una legislación, principalmente, de asuntos económicos.

A principios de 1966, la Junta Militar de Gobierno que presidió Ramón Castro Jijón empezó a vivir sus últimos días, cuando en todos los rincones del Ecuador -y especialmente en Guayaquil- se alzaban voces de protesta en su contra por la caótica situación económica a la que había llevado al país. El 29 de marzo, las “fuerzas vivas” de Ecuador, reunidas en Quito, coincidieron en designar a Yerovi para que asumiera el poder y condujera al país hacia la constitucionalidad.

Su primera medida de gobierno fue convocar de inmediato a una Asamblea Constituyente, para la tarea de elegir al próximo presidente. En su breve mandato, respetó la libertad de prensa, no hubo presos políticos ni destierros e impulsó el desarrollo nacional a través de la obra pública, con la construcción de puentes, rutas y puertos. En el campo educativo se crearon treinta colegios, poniendo en marcha un plan de alfabetización que abarcó a más de ciento veinte mil alumnos. Unos diez mil artesanos recibieron cursos de capacitación y entrenamiento en ramas como mecánica automotriz, electrónica, radiotécnica, orfebrería, sastrería y zapatería.

Su probidad incluye haber rehuido la muy extendida tentación de buscar la continuidad de su mandato moviendo todos los resortes que manejaba desde el Palacio de Carondelet y lograr que la Asamblea Constituyente lo eligiese presidente constitucional. De modo que el 16 de noviembre de 1966 se puso fin al corto, pero memorable, gobierno de Yerovi quien será recordado por la historia política de su país como un presidente legítimo a pesar de que su legitimidad no fuera de origen.

Luego de su presidencia ocupó varios cargos ad honorem en diversas instituciones financieras de Ecuador y representó a su país en la OEA.

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