La nominación del juez Lijo para integrar la Corte Suprema de Justicia me lleva a dudar, una vez más, de la efectiva conciencia de nuestra dirigencia acerca de la decisiva importancia de contar con un Poder Judicial independiente y eficaz a fin de asegurar la plena vigencia del principio de la seguridad jurídica, condición necesaria, aunque no suficiente, a fin de atraer inversiones que generen más puestos de trabajo.
Es público y notorio que el juez Lijo no genera la confianza que es dable esperar de un candidato que aspira a integrar la Corte. Tal circunstancia queda evidenciada en el contenido de las declaraciones públicas y escritos de impugnación presentados por numerosas y prestigiosas entidades, conforme a la normativa vigente, tanto ante el Ministerio de Justicia y posteriormente en el Senado de la Nación.
En el mismo sentido se han pronunciado reiteradamente numerosos periodistas, políticos y personas destacadas del mundo privado, tanto en los medios de comunicación como así también en las redes sociales.
Sin embargo, debo confesar que no fueron todos los que esperaba.
Esto me genera una mezcla de desilusión y tristeza, porque nos encontramos ante un hecho gravísimo que pone en peligro toda esperanza de contar con una Corte Suprema que ponga punto final a la mala costumbre de nuestros gobiernos de alterar permanentemente las reglas de juego, con el consiguiente perjuicio que esto genera a la sociedad toda.
Obviamente que no me extraña que el diputado kirchnerista Recalde defienda a Lijo y frene las denuncias que le hicieron ante el Consejo de la Magistratura. Tampoco me causa sorpresa alguna que los senadores que representan al kirchnerismo guarden un llamativo silencio y hagan correr la voz de que van a votar en favor de su nombramiento.
Sí me sorprende el silencio de muchos periodistas, políticos y dirigentes que no simpatizan con el kirchnerismo y en muchas oportunidades nos acompañaron cuando, en defensa de los valores republicanos, criticamos el vergonzoso pedido de juicio político a la Corte y todos los atropellos a la independencia del Poder Judicial y a la prensa independiente que se hicieron durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. ¿Doble vara? ¿Ingenuidad? ¿Complicidad? ¿Temor? ¿Ignorancia? Difícil encontrar una sola respuesta a estas cinco preguntas. Estoy persuadido de que hay un poco de todo.
Lo único que tengo claro es que el silencio de los buenos tiene consecuencias muy perniciosas. El que calla otorga. No es tiempo de tibios.
Resulta ilógico reclamar por el respeto a las reglas de juego, la seguridad jurídica y criticar al populismo si no hacemos sentir nuestra voz para reclamar el retiro del pliego de Ariel Lijo como candidato para integrar la Corte Suprema de la Nación.
Invito a reflexionar a todos aquellos argentinos que de buena fe dicen creer en los principios republicanos de gobierno y en la necesidad de contar con un Poder Judicial independiente. El momento es ahora, luego ya será demasiado tarde. La república está en peligro.
Publicado en La Nación el 19 de agosto de 2024.
Link https://www.lanacion.com.ar/opinion/nominacion-de-lijo-el-peligro-del-silencio-nid19082024/