jueves 12 de diciembre de 2024
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Natalio Botana: “El estilo del kirchnerismo no ha muerto, permanece en la presidencia de Milei con mucha vitalidad”

En una entrevista con el diario La Nación, el analista político, Natalio Botana, acusó a Javier Milei de promover la violencia política verbal y expresó que las acusaciones del primer mandatario hacia el extinto líder radical de haber estado involucrado en un intento de golpe de Estado en el 2001 con el propósito de destituir al gobierno de Fernando De la Rúa en el 2001 se constituyen en una demostración de que el estilo del kirchnerismo no ha muestro y juzgó que esa prácticas de apelar a una ofensiva dialéctica de tal naturaleza “permanece en la presidencia de Milei con mucha vitalidad” y, por supuesto, consideró “insostenible’ la imputación del libertario contra el político radical quien encarnó la epopeya de la recuperación de la democracia en 1983, al tiempo que sostuvo que De la Rúa cayó a raíz de “una insurrección manejada por sindicatos y el peronismo de la provincia de Buenos Aires”.

El reconocido politólogo  hizo ante una consulta una evaluación de las críticas del Presidente Milei hacia Alfonsín y refrió que se trataron de un “vendaval de insultos e infundios” y tras remarcar que “Alfonsín es el padre de la democracia”, dijo que su gobierno “atravesó una durísima transición, en condiciones muy precarias, porque no pudo resolver los problemas económicos fundamentales, pero cortó con trascendencia el ciclo tan negativo y nefasto de los golpes militares. Cuando se retiró del gobierno, pese a la cantidad de paros de una Argentina corporativa, los tres gérmenes de la violencia recíproca que había azotado al país en las décadas anteriores estaban presos: los comandantes de las juntas militares, la cúpula de los montoneros y el artífice de la Triple A, José López Rega, que murió en prisión ese mismo año”, dijo Botana.

Por cierto, a instancia de otra pregunta, acerca de si tiene fundamento la acusación de Milei contra Alfonsín, Botana fue categórico: “Es insostenible. De la Rúa cayó porque hubo un golpe, pero ese golpe no provino de Alfonsín, sino de una insurrección manejada por sindicatos y el peronismo de la provincia de Buenos Aires, que derivó en saqueos y una represión muy mal llevada adelante”, sostuvo el politólogo, quien instó a inscribir las reacciones del Presidente “en un contexto más amplio” y reflexionó: “Hoy en la Argentina vivimos una recuperación económica importante. Sería absurdo negarlo. Pero veo un déficit republicano. La democracia es el gobierno basado en la soberanía del pueblo y eso lo supimos preservar, por los primeros pasos que dio el gobierno de Alfonsín. La democracia republicana debe estar controlada por instituciones, entre ellas la Justicia, y por el gran legado de los liberales fundadores de la Argentina moderna: la libertad de expresión. Frente a los gobiernos la prensa tiene una función fundamental. Como dijo Martin Barón, ex director del Washington Poste, la prensa está definiendo verdades provisorias gracias al arte del oficio, que es contrastar información y tratar de trasladar a la opinión pública la información más veraz”.

A instancias de otra pregunta Botana se refirió a lo que llamó déficit republicano. “El elemento republicano de la democracia tiene hoy debilidades muy serias. Porque la tradición republicana significa un estilo, basado en la tolerancia, en los buenos modales, en una conversación pública, que debe ser llevada adelante no a través de insultos, infundios y violencia verbal. Estoy altamente preocupado porque la violencia verbal se ha instaurado en la Argentina”, dijo el politólogo, quién cuando se le preguntó en qué medida tiene responsabilidad de ello el Presidente, sostuvo: “Es responsable porque él lleva adelante esa violencia verbal. Hay una contradicción muy grande, porque la libertad económica, la libertad de los mercados y la salida del pantano terrible de la hegemonía kirchnerista, con todos los elementos corporativos y de corrupción que lo acompañaron, se contrasta con esta violencia verbal y la decisión de quebrar el país entre amigos y enemigos. Ellos dicen que están acompañados por los argentinos de bien, entonces los que no son argentinos de bien y no los acompañan son ‘argentinos de mal’”, subrayó.

Ante otra consulta, Botana juzgó que el Presiente “tal vez esté pensando en algún rédito político” de su ofensiva contra la prensa, pero dijo que “eso trasunta una personalidad que no soporta la crítica. Al respecto, una de las grandezas de la tradición liberal del siglo XIX es que todos eran periodistas. Como lo vemos en las agresiones a La Nación y Clarín, desgraciadamente es un estilo argentino muy persistente. Lo mismo hacían los Kirchner”, advirtió. “Estamos nuevamente prisioneros de la dialéctica populista del ‘amigo/enemigo, que ya practicaron los Kirchner durante casi veinte años. La concepción de que la política es una guerra es un elemento muy dañino en nuestra práctica democrática. En el gobierno libertario hablan de la batalla cultural. La cultura es presentada como una guerra, cuando para la gran tradición liberal la cultura es el arte del pensamiento, de la conversación y la búsqueda de argumentos comunes y puntos de vista coincidentes. Se debe valorizar el culto a la palabra. Una palabra que no tiene que degradarse, sino perfeccionarse a través de la educación”, dijo.

“La recuperación de la democracia se divide en dos períodos. El primero, cubierto por las presidencias de Raúl Alfonsín y Carlos Menem. Menem tuvo ostensibles logros económicos y presentó una faz más oscura en sus comportamientos: hubo corrupción en su presidencia y él murió protegido por los fueros del Senado, por una sentencia que la Corte jamás resolvió. En esos primeros 20 años de democracia tuvimos una visión más benigna del comportamiento político y se llegó a acuerdos, plasmados en la reforma de la Constitución de 1994. Como enseñaba Mitre, la república en los momentos cruciales requiere acuerdos y compromisos”, reflexionó Botona y añadió: “Empezó a derrumbarse con la crisis de 2001, que provocó la renuncia de De la Rúa, el ascenso de Duhalde y la victoria del matrimonio Kirchner en 2003. Allí entramos en un despeñadero, porque se degradó la palabra, se instaló la visión populista de dividir el país entre amigos y enemigos, y se impulsó el armado de una nueva hegemonía, basada en la rotación matrimonial. El kirchnerismo fue un factor divisorio muy profundo, a punto tal que se dijo con hallazgo que el país estaba quebrado por una grieta. Ese estilo del kirchnerismo no ha muerto: permanece presente hoy en la presidencia de Milei con mucha vitalidad”, subrayó.

Y añadió: “!Lo que sufrieron los medios de prensa durante el kirchnerismo! Hoy no pasa un día sin que los medios y los periodistas sean hostigados. Desde el punto de vista liberal tendría que haber una apertura muy grande frente a las críticas. Solo existe una apertura hacia quienes consienten las políticas del gobierno”, dijo Botana, quien juzgó que la política populista se extiende a otros países. “Es un problema que responde a dos hechos históricos. El primero es la mutación civilizatoria a través de la transformación tecnológica de la revolución digital, que abre un horizonte muy complejo. El mundo se expresa en las redes sociales, que crearon un mecanismo de comunicación que ignorábamos. Es un mundo nuevo, sobre todo para quienes peinamos canas o no tenemos canas para peinar. Hace 20 años no hablábamos de inteligencia artificial y ya está instalada entre nosotros. Además, esta transformación convive con una revancha del pasado, con un ascenso de estilos autoritarios y autócratas, que imponen nuevas guerras sobre el tablero internacional”.

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