Un documento desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en 2018, revela la visión que llevaba esa agencia norteamericana a su cuartel general entre 1970 y 1977, un periodo doloroso de nuestra historia reciente.
La caracterización acerca de los orígenes de Montoneros, que hace este documento de la CIA, no difiere mucho de lo que Richard Gillespie, o Pablo Giussani y otros han realizado. Retratada como una agrupación en la que predominaban los profesionales y personas de clases medias y acomodadas, católicas, nacionalistas y peronistas de izquierda que reivindicaban la lucha armada, su principal objetivo fue, desde 1970, terminar con el régimen militar por medio de la confrontación armada, para propiciar, en principio, el regreso al poder de Juan D. Perón.
De marzo de 1970 a marzo de 1973 – primera etapa, según el documento – la agrupación se organizó en forma nacional dando golpes comando a los militares – del cual el más célebre fue el secuestro y asesinato del General Pedro Aramburu – con los que fijaba sus posiciones políticas y recaudaba fondos mediante el pago de rescates y saqueo de armas. En algunas oportunidades, en combinación con otras organizaciones armadas que florecieron para ese tiempo.
En 1973 comienza la segunda fase en la que Montoneros acepta entrar a la acción política abierta con la salida electoral que el régimen propone y que lleva a Héctor Cámpora a la presidencia, aunque no descartaba la CIA que Montoneros hubiera tenido participación en la muerte de José I. Rucci en septiembre de 1973.
Desde el regreso de Perón, Montoneros mantuvo una actitud ambivalente, ya que si bien se retiró de la lucha armada, no se propuso el desarme. El atentado a Rucci, al día siguiente de la victoria de Perón, es muestra clara de ello. No obstante, aceptó un acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) comandados por Roberto Quieto, para responder al pedido de pacificación de Perón, al que hizo oídos sordos la “Columna Savino Navarro” que seguiría militando por el socialismo nacional.
Pronto, la visión izquierdista de Montoneros chocaría con el proyecto de Perón y su vocación de poder llevaría a la ruptura pública con el líder, ya enfermo y al borde de la muerte. Con la viuda de Perón en la presidencia, la organización se propuso dar un golpe de Estado y ser reconocido como un enemigo de las autoridades sucesorias. Volvió a la clandestinidad y dio una cantidad de golpes resonantes entre septiembre de 1974 y agosto de 1975.
El documento no menciona la profusa lucha armada contra la Asociación Argentina Anticomunista (AAA) que era alimentada desde el gobierno de Isabel Perón, pero sí advierte que Montoneros tuvo una rápida y efectiva infiltración en el movimiento obrero debido a que sus cuadros “eran jóvenes instruidos y profesionales que aprobaban los ingresos a las fábricas sin ningún problema”. También resalta la influencia de la organización en la educación secundaria, a través de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y de la universitaria, por medio de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) que tenía gran influencia en la Capital Federal, en carreras de la UBA, en tanto que la UES, tenía fuerte presencia en los colegios Nacional Buenos Aires, Sarmiento y Carlos Pellegrini.
Con esa acumulación política, Montoneros entra – según la CIA- en la última fase, de septiembre de 1975 a marzo de 1977 que es el límite temporal del informe, con un constante ataque a las “fuerzas militares, policiales y empresariales”. Hacia fines de 1975, “los militares y los… (Aquí, como en otras partes el informe está censurado con una banda blanca que oculta el texto) civiles endurecieron su accionar contra Montoneros y el 28 de diciembre de 1975, oficiales de (censura) levantaron a Roberto Quieto de una playa de un suburbio de Martínez, en Buenos Aires”.
En su cautiverio dijo que Montoneros contaba con unos 7.000 a 10.000 miembros activos y unos 300.000 adherentes, sus líderes principales eran él, Mario Firmenich y Alberto Molina Menuzzi, Jefe de Propaganda que sería abatido en septiembre de 1976 en un “enfrentamiento con las fuerzas de seguridad” – denominada fuerza G-2 en el documento – acción en los que murieron José Coronel, Ismael Salame, María Victoria Walsh e Ignacio Beltrán. Además identificó como miembros prominentes de la organización con su rango y tarea a: Miguel Ángel Camps, Ricardo Haidar, Juan Roque, Francisco Urondo, Ignacio Vélez Carreras, Héctor A. Osorio, María A. Berger, Fernando Vaca Narvaja, Norma Arrostito y Jorge Lewinger,
Con esa información, las fuerzas de seguridad lograron desmantelar arsenales y desarmar de forma importante a la agrupación. Quieto también dijo que Montoneros tenía 150 millones de dólares en una cuenta en Suiza y otros 50 millones de dólares en el país. Los fondos eran invertidos en propiedades y otros negocios lícitos que ayudaban a la financiación de las operaciones.
En un documento capturado a la organización, titulado “Plan Anual de los Montoneros febrero de 1976 a febrero de 1977”, la CIA informaba las intenciones de llevar a cabo la “Primera Campaña Militar”, a iniciarse en marzo/abril de 1976 para aniquilar a las fuerzas de seguridad y a empresarios, acción de cuyo éxito dependerían futuras operaciones de ese tipo. En esa ofensiva se inscribe el ataque con una bomba colocada en un automóvil, cercano a un cuartel, con la intención de matar al entonces Jefe del Ejército, General Jorge Videla.
Luego del golpe de Estado – que no está consignado en el informe – se relata el asesinato del Jefe de la Policía Federal Cesáreo Cardosa, en junio y cuatro acciones más hasta diciembre de 1976.
La campaña se completó con el envío de unas 2.000 cartas extorsivas a empresarios – preferentemente multinacionales – “con fines extorsivos de desaliento de la inversión para profundizar el caos económico, situación que hacía más propicia la toma del poder”. A ese fin también recurrieron a acciones de sabotaje, sobre todos en la industria automotriz y textil, consigna el informe.
En esta etapa, Montoneros, que en octubre de 1976 crea el Partido Montonero, entiende que las acciones militares deben dar paso a la “acción psicológica” y a la propaganda para intentar socavar el proyecto “de hambre” de José Alfredo Martínez de Hoz, cuya dureza no tardaría en levantar el descontento y disgregar a la misma coalición militar gobernante. Así se canalizó a través de publicaciones y panfletos la “Resistencia Montonera”. Así surgió la campaña internacional de desprestigio al gobierno militar, a través del Centro Argentino de Información y Solidaridad (CAIS) – en conjunto con el ERP – consigna el informe.
En el plano de los trabajadores, ante la disolución de los sindicatos y la actividad gremial por parte de la dictadura, Montoneros intentó formar la Confederación General del Trabajo de la Resistencia (CGT-R), logrando reunir un plenario nacional en Agosto de 1976 y nombrando al metalúrgico Arturo Garín (“probablemente un pseudónimo”, dice documento) como secretario general, quien sería detenido y desaparecido en diciembre de ese año. A partir de enero de 1976, el gobierno ejerció un trabajo de contrainsurgencia en las fábricas, persiguiendo u obligando a ocultarse a los Montoneros. A partir de marzo, “el Batallón 601 de Inteligencia se involucró gradualmente en el esfuerzo de infiltrarse entre la fuerza laboral en la mayor cantidad de empresas posibles, para obtener la mayor información posible sobre la situación de los trabajadores e identificar a los subversivos de entre ellos”, escribía la CIA en 1977.
No obstante describir la nueva forma de organización, de dar nuevas formas de golpe comando acotados, abocarse a la propaganda y mostrar los enlaces de Montoneros con movimientos internacionales de izquierda, consta en este documento que desde enero de 1976 la agrupación estaba militarmente disminuida y que para diciembre de 1976, debido a “acciones contrasubversivas, los Montoneros han perdido a muchos de sus miembros y sostenedores, y recibido varios golpes en su logística y estructura organizacional”.
A principios de 1977 el responsable financiero de la organización René Haidar fue detenido por oficiales de la Armada. “Haidar proveyó información detallada de la estructura financiera de Montoneros, incluyendo la locación de sus principales reservas financieras en bancos de España y Suiza, a las cuales Haidar tiene acceso directo usando su alias ‘Pablo Ventura’. Basados en esa información y asistencia de Haidar las fuerzas navales retiraron 14 millones de una cuenta bancaria de Madrid, 50 millones de dólares de una cuenta en Ginebra, Suiza. Dentro de la Argentina, Haidar condujo a las autoridades a 17 millones de dólares ocultos en Córdoba otros 4 millones en Mendoza. Como resultado de estas operaciones que involucraron a Haidar, hacia febrero de 1977, las reservas financieras de Montoneros estaban prácticamente extinguidas”, dice el informe.
Con respecto a las relaciones de Montoneros con los oficiales norteamericanos, de los cuales se recolectaba información, en una reunión en Rosario, entre Firmenich, Haidar y otros, se acordó que no serían blancos de la organización porque el tema de los derechos humanos era importante en los EE.UU. y era un asunto que beneficiaba a Montoneros.
Pese a todos los reveses y pronósticos que informa la CIA, el informe concluye que, “de todas maneras Montoneros es optimista, creyendo que a pesar de este período de confrontación, el tiempo está de su lado y que, en última instancia, las fuerzas de izquierda van a prevalecer y que un Estado Socialista será establecido en la Argentina”. Así termina el informe que fue escrito en lo más profundo de la noche política argentina.