jueves 9 de mayo de 2024
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Milei, ante presidentes y empresarios del mundo en Davos: “El Estado no es la solución, es el problema mismo”

El presidente de la Argentina utilizó la tribuna para brindar un discurso hiperideologizado contra la justicia social, el cobro de impuestos y lo que denominó como “colectivismo”. No hizo mención alguna sobre trabajo, inversiones o desarrollo en el país. 

Javier Milei debutó con la motosierra en su primera intervención como presidente de la Argentina ante el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza. El libertario, a lo largo de 25 minutos de alocución, no hizo mención alguna a inversiones, emprendimientos, comercio o posibilidades argentinas para aliarse con otros países o empresas para buscar soluciones a su crisis. En su lugar prefirió la tribuna para autopostularse como un líder fundamentalista del anarco-capitalismo.

“No cedan ante el Estado, el Estado no es la solución, es el problema mismo. No se dejen amedrentar ni por la política ni por los parásitos que viven del Estado”, invitó Milei al empresariado mundial, en el auditorio principal donde están reunidos estos días con mandatarios y jefes de organismos multilaterales.

El Presidente, en varias oportunidades, apostó por poner a Argentina como autorreferencia de lo que, siempre según su óptica ideologizada, sucede cuando el Estado cobra impuestos a sus ciudadanos, como sucede prácticamente en todo el mundo, independientemente de sistemas de gobierno o signo político de las gestiones.

“La justicia social es violenta, se financia con impuestos coactivos”, consideró. Y fue a más: “Occidente está en peligro. Le están abriendo las puertas al socialismo, al estancamiento. El socialismo es empobrecedor, fracasó en todos los países”.

Milei, entre sus dichos, quiso instalar la idea de que cualquier intervención estatal, en el ámbito que sea, y el cobro de impuestos para financiar algún programa o políticas públicas conlleva a un robo. Como solución planteó que únicamente el capitalismo puede ser una solución.

El capitalismo de libre empresa es la única herramienta que tenemos para terminar con el hambre, la pobreza y la indigencia a lo largo y a lo ancho de todo el planeta”. Y tensionó: “Buena parte de las ideas aceptadas en Occidente son variantes colectivistas, ya sea que se declamen comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, keynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas. En el fondo no hay diferencias sustantivas, todos sostienen que el Estado debe dirigir la vida de los individuos”.

De la barricada local a una global

Al igual que en su primer discurso cuando asumió como presidente de la Nación, Milei apeló a dos mentiras que repite sistemáticamente: que la Argentina fue —entre finales del siglo XIX e inicios del XX— “la primera potencia mundial” y que “en los últimos 100 años nos hemos empobrecido con las ideas del colectivismo”.

Si se toma al pie de la letra la segunda afirmación, desde 1923 en adelante hasta la actualidad, Argentina no habría tenido ningún gobierno, partido, grupo, líder ni referente que haya sido exitoso ni en la gestión pública ni en la privada, tampoco habría diferenciación alguna entre momentos de crecimiento o crisis, ni entre democracia o dictaduras, o civiles o militares. Milei, a propósito o no, mete todo en un mismo saco.

Así, de esa manera, los mismos dichos y afirmaciones de los que Milei se valió primero en canales de televisión y redes sociales, luego en campaña electoral y ahora dentro de la Argentina como presidente, los postuló en Davos, ante la mirada del mundo. Una especie de motosierra global. Ya lo deslizó el 10 de diciembre, de espaldas al Congreso: “Soy el primer presidente liberal-libertario”.

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