Probablemente cuando el presidente Javier Milei dijo, el domingo pasado en TN, entrevistado por Franco Mercuriali, que compartía la idea que hasta allí solo se había animado a hacer explícita Patricia Bullrich y que el PRO debía “fusionarse” con La Libertad Avanza, no fue consciente de la relevancia de lo que estaba planteando.
Ni previó los efectos que su afirmación iba a tener: estaba despejando una ambigüedad que el oficialismo había cultivado con esmero, ante la invitación a sellar alianza que venía planteándole Mauricio Macri, y aclarándole al expresidente que el gobierno no solo no iba a aceptarla ahora, sino que tampoco iba a hacerlo más adelante, porque pretendía dejarlo sin su fuerza política y, en consecuencia, sin ningún rol que cumplir.
Para Macri fue demasiado. Desde 2021 hizo todo lo posible por apuntalar la imagen en ascenso del libertario, al precio de pelearse con muchos de sus entonces socios de Juntos por el Cambio. En la campaña de 2023 explícitamente dio su aval a los votantes de su partido y su coalición que se pasaban, primero de a miles y después de a millones, al bando de LLA.
Y en el balotaje no dudó ni un minuto en apoyar con entusiasmo la candidatura mileista, negando que la falta de experiencia, de equipo y de organización fueran a ser un problema serio a la hora de gobernar, porque él iba a ayudarlo a que consiguiera esos recursos.
Desde el inicio del nuevo gobierno esta disposición a ayudar a cambio de nada, o peor, de costos crecientes para él mismo y su entorno, se profundizó: Macri no pataleó cuando Bullrich, Petri, Luis Caputo, Sturzenegger y muchos otros arreglaron por su cuenta ingresar a la gestión, drenando las capacidades de gestión acumuladas en años anteriores por el PRO; y de todos modos ordenó a sus legisladores ayudar en la aprobación de las leyes que reclamaba el Ejecutivo pidiendo los mínimos cambios en ellas, con lo que incluso entró en algunos capítulos en colisión con los intereses de sus propios gobernadores, que tuvieron que reclamar al respecto por su cuenta.
¿Debía quedarse callado cuando el Presidente le decía abiertamente que el último gesto que esperaba de él era dejarse deglutir sin resistencias?
Macri se cansó, e hizo lo contrario, iniciando una escalada de confrontación: primero se divulgó un documento de la Fundación Pensar con críticas a la política económica; como del Ejecutivo le respondieron que ni pensaban siquiera leerlo, a continuación, el jefe del PRO se arrogó la vocería de su primo y reclamó por los fondos de coparticipación que Nación le sigue reteniendo a la administración porteña. Y se fue a Europa, dejando en suspenso si volvía o no para el Pacto que el presidente espera hacer firmar a “la casta” el martes 9.
Ahora está por verse si la tensión se prolonga y agrava, o entra en un impasse. Por lo pronto, Macri prometió que va a estar para el Pacto, mientras que desde el vértice oficial le pedían a Bullrich que no siguiera calentando el ambiente con acusaciones y denuncias, porque terminan comprometiendo al propio presidente en la pelea.
Solo que a mediano plazo es claro que lo que más conviene a los planes oficiales es lo contrario: que la ministra de Seguridad se siga fortaleciendo y despegando de Macri, algo que en las encuestas es ya bastante notable, y eso le permita actuar como un fluido canal de ingreso de dirigentes y candidatos del PRO al mundo libertario.
¿Y Macri que planea? ¿Podrá hacer algo para evitar esa migración? Todo depende de cuánto combustible económico tenga el proyecto oficialista. Si lo recibe en abundancia, gracias a una recuperación robusta entre este fin de año y comienzos del próximo, la idea de Milei de tratar de ganar solo las elecciones de medio término se va a fortalecer.
Y por tanto su preferencia por abrir las listas de su partido para los macristas dispuestos a dar el salto y, sobre todo, para los muchos peronistas que seguramente estarán, en ese caso, dispuestos a abandonar a su suerte a Cristina y los suyos. Más todavía si en LLA les pueden ofrecer lugares expectantes, mientras en los demás partidos todos se pelean por cargos menguantes.
En cambio si el combustible económico escasea, una alianza entre ambos partidos, LLA y el PRO, tendría más chances, y Macri también las tendrá de conservar un papel a cumplir en la vida política. Podría considerarse que recibe, en ese caso, una justa compensación por todos los esfuerzos que ha hecho ya por apuntalar el proyecto presidencial.
Pero también podrían verse las cosas desde el lado opuesto, y considerar que, tras todos los costos que ha impuesto a sus ex socios, seguidores y colaboradores, desde 2021 a esta parte, solo un retiro definitivo podría ser el resultado merecido. Aunque, en verdad, las dos cosas son tan ciertas como secundarias, porque en política casi nunca la gente recibe lo que se merece.