En una semana los más importantes politólogos del mundo se darán cita, por segunda vez, en Buenos Aires. 2023, el año en que se celebran los cuarenta años de democracia ininterrumpida, se enriquece con las discusiones teóricas sobre el estado de la disciplina.
La cita nos trae a Kaare Støm, Liliana Mason, Philippe Schmitter, Nina Wiesehomeier, Eduardo Viola, Juan Pablo Luna, Terrel Carver, Timothy Power, Noam Lupu, Carlos de la Torre, Susan Stokes, Maxwell Cameron, Terry Karl, Kenneth Roberts, Carlos Huneeus, Laurence Whitehead, Fernando Tuesta-Soldevilla, José Antonio Sanahuja, Christina Holtz-Bacha, John Ishiyama, Manuel Antonio Garretón, Gerardo Munck, Barry Ames, Luca Verzichelli, Detlef Nolte y Silvia Bolgherini, entre otros reconocidos politólogos que participarán en más de 700 actividades.
En Nuevos Papeles aprovechamos una vez más para dialogar con Martín D’Alessandro, esta vez en su carácter de organizado e impulsor de este importante evento.
La semana que viene empieza el 27º Congreso Mundial de Ciencia Política en Buenos Aires. ¿Por qué es un hecho relevante?
Para los politólogos es importante porque es el evento más convocante de la disciplina y la profesión a nivel global. Pero también es relevante para el país en general: en un contexto en el que los interesados en la política solo ven peleas y chicanas, este congreso brinda la oportunidad de pensar un abanico inmenso de temas políticos de la mano de los investigadores más competitivos del mundo. Es un Aleph de análisis político serio, conceptualmente consistente y empíricamente fundado. En definitiva, es una oportunidad única que enaltece al país y que condensa en cuatro días una cantidad verdaderamente impresionante de conocimiento científico sobre temas en los que la Argentina tiene mucho para aprender.
Pensemos que estos congresos mundiales reúnen a muchos de los politólogos más competitivos del mundo. Podría decirse que son los Juegos Olímpicos del análisis político. Pero de nuevo, su interés trasciende las fronteras académicas. Como en todo congreso científico, los oradores presentan sus investigaciones y/o sus ideas en elaboración para recibir comentarios y críticas de sus pares, pero luego esas discusiones impactan en gobiernos, think tanks, administraciones públicas y partidos políticos de los diferentes países. Insumos valiosos para un país como la Argentina, que en estos cuarenta años de democracia ha aprendido que muchos de sus problemas son intrínsecamente políticos
¿Quién organiza este congreso?
La entidad que organiza los congresos mundiales de ciencia política es la International Political Science Association (IPSA). Se creó bajo auspicio de la Unesco en 1949 para difundir en el mundo un conocimiento que pudiera contribuir a mejorar las instituciones que habían llevado al desastre de la Segunda Guerra Mundial. Con ese mandato, al año siguiente comenzó a organizar sus congresos mundiales, y lo hizo de manera ininterrumpida hasta hoy. En la actualidad, la gran mayoría de las asociaciones nacionales de ciencia política del mundo (como nuestra Sociedad Argentina de Análisis Político, SAAP) están afiliadas a la IPSA y participan regularmente de su vida institucional.
¿Cuál ha sido históricamente esa relación institucional entre la Argentina y la IPSA?
Es una relación estrecha, aunque con altos y bajos. Cuando se realizó ese primer congreso en 1950, en Zurich, hubo un total de 80 participantes, entre los cuales había colegas de Argentina. También hemos enviado representantes del país a la mayoría de sus asambleas desde 1958. En una ocasión un argentino fue presidente de IPSA (Guillermo O’Donnell, entre 1988 y 1991), y en tres ocasiones un argentino fue vicepresidente (Guillermo O’Donnell entre 1982 y 1985, también entre 1985 y 1988, y ahora yo entre 2021 y 2023). Además, cuatro argentinos integraron en diversas oportunidades su Comité Ejecutivo (Alberto Spota entre 1964 y 1967, Oscar Oszlak entre 1991 y 1994, y yo entre 2018 y 2021, y entre 2021 y 2023).
El congreso de la IPSA llega a Buenos Aires por segunda vez. Entiendo que no son muchas las ciudades del mundo que lograron eso. ¿Cuáles fueron los motivos para que se diese esa situación?
En efecto, solo tres ciudades repitieron su localía: París (ciudad natal de la asociación), Montreal (se sede central) y ahora Buenos Aires. La primera vez en Buenos Aires, en 1991, tuvo al gran Guillermo O’Donnell como mentor de la idea y motor de su realización. Aquel evento significó un hito en el desarrollo de la ciencia política en el país: se conocieron nuevos autores, se modernizaron planes de estudio, se abrieron nuevas líneas de investigación, y la SAAP comenzó a organizar sus congresos nacionales de ciencia política, en 1993. Ahora nosotros aprovechamos la ocasión para postularnos por dos razones principales: hacía más de diez años que el congreso no se hacía en América Latina, y por otro lado la ciencia política argentina progresó muchísimo desde la última vez, por lo que además de aprender, también tenemos mucho para mostrarle al mundo.
El congreso de 1991 giró, en términos generales, en torno a los temas de las transiciones y las reformas institucionales para mejorar la democracia. ¿Cuál será el eje de este que se inicia la próxima semana?
El título del congreso es “Politics in the Age of Transboundary Crises: Vulnerability and Resilience in an Uncertain World” [La política en la era de las crisis transfronterizas: vulnerabilidad y resiliencia en un mundo incierto]. Está inspirado en los nuevos problemas que amenazan a la política en el plano global, pero que sin embargo reponen a las capacidades estatales en el primer plano, incluso a la hora de garantizar la estabilidad democrática y política. Pero la ciencia política tiene muchas ramas, y habrá paneles y conferencias sobre una cantidad apabullante de temas. Por ejemplo, el populismo es un tema candente ahora para la academia europea, y los académicos latinoamericanos lo hemos estudiado en profundidad.
¿Quiénes son los invitados especiales de este Congreso?
Los congresos de la IPSA casi no tienen invitados especiales. No les hace falta por su enorme poder de convocatoria. Sin embargo, el Comité Organizador Local y la SAAP como principales contrapartes han convocado a colegas politólogos/as con alto perfil e influencia en el ámbito político y empresarial para conformar un consejo consultivo plural que definió algunos temas estratégicos para el país para discutirlos con destacadísimos colegas del mundo invitados especialmente. De esta iniciativa provienen las visitas de expertos globales en coaliciones políticas (como el noruego Kaare Støm), en polarización política (como la estadounidense Liliana Mason) o en la relación entre el liberalismo y la democracia (como el célebre politólogo Philippe Schmitter). Algunos otros nombres importantes (y más conocidos localmente) que nos visitarán son Nina Wiesehomeier, Eduardo Viola, Juan Pablo Luna, Terrel Carver, Timothy Power, Noam Lupu, Carlos de la Torre, Susan Stokes, Maxwell Cameron, Terry Karl, Kenneth Roberts, Carlos Huneeus, Laurence Whitehead, Fernando Tuesta-Soldevilla, José Antonio Sanahuja, Christina Holtz-Bacha, John Ishiyama, Manuel Antonio Garretón, Gerardo Munck, Barry Ames, Luca Verzichelli, Detlef Nolte y Silvia Bolgherini, entre muchos otros.
Además se realizará un nuevo congreso de la SAAP. ¿Cómo imaginas este funcionamiento en paralelo?
Me lo imagino muy productivo. Es la primera vez que en un congreso de la IPSA hay al lado un congreso de una asociación nacional de ciencia política. Generalmente las asociaciones locales subsumen su propio congreso dentro del de la IPSA, en espacios organizados por el Comité Organizador Local. Pero nosotros hemos hecho algo inédito en los 74 años que tiene la IPSA. Primero, conformamos un Comité Organizador Local con miembros de cinco países de la región, porque estamos convencidos de que en cualquier escenario global, la Argentina debe coordinar con la región para incrementar sus chances de incidencia. Y segundo, no solamente recibimos cientos de propuestas para esa instancia dentro del congreso de la IPSA sino que organizamos el congreso de la SAAP prácticamente en paralelo.
¿Cuáles son los números de ambos Congresos?
Ese es uno de los principales desafíos. En 1991 hubo 1.400 participantes. Ahora este de Buenos Aires 2023 será el más grande en toda la historia de la IPSA: más de 3.000 colegas de más de 90 países se reunirán en más de 700 actividades (conferencias, paneles, reuniones). Si sumamos además los más de 2.000 participantes del XVI Congreso Nacional de Ciencia Política de la SAAP, tenemos que entre ambos conformarán la más importante reunión de las ciencias sociales en la historia del país. Y a pesar de que la inscripción es en dólares, la comunidad argentina tendrá acceso a todas las actividades del congreso de la IPSA solo con la inscripción al Congreso de la SAAP.
¿Cómo imaginás el balance final una vez que termine?
Las perspectivas son más que alentadoras. Ojalá tengamos suerte y vaya todo bien. Hemos trabajado mucho y ojalá que lo que suceda entre el 16 y el 21 de julio en la Universidad Católica Argentina tenga un balance a la altura de ese esfuerzo, y que pueda ser aprovechado por un país que está perdido en un laberinto y no tiene mucha idea de cómo salir.