jueves 5 de diciembre de 2024
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Mariana Polizzi: “Esta crisis puede ayudar a repensar Europa priorizando los valores originarios de solidaridad y cooperación”

Mariana Polizzi es Politóloga, Profesora de Ciencia Política, y Doctoranda en Ciencias Sociales. Especialista en Estudios Europeos. Integrante del Programa de Estudios Sociales y Políticos entre Italia y Argentina (IIGG UBA), coordina el Observatorio de Política Internacional del Centro de Estudios de Política Internacional  (CEPI UBA). En esta oportunidad charlamos sobre el paquete de rescate europeo y el referendum que se celebra en Italia en los próximos días.

Dado que hace unas semanas Europa aprobó el paquete de préstamo y subsidio para recuperar la economía en el continente, ¿qué consecuencias puede tener en la afectada economía italiana?

El Consejo Europeo aprobó un paquete de 750 billones de euros, con lo que, finalmente, el volumen del presupuesto comunitario se mantiene sin cambios, lo cual es la garantía para futuras nuevas emisiones, que para el período 2021-2027 llega a un total de 1.074 mil millones; además, de manera inédita, la Unión Europea emitirá bonos de deuda hacia el mercado financiero. Italia, la economía más afectada de la Eurozona, obtiene un total de 209 mil millones, una cifra superior a la 172.7 del plan original de la Comisión Europea, resultando ser el país más beneficiado entre los integrantes del bloque regional.

A su vez, Italia aprobó un plan de relanzamiento de su economía, de otros 25.000 millones de euros, a fin de dinamizar su PBI y su estancado crecimiento económico. Se incluyen medidas para auxiliar al sector inmobiliario, laboral, educativo, automotriz, turístico, como así extender ayudas para paliar la cuestión social: extensión del seguro de desempleo por 60 días y prohibición de despidos, por ejemplo.

La idea es que Italia pueda salir de su estancamiento económico, que ya lleva casi diez años, desde la aplicación de medidas de austeridad por parte del gobierno Berlusconi en 2009. No obstante, según datos del Istat (Instituto de Estadísticas italiano), en el segundo trimestre la economía italiana retrocedió un 12,4%, lo que supone una contracción económica sin precedentes. Además, la crisis provocada por el COVID-19 ha alcanzado a las regiones del norte, las más ricas e industrializadas, como Véneto, Emilia-Romagna y Lombardía.

¿Qué realineamientos pueden darse en Europa en el proceso de reconstrucción económica?

Personalmente, tengo la esperanza que toda esta crisis acaecida por la pandemia mundial pueda, de alguna manera, ayudar a repensar a Europa desde otro lugar: fundamentalmente, priorizando los valores de solidaridad y cooperación, inspirados en los ideales defendidos por los padres fundadores. Además, este cambio puede ayudar a contener la oleada reaccionaria en la Unión Europea, sectores que fundamentalmente pregonan por la falta de autonomía fiscal de los Estados.

Mariana Mazzucato, una economista y académica italiana que realmente me gusta mucho (y que además participó del plan económico del gobierno Conte para el relanzamiento de Italia), ha planteado recientemente la necesidad de refundar el capitalismo financiero actual, poniendo especial atención en el rol del Estado en la economía: si el capitalismo no cambia, si no se planifica una verdadera reactivación con inclusión social, el ascenso del fenómeno populista de derecha se incrementará, y líderes como Salvini u Orban serán moneda corriente en la política del futuro. Si Europa pasa de la austeridad a la inversión, veremos importantes avances en los próximos años.

Hace unas semanas empezaron rebrotes de contagios en algunos países europeos. Sin embargo, por el momento, Italia (que fue uno de los países más afectados al inicio de la pandemia) no es en estos momentos epicentro de los mismos. ¿Qué estaría haciendo en este sentido el Estado para atravesar esta situación?

Italia, luego de superada la crisis de abril y mayo, se ha convertido progresivamente en el modelo europeo por excelencia en cuanto al manejo de la pandemia: la cantidad de contagios está francamente en remisión, y la cantidad de decesos no se ha disparado desde entonces. Para ello, fue realmente importante el cumplimiento de las distintas fases y protocolos establecidos; por otra parte, el Premier Giuseppe Conte ha decretado y prorrogado el estado de emergencia hasta el 31 de octubre inclusive: la realidad es que el virus sigue en circulación no sólo en territorio italiano sino también en Europa, por lo que actuar rápidamente ante la emergencia es una necesidad lícita del ejecutivo. Lo más destacado de la situación lo podemos resumir de la siguiente manera: implicancias a nivel sanitario (uso de barbijos y distancia social), escolar (suspensión de actividades presenciales, planificando una vuelta a las aulas antes de fin de mes) y laboral (teletrabajo o “Smart working”). También, se han suspendido vuelos y conexiones con países en riesgo (entre ellos, Argentina y Estados Unidos), y se prevé el aislamiento de eventuales focos dentro del país.

Es este contexto, Italia se prepara para un Referéndum que se celebra en los próximos días, ¿qué cuestiones se definen en el mismo?

Desde comienzos de 2020, Italia ha ganado un protagonismo indudable a nivel mundial, como no veíamos hace mucho tiempo. Tristemente, la pandemia del COVID-19 ha colocado al país europeo en las primeras planas de la prensa global. Luego de superada la crisis, la nación se encamina a un nuevo proceso de elecciones que la tiene como protagonista: los días 20 y 21 de septiembre, habrá una doble jornada electoral masiva: los italianos votarán por la gobernación de siete regiones, la alcaldía de más de 1.100 municipios, un referéndum sobre la reducción del número de diputados y dos elecciones parciales al Senado de la República.

En lo que respecta al Referéndum Constitucional, se trata de un recorte en el número de parlamentarios actuales: la Cámara de Diputados pasaría de 630 a 400 diputados y el Senado de 315 a 200 senadores (y limitando a 5 el número de senadores vitalicios). Esta reforma fue impulsada por el partido Movimento Cinque Stelle (M5S, Movimiento Cinco Estrellas) quien, junto con el Partido Democrático (PD) e Italia Viva (IV), integran la coalición del gobierno Giallo Rosso. La enmienda a los artículos 56, 57 y 59 de la Constitución Italiana fue aprobada por Diputados en octubre de 2019. El Referéndum estaba, de hecho, previsto para fines de marzo del corriente, pero pospuesto a causa de la crisis que sufrió el país en manos del Corona Virus. Ahora bien, no podemos ignorar que este cuarto Referéndum en la historia de la República Italiana resulta bastante polémico, al punto de suscitar una gran polarización entre partidarios y detractores del mismo.

¿Cómo puede afectar al sistema parlamentario italiano (“de asamblea” según los conceptos de la ciencia política) la posible nueva conformación del parlamento?

Esta pregunta me da pie a plantear dos cuestiones que se vienen discutiendo a nivel político en el país: por un lado, quienes apoyan el recorte parlamentario; por el otro, los contrarios a esta reforma. Los primeros aducen razones vinculadas a la transparencia institucional, al ahorro respecto del costo de la política, y al hecho de apuntar directamente contra la denominada “casta” política italiana: para ellos, este sería el primer paso para obtener una clase política dedicada enteramente al servicio del país, por vocación y no con fines pecuniarios únicamente. Los segundos arguyen razones de pluralismo y representatividad, propios de la democracia occidental: el recorte de diputados y senadores se convierte en una simple reducción numérica incapaz de responder a la necesidad de un Parlamento más eficiente; de hecho, de triunfar el sí, una Región Autónoma como la Siciliana sería la menos representada en el parlamento.

Esta reforma tendría el probable efecto de reducir los espacios de democracia y pluralidad, siendo las regiones las más afectadas, ya que se correría el riesgo de que éstas no puedan ser representadas en el Parlamento por parlamentarios de partidos minoritarios. Pero además, está la cuestión del voto de la diáspora italiana, que resulta muy importante: también se limitaría el número de representantes italianos “all’estero”, es decir aquellos pertenecientes a las circunscripciones del exterior: de 18 representantes pasarían a 12. Debido a ello, el partido MAIE Mondiale (encabezado por Ricardo Merlo, actual Senador y Sub Secretario de Relaciones Exteriores del gobierno italiano), que nuclea a la mayoría de los italianos en el exterior (especialmente a los del continente americano) es uno de los grandes opositores a esta reforma: actualmente son aproximadamente 6 millones los ciudadanos italianos que residen fuera de Italia, por tanto, la representación quedaría limitada de una manera bastante crucial. Y no sólo eso: pensemos además en futuras elecciones a Presidente de la República: las provincias quedarían sub-representadas de por sí.

Y a esto sumémosle el voto de los (ítalo) argentinos: ¿por qué lo destaco? Pues porque Argentina es, según datos oficiales de 2019, la comunidad italiana más numerosa del mundo, con aproximadamente 999.000 pasaportes en condiciones de emitir su voto, siempre y cuando éstos estén inscriptos en el AIRE, que es el padrón de los ciudadanos italianos residentes en el exterior. La votación, en este caso, se realiza por correspondencia, mediante sobre electoral que debe remitirse al consulado de cada circunscripción antes del 15 de septiembre.

Personalmente, creo que una reforma constitucional es y sigue siendo una herramienta eficaz para fortalecer las instituciones, pero con la condición de evaluar todas sus implicancias.

¿Por qué Italia tiene Senadores Vitalicios? ¿Qué función cumplen en el parlamento?

El Presidente de la República, Sergio Mattarella, posee la prerrogativa de nominar cinco senadores vitalicios al Palazzo Madama, que generalmente son elegidos por méritos excepcionales brindados al país en el campo social, científico, artístico o literario: un caso emblemático fue el de la científica Rita Levi Montalcini. También son senadores vitalicios los ex presidentes de ese país, siguiendo lo dispuesto por el artículo 59 de la Constitución Italiana: así lo es, por ejemplo, Giorgio Napolitano desde su renuncia en 2015 (ex Presidente de la República). Antes mencionábamos a Levi Montalcini, quien resultó importante al momento de sostener el gobierno Prodi II en 2006, votando la moción de confianza.

En Italia, los diputados tienen un sistema de elección que premia al partido o la alianza ganadora. Esto no se replicaba en Senadores, donde solían trabarse la conformación de gobierno. La reforma anterior pretendió corregir esta asimetría, pero en el referéndum fue rechazado. En esta oportunidad, ¿se resuelve dicha asimetría?

Primero me gustaría aclarar que esta elección es administrativa por tratarse de regionales: aun así, el voto implica dos cosas: por un lado, apoyar a un candidato a gobernador; por el otro, optar por un partido individual. Dicho esto, hay que tener en cuenta que la ley electoral aprobada en 2017 (“Rosatellum bis”) durante el gobierno de Paolo Gentiloni, prevé que el 36 por ciento de los escaños de la Cámara de los Diputados y del Senado serán asignados con un sistema mayoritario basado en circunscripciones uninominales y el 64 por ciento restante mediante representación proporcional. Y entre otras cosas fija un piso electoral del 3 por ciento de los votos para que los partidos puedan acceder a las cámaras y del 10 por ciento en caso de que vayan agrupados en coaliciones. Pero, al final, solo podrán formar gobierno las fuerzas que superen alrededor del 40% de los votos, por ello la nueva traba reside en que ninguno de los partidos (por sí solos) actualmente conseguiría un 40% consolidado, de acuerdo a los sondeos más recientes, y por ello se prevén amplias alianzas o coaliciones de gobierno.

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