En un artículo reciente citabas a Pasquino para hablar de la relación de cooperación entre China e Italia a la hora de enfrentar la emergencia del COVID. Pasados un par, ¿cómo ves hoy el escenario?
Italia es y seguirá siendo un socio clave y estratégico de China dentro de la Unión Europea: no sólo estamos hablando del país europeo con mayor interdependencia económica respecto al país asiático dentro del bloque europeo, sino también que ambas naciones son socias comerciales en la denominada “Nueva Ruta de la Seda” (BRI), por lo que en un primer momento no sorprendió la asistencia que recibió Italia (tanto en insumos sanitarios como en profesionales médicos) para intentar paliar la crisis desatada por el COVID-19.
Además, Italia es el tercer país en importancia dentro de la Unión Europea (siendo además uno de los Estados fundadores del Tratado de Roma, que dio pie a la integración política y económica del Viejo Continente) y tiene una plena relación económica y política con los Estados Unidos, al ser miembro de otras instancias como el G7 y la OTAN. Entonces, otro punto a destacar es el recelo con que Estados Unidos mira esta integración europea hacia el Asia Pacífico: lentamente Europa fue incrementando, a partir de la crisis de 2008, su interdependencia respecto de países como China, con lo cual, en un marco de guerra comercial, que China resultará colaborador fundamental de Italia en medio de la pandemia es visto con suma atención desde Washington y también desde Bruselas. En la actualidad, esta situación entre Roma y Beijing no se va a modificar sustancialmente: de hecho, el acuerdo firmado en marzo de 2019 en Roma entre Giuseppe Conte y Xi Jinping destaca una importante cooperación entre ambos países en materia comercial, bancaria y empresarial, también en cuanto a infraestructura, energía, industria espacial, investigación científica y convenios académicos; por lo tanto, todo indica que a corto y mediano plazo la cooperación entre Italia y China no sólo se mantendrá sino que incluso se reforzará.
Justamente señalabas la relación comercial entre estos dos países, ¿cómo impactará en términos económicos en el futuro inmediato?
Como señalaba previamente, la existencia de una positiva interdependencia y cooperación sino-italiana va a ser fundamental para la economía italiana durante este difícil año. Al ser el país europeo más afectado por la pandemia, hay que tener en mente tanto la cooperación china como la propuesta franco alemana para la reconstrucción de las economías de la Eurozona. A pesar de la propuesta franco-alemana de un débito común para la reconstrucción de las economías de los países europeos más castigados por la pandemia, que asignaría a Italia la suma de 81.8 billones de Euros, creo que la alianza económica estratégica entre China e Italia se profundizará en los próximos meses, más allá del acuerdo de entendimiento firmado el año pasado. Sin embargo, sectores como la oposición política al gobierno de Giuseppe Conte miran con recelo esta integración: sucede que el crecimiento del PBI italiano fue nulo el año pasado (según datos oficiales del Istat, que es el instituto de estadística del país), y la deuda sobrepasa el 130% de ese producto; todos éstos son factores que constituyen o ayudan a caracterizar la debilidad estructural de la economía italiana. Entonces, si se realiza una apertura mayor de la economía de la Península, la oposición de centro derecha sostiene que en el mediano plazo las pequeñas y medianas industrias desaparecerán, siendo un pilar importante del desarrollo italiano de antaño.
Pasado el peor momento en Italia, ¿cómo se encuentra el escenario interno político hoy?
La actualidad política italiana puede ser pensada en dos escenarios diferentes: uno antes de la emergencia del COVID-19, y el otro luego de la crisis desatada, ambos en términos de estrategia del arco político en su conjunto. Antes de la crisis del coronavirus, el país se encontraba sumido en una moderada polarización, debido a la reciente conformación del gobierno Conte bis, en respuesta a la finalización de la anterior coalición entre la Liga del Norte y el Movimiento Cinco Estrellas (representada en las figuras de Matteo Salvini y Luigi Di Maio, respectivamente). Al promover Salvini una moción de censura hacia la figura de Giuseppe Conte, se disuelve el gobierno y, con la anuencia del presidente de la República Sergio Mattarella, se conforma el gobierno actual como resultado del acuerdo entre Cinco Estrellas y el Partido Democrático.
Y hablo de un antes y un después justamente porque luego de la aparición del COVID en el mapa italiano, la estrategia política de partidos de centro derecha como Hermanos de Italia y, sobre todo, la Liga del Norte, radicalizaron su discurso en pos de culpar a la coalición gobernante por la respuesta al manejo de la pandemia. Cuando aparecieron los primeros casos durante enero y febrero Salvini era uno de los políticos de la oposición que esperaba escrutar el manejo sanitario de la enfermedad por parte de Conte. Al agravarse la situación durante marzo y abril, la centro derecha italiano mermó en su narrativa de confrontación para proponerse como líderes capaces de presentar propuestas al gobierno PD-M5S, sobre todo propuestas para paliar la situación económica: tengamos en cuenta que políticos como Salvini iniciaron y consolidaron su trayectoria en el norte industrial del país, donde la Liga atesoró para sí regiones ricas como Lombardía y Véneto.
De todas maneras, considero que hay un sentimiento anti Unión Europea muy fuerte en el país, en un primer momento alentado por narrativas nacionalistas como las de Matteo Salvini y Georgia Meloni, pero también retomado por movimientos de ultra derecha como Casa Pound y Forza Nova, que sin ningún tipo de prurito se autodefinen como “fascistas del Tercer Milenio”. A esta polarización con la Unión Europea se suma un nuevo movimiento ciudadano denominado “Chalecos Naranjas”, que buscan amalgamar el descontento social de los sectores más radicalizados de la población italiana y quizás heredar parte del electorado identificado con Cinco Estrellas (electores defraudados por el pacto entre M5S con el PD), proponiendo directamente la salida de Italia de la Unión Europea (“Italexit”) y el fin del Euro. Los últimos sondeos en Italia revelan que de ser hoy mismo las elecciones un 48% votaría a la coalición de centro derecha (Liga del Norte, Hermanos de Italia, y Fuerza Italia de Silvio Berlusconi), por lo tanto la sociedad italiana se encuentra muy polarizada en la actualidad y esto es importante subrayarlo, ya que creo que la tendencia va a continuar en los próximos meses.
¿Qué impacto tienen hacia el interior del sistema político italiano las recientes denuncias sobre financiamiento del chavismo al movimiento Cinco Estrellas?
En principio, lo que se conoció esta semana es la publicación de un documento de la Dirección General de Inteligencia Militar de Venezuela que detalla la entrega de 3,5 millones de euros a Gianroberto Casaleggio, cofundador del movimiento italiano considerado en sus inicios como “anti sistema”. Esta publicación fue desmentida de plano tanto por el partido Cinco Estrellas como por el régimen venezolano. Vale la pena recordar que en los inicios (y también en su consolidación) del Movimiento Cinco Estrellas se encontraban figuras como Alessandro Di Battista, que apoyaban ideales latinoamericanistas y tercermundistas, e incluso declamando admiración hacia figuras como Hugo Chávez y Jean Luc Melénchon… Pero volviendo a la pregunta, hay distintas reacciones en el arco político italiano: por un lado la desmentida categórica por parte de M5S, más las sospechas que agrega el Partido Democrático hacia la veracidad del documento: nada sorprendente, siendo ambos partidos los integrantes de la coalición de gobierno; por el otro, la centro derecha con Salvini a la cabeza aceptando la fiabilidad del hallazgo, y relacionando el financiamiento chavista con el rechazo a reconocer, por parte de Luigi Di Maio (Ministro de Relaciones Exteriores de Italia y figura líder del Cinco Estrellas), a Juan Guaidó como encargado del gobierno venezolano en 2019.
El gobierno de Giussepe Conte surgió en parte debilitado al perder el apoyo de la Liga del Norte para forzar un adelantamiento de elecciones. Esto no se dio y en el medio surgió el coronavirus. ¿Hay hoy un fortalecimiento de la figura de Conte o pagará costos políticos altos que debilitarán su gobierno?
Creo que tanto el perfil académico y mesurado de Giuseppe Conte como la forma en que se presentó la gestión durante la pandemia, han robustecido y fortalecido la figura del Premier. Si antes de la pandemia y quizás durante el inicio de la misma Conte fue fuertemente cuestionado en su función, el manejo de la situación a posteriori lo ha ayudado a consolidar su presencia política en el país. De hecho, hace un par de semanas se efectuaron sondeos para medir un posible “partido Conte” y la aceptación treparía a más del 14%, restándole apoyos a la fuerza socialdemócrata por excelencia, que es el Partido Democrático. Como comentara anteriormente, el país se encuentra fuertemente polarizado: hay un 48, 50% dispuesto a apoyar a las fuerzas de la coalición de centro derecha, y otro 50% repartidos entre PD, Italia Viva (el nuevo partido fundado por el ex Premier y actual senador por Florencia Matteo Renzi), y fuerzas de centro izquierda minoritarias. Debido a la aceptación que se observa de la figura de Conte, las narrativas más “soberanistas” tuvieron que ser contenidas, en pos de salvar a Italia de la peor crisis en los 74 años de la República.
Dado que los liderazgos de Macron y Merkel se potencian durante la crisis, ¿Qué rol le adjudicás a Italia en el escenario de la Unión Europea en los próximos meses?
Muchos líderes políticos italianos de convicción europeísta, como ex Premiers de la talla intelectual de Romano Prodi y Enrico Letta, han recomendado que Italia pueda seguir el camino iniciado por Francia y Alemania. Sin dudas, tanto Merkel como Macron se perfilan como liderazgos sólidos en defensa del proyecto de la Unión Europea, que es especialmente un proyecto político. En este sentido, Italia es el tercer país en importancia de la Eurozona, y esto no es un dato menor. El desafío que tiene Italia por delante es volver a enamorar a los italianos de Europa: recordemos que el país es uno de los padres fundadores del proyecto de asociación, y su presencia no es un dato menor, pues estamos hablando no sólo de una nación rica en patrimonio cultural y diplomacia (anche softpower) sino que además representa el segundo polo industrial más grande de Europa. Y como bien dijo Romano Prodi en una entrevista reciente: “no hay una Europa sin Italia”.