jueves 25 de abril de 2024
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Luciana Micha: “Las consecuencias de la guerra exceden el teatro de operaciones militares”

A cien días de la invasión rusa a Ucrania, la especialista en temas internacionales Luciana Micha, directora del Centro de Estudios de Políticas Internacionales (CEPI) analiza el estado y los antecedentes del conflicto.

Lo que al principio parecía una rápida invasión de Rusia a Ucrania, se está convirtiendo en un conflicto clásico de larga duración. ¿Cuáles son las consecuencias, tanto como para el sistema bélico ruso como para la resistencia de los ucranianos?

La invasión de la Federación Rusa a Ucrania constituye un acto internacionalmente punible, tipificado como uno de los cuatro crímenes internacionales incluidos en el Estatuto de Roma, plausible de ser juzgado por la Corte Penal Internacional: de “Agresión Internacional” entendido como el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado.

Podemos hoy, pasado los tres meses de la invasión, analizar cómo y porqué, al inicio de las operaciones militares rusas, este hecho fue ponderado desde las dimensiones políticas-estratégicas como una ofensiva militar rápida, debido al gran despliegue de armamento, tropa y material bélico en la zona. Sin embargo, no había certeza absoluta sobre los planes militares ni las expectativas rusas. 

Raymond Aron define a la guerra como un camaleón, en este caso, se corrobora su definición y se suma la conocida advertencia cual dice: “Sabemos cómo empieza la guerra, no sabemos ni cuánto va a durar y cómo va a evolucionar”.  Por lo tanto, en la actualidad evidenciamos un proceso más largo y complejo con múltiples consecuencias, no solo para los sistemas bélicos rusos y la resistencia ucraniana, sino en términos humanos, económicos y materiales. Incluso, se evidencia que las consecuencias exceden el teatro de operaciones militares, afectando significativamente a los países vecinos, quienes deben brindar asistencia a los desplazados forzosos que se cuentan por millones. Incluso hay estudios que analizan cómo las consecuencias de la guerra impactan en regiones enteras, como la suba de precios del gas en Europa, y el gran incremento en los precios de alimentos, afectado a regiones como el África Subsahariana.

El conflicto Ruso-Ucraniano en sí es de larga duración, hay que recordar que este no inició el pasado 24 de febrero, sino que tiene sus orígenes en el 2014 cuando sucedió el Euromaidán y la consiguiente anexión de la península de Crimea al territorio de la Federación de Rusia. 

El Euromaidán fue un proceso marcado por las protestas sociales en rechazo a la negativa del gobierno central de Kiev a continuar el proceso de adhesión a la Unión Europea. Sin embargo, en el este del país, lugar que hoy vemos como uno de los teatros de operaciones, sucedía lo contrario dado que esta región posee una gran mayoría de población rusa o ruso parlante por lo que se oponían a la decisión de adherir a la Unión Europea. Estas regiones son altamente relevantes para comprender lo que sucede en la guerra actual, dado que si bien desde hace varios años estas regiones se autodeclararon independientes, no fue hasta febrero de este año que Moscú las reconoce como tal y, a través de este acto, reconoce que estas nuevas repúblicas solicitan ayuda militar a Rusia para salvaguardarse. Este argumento es el que se utilizó desde el Kremlin para lanzar la llamada Operación Militar Especial que dio inicio a la confrontación actual. 

Sin embargo, si comparamos el proceso de 2014 en esta región vemos algunas similitudes respecto a su duración. Los enfrentamientos en la región del Donbás comenzaron a mediados de abril con la toma de un edificio gubernamental en la ciudad de Donetsk. Los conflictos persistieron hasta la firma del Protocolo de Minsk en septiembre de ese mismo año, es decir cinco meses después, que lograron el primer alto al fuego. Sin embargo, este acuerdo no tuvo eficacia y meses después en febrero de 2015 se firmó un segundo acuerdo conocido como Minsk II cuya diferencia esencial es la participación de países europeos como Alemania y Francia y el auspicio de la OSCE. 

Respecto a la confrontación militar actual, el pasado 24 de mayo se han cumplido tres meses desde el inicio de la invasión. Sin embargo, ya hemos visto varias reuniones para negociar un alto al fuego, aunque ninguna con éxito. Muchos analistas internacionales especularon con que Rusia buscaría una victoria rápida en la región, no obstante, hubo un factor que influyó que es la reacción de occidente a la guerra. Esto se ha materializado en el envío de armamentos, ayuda financiera y humanitaria y también en la cooperación en materias de inteligencia e información, las cuales son vitales en un escenario bélico. 

Todo tipo de guerra tiene algún tipo de costo para los sistemas bélicos. Sin embargo, en el caso de Rusia hemos visto una reticencia que en estas ultimas semanas ha comenzado a dejar de lado, de emplear todo su musculo bélico en el esfuerzo de guerra del Donbás. No obstante debemos recordar y ser cautelosos ya que estamos hablando de una de las principales potencias nucleares. También hay que recordar que otro de los teatros de operaciones de esta guerra es el Mar Negro donde la superioridad militar de Rusia es innegable. 

¿Sirven las sanciones occidentales a Rusia? 

Las sanciones económicas y financieras a Rusia, sumadas a cese de operaciones y cierre de proyectos y oficinas de empresas multinacionales como ShellL, Disney, Apple, Toyota, Nestle y cadenas comerciales como Mc Donalds, Nike, IKEA, entre otras, impactan principalmente en la esfera mediática y de la opinión pública internacional, más que nada por la velocidad con las que se adoptaron, solo días después de la invasión de Ucrania. 

Asimismo, se evidenció la misma rapidez y contundencia para efectuar el cese de operaciones y cancelación de servicios de compañías internacionales que operaban o brindaban servicios y o productos en Rusia como Google, Netflix, Instagram, TikTok, Paypal, Fedex, Sony entre muchas otras. 

Las sanciones impuestas principalmente por Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y otros países siguen una larga historia de uso de sanciones para forzar cambios en el comportamiento de ciertas naciones. Pero un análisis de medidas del tipo adoptadas en el pasado muestra que no siempre se logra el objetivo. Además, en determinados casos, se corre el riesgo de que se produzcan consecuencias no deseadas e incluso que el resultado sea contrario al deseado, fortaleciendo al gobierno al que pretenden debilitar y generando un impacto negativo en los derechos humanos, la democracia y otros aspectos

Las sanciones económicas hacia Rusia no son un instrumento nuevo. Se han implementado desde la primera guerra en 2014. Si bien hay una diferencia central entre el escenario de 2014 con el actual que es la severidad de las sanciones todavía debemos ver que sucede en el largo plazo. Rusia en el último año ha estado aumentando su reserva en oro lo cual sirve para amortiguar los efectos inmediatos de las sanciones, asimismo ya se había comenzado a planificar otros sistemas de pagos alternativos al SWIFT. Ya en 2017 se estableció el sistema MIR en Rusia. 

Por ahora la economía rusa parece haber evitado el colapso que muchos anticiparon, su sistema financiero recobró cierta estabilidad y el país aún recibe cientos de millones de dólares diarios por exportar petróleo y gas.

El aumento de la ayuda militar de los Estados Unidos a Ucrania, ¿puede influir en el desarrollo del conflicto?

El involucramiento de terceros países y/o de organismos regionales o internacionales con ayuda militar directa suelen influir en el desarrollo de los conflictos. Ya en el año 1999 el economista y estratega militar Edward Luttwak pública en la Revista Foreign Affairs un duro artículo titulado “Give war a Chance” donde el autor expresa las limitaciones y desbalances que genera la ayuda militar externa en un conflicto, no sólo para su evolución y resolución, sino también en el establecimiento de una paz duradera. Siendo crítica de su postura, y no compartiendo sus reflexiones en el citado artículo, dada la ausencia de la consideración de la dimensión humana en los conflictos, cabe si mencionar que su análisis desde las dimensiones política y estratégicas militares esconden duras verdades. 

El envío de ayuda tanto militar como económica desde, no solo Estados Unidos, sino que también de algunos países europeos hacia Ucrania, ha servido de gran ayuda para las fuerzas leales a Kiev. Sin embargo, algunos de los mismo requieren de personas que estén capacitadas para su utilización como es el caso de los drones y esto requiere tiempo, el cual es escaso en este contexto.  Es importante destacar la cooperación en términos de inteligencia, lo cual es central dado la urgencia de los contextos bélicos.

Las comunicaciones actuales han hecho que actores externos se involucren en estos conflictos. Por ejemplo, Elon Musk derivó su escudo de satélites a Ucrania para mantener al país comunicado. ¿Qué podemos interpretar de este nuevo modo de “hacer la guerra” que nos trae el siglo XXI?

Las guerras son multidimensionales, no solo se libran en diferentes dominios (terrestre, aéreo, marítimo y cyber) sino que también se le suman las dimensiones de Información, las redes sociales, lo económico-financiero y la presencia de actores externos con gran impacto mediático. Asimismo, la utilización de empresas privadas en el ámbito de la defensa no es un fenómeno nuevo y propio de la guerra en Ucrania. Seguramente han escuchado hablar de los ejércitos mercenarios como el Wagner Group. Este tipo de ejércitos existen desde hace muchos años e incluso desde antes del surgimiento de los ejércitos profesionales modernos. En algunos países como Estados Unidos están regulados y poseen sus propias leyes y procedimientos. Sin embargo, lo interesante de la cuestión con la empresa SpaceX es su dimensión en la cual opera la cual es el espacio exterior. Las teorías tanto de relaciones internacionales como de la geopolítica, que en este caso la llaman astropolitics, sobre la participación de empresas en el ámbito espacial están viendo un desarrollo notable en los últimos años. Esto nos da un indicio de la relevancia de este tipo de fenómenos y los desafíos que traen consigo no solo a la hora de hacer la guerra sino en tiempos de paz. 

Entiendo que te especializas también en protección de monumentos históricos durante los conflictos bélicos. ¿Qué podemos decir de lo que está sucediendo en estos momentos en Ucrania? ¿Se está respetando el patrimonio? ¿Existe algún tipo de tratado que los proteja?

Es lamentable recibir los informes de la Asociación Internacional de Escudos Azules, sobre la destrucción total o parcial de Bienes y Patrimonio Histórico Ucraniano en el desarrollo del conflicto. Los mismos poseen un gran valor histórico identitario y dan testimonio de vidas pasadas. En la guerra hay límites y leyes. El Derecho Internacional Humanitario es el cuerpo normativo en el cual se establece la utilización de medios y métodos de guerra. Lamentablemente son muchos los escenarios de conflictos que en la actualidad no cumplen con el mismo, mostrando imágenes de escuelas destruidas, hospitales bombardeados, bienes culturales incendiados y saqueados (como el caso de Palmira en Siria) y estas imágenes no dejan de consternar a la sociedad internacional. 

Respecto a la protección monumentos se aplica la Convención para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, La Haya, 1954, (su Primer Protocolos Adicional, La Haya, 1954 y Segundo Protocolo Adicional, La Haya, 1999) los cuales establecen como un crimen de guerra la destrucción total o parcial del Patrimonio cultural de un pueblo. 

La protección del patrimonio cultural implica un compromiso para los Estados, en relación a los deberes de respeto y garantía del derecho humano a la cultura, El patrimonio cultural de un pueblo encierra su memoria, su historia y su identidad. En este sentido, la eficacia de la protección del patrimonio cultural depende de su organización en tiempos de paz a través de la adopción de medidas tanto en la esfera nacional como internacional y su máximo respeto durante los conflictos armados. 

En cuanto a protección y utilización militar de instalaciones educativas durante los conflictos, en el año 2015, la Argentina conjuntamente con Noruega y apoyados por la Coalición Internacional de “Protección de la Educación bajo Ataque” (Global Coalition to Protect Education from Attack) iniciaron un proceso internacional de Adhesión a la “Declaración de Escuelas Seguras” la cual limita a los Estados y sus fuerzas armadas a utilizar las escuelas o universidades como parte de las operaciones militares. No solo no pueden ser atacadas, sino que tampoco las fuerzas armadas deben hacer uso de las instalaciones educativas a fin de resguardar su carácter meramente civil. 

Es lamentable que tanto el ejército Ruso bombardee a las escuelas y Universidades, protegidas bajo el DIH por ser establecimientos civiles, sino que también, es ilógico que las fuerzas ucranianas utilicen las instalaciones educativas como parte de su estrategia de defensa, mas aun cuando el mismo Estado ucraniano en el 2020 adhirió a la Declaración de Escuelas Seguras, asumiendo la responsabilidad de protección y no utilización ante conflictos armados. 

Como vemos, podemos analizar desde muchas dimensiones a la guerra, pero en definitiva, siempre los que mas sufren de las mismas son los no combatientes, el patrimonio cultural y el ambiente. 

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