martes 19 de marzo de 2024
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Los resultados de las pruebas educativas UNESCO

El gobierno abre el paraguas y mira la foto de 2019.

Ante los preocupantes resultados de las pruebas regionales de UNESCO de 2019, que se publicaron hoy, lo primero que atina a hacer el gobierno, una vez más, es a responsabilizar a la gestión anterior, en vez de mostrar a la sociedad la riqueza de la información que dan estos estudios, mirando el mediano y largo plazo para diseñar soluciones a problemas estructurales, en donde los gobiernos de al menos los últimos 20 años tienen responsabilidad.

Los resultados de las pruebas del estudio ERCE de la UNESCO son una fotografía de 2019, pero el resultado de un proceso que para entenderlo deberíamos comparar la situación con momentos anteriores. ¿Cuál es ese momento? Las mismas pruebas tomadas en 2012, con el estudio TERCE, o las de 2006, con el estudio SERCE. Claramente entre un momento y otro los resultados son peores. Si de echar culpas se tratara, habría que decir que el problema se produce al menos entre 2006 y 2019, período en el que gobernaron diferentes sectores del arco político. Pero no se trata de eso. El problema es anterior, y es una irresponsabilidad y un engaño no decirle esto a la sociedad.

Estos estudios se hacen periódicamente. Tenemos información más o menos comparable de 2006, 2012 y 2019, con tres estudios que midieron lo mismo, aunque con algunos cambios metodológicos que dificultan el armado de series completas. Estos estudios midieron en esos tres años los rendimientos de los alumnos de 3er y de 6to grado en lectura, matemática y ciencias, en más de veinte países de la región. La forma en que podríamos analizar la debacle es comparando los diferentes niveles de logros (I el más bajo IV el más alto). Pero esa información de los tres estudios está siendo difícil de relevar, aunque no imposible. Por eso aquí, para mostrar que estamos ante un problema estructural y de larga data, voy a hacer un rápido análisis comparativo en relación al promedio de la región y a algunos países de referencia.

En la evaluación de lectura de 3er grado en 2006, Argentina estaba 20 puntos por encima del promedio total, y por debajo de Chile, México Uruguay y Colombia. En 2012 estaba apenas 3 puntos por encima del promedio y detrás de los países anteriores, pero también de Perú y Brasil. En 2019, ya quedamos por debajo del promedio regional en 8 puntos, y detrás de los mismos países de referencia (de Chile no hay datos de 2019 por el momento).

Por su parte, en la evaluación de matemática de 3er grado, en 2006 Argentina estaba 15 puntos por encima del promedio, y detrás de países como Uruguay, México y Chile. Ya en 2012 había bajado a 8 puntos por encima del promedio, y detrás de los tres países anteriores, pero también de Brasil, que mejoró respecto de 2006. En 2019, Argentina quedó debajo del promedio por 9 puntos, y detrás de los anteriores países más Perú y Colombia 

En la evaluación de lectura de 6to grado en 2006, Argentina estaba por encima del promedio en 12 puntos, y por detrás de Chile, Uruguay, México, Brasil y Colombia. Esa relación se mantuvo en 2012, sin mejoras evidentes, incluso acercándose más al promedio apenas dos puntos por encima. Ya en 2019 se siguió manteniendo atrás de los mismos países, y por encima del promedio en apenas 1 punto.

Y finalmente, en la evaluación de matemática de 6to grado, en 2006 Argentina estaba a solo dos puntos por encima del promedio, y detrás de Uruguay, México, Perú y Chile. En 2012 mejoró su posición relativa en la región alejándose del promedio por encima en 9 puntos, y detrás de los mismos países, que también mejoraron, salvo para el caso de Perú que se mantuvo y quedó detrás nuestro. En 2019, siete años después, Argentina queda un punto por encima del promedio, pero detrás de países como los anteriores, más Perú, que mejoró notablemente, Brasil y Colombia.

En síntesis, en las pruebas de UNESCO la caída de los rendimientos de Argentina, en relación con la región, no es de 2019, como tampoco de 2012. Es el resultado de décadas en las que la educación no ha sido la prioridad de los gobiernos, manifestada no sólo en los aspectos presupuestarios, sino en políticas activas de mejoramiento de las escuelas, de formación y perfeccionamiento docente, de tecnología, de capacidades institucionales, de actualización del curriculum y las metodologías. Es el resultado de la ausencia de un proyecto educativo nacional que atienda a las particularidades geográficas, porque somos un sistema federal, pero que conduzca a la generación de conocimientos en toda la población, para el fortalecimiento de la ciudadanía, la economía y el desarrollo del país.

En vez de repartir culpas, asumamos que la educación hoy necesita una política de mediano y largo plazo. Los resultados del estudio de UNESCO de 2019, que hoy son noticia, muestran una foto previa a la pandemia. La imagen va a ser más trágica con los resultados de las pruebas APRENDER que se toman mañana 1ro de diciembre -lamentablemente sólo en primaria- y cuyos resultados estarán en 2022. El gobierno debería, entonces, mostrar madurez y ocuparse en serio de la crisis educativa a través del único camino viable, el del consenso. No vaya a ser cuestión que la reacción del gobierno sea sólo para abrir el paraguas a los resultados que se vienen, producto de la mala gestión de la cuarentena educativa que sin dudas impactó en los aprendizajes. Pero no debería preocuparse por eso. Cuando lleguen esos resultados, deberá encontrar a todas las fuerzas políticas trabajando en un plan de mediano plazo para sacar a la educación de la crisis histórica en la que se encuentra.

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