Por Gonzalo Delmonte.
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Buenos Aires, 30 marzo (NA) — La agonía de los pliegos de Manuel García Mansilla y Ariel Lijo podría llegar a su final el próximo jueves a las 14:00 cuando el recinto del Senado de la Nación abra sus puertas para debatir sus candidaturas a la Corte Suprema de Justicia propuestas por el presidente Javier Milei, en 2024.
El oficialismo, centrado en resolver los frentes de conflictos internos y externos que le presenta la dinámica del poder, desaprovechó el período de gracia que le otorgó la vicepresidenta Victoria Villarruel al patear la sesión especial pedida por el kirchnerismo hasta el próximo 3 de abril, haciendo uso del reglamento del cuerpo.
Sobre el uso del condicional por el eventual desenlace de esta historia, que lleva meses estancada en la Cámara alta, y hasta aburrió a propios y extraños, se sostiene en la estrategia con la que La Libertad Avanza llegará al hemiciclo. En la mayoría de las sesiones, salvo contadas excepciones, no logró -al menos- demostrar cohesión en el accionar legislativo.
Una de las propuestas que barajan los libertarios es dejar sin quorum la sesión, lo cual parecería una estrategia compleja de articular. La idea era masticada hasta el viernes, incluso, por un operador judicial del Gobierno.
Para plasmarla, necesitaría el apoyo no solo de los dialoguistas, sino recurrir a los -zigzagueantes- santacruceños Natalia Gadano y José M. Carambia y al flamante bloque Convicción Federal.
Este espacio es la nueva línea interna peronista que ya se mueve con independencia de la agenda que propone la ex presidenta Cristina Kirchner y que canaliza a través del interbloque de Unión por la Patria, que intenta liderar el formoseño José Mayans bajo la tutela -siempre- del dúo del Instituto Patria: Oscar Parrilli y Juliana Di Tullio.
Tanto que es así que, al menos dos de sus integrantes, Fernando Salino (San Luis) y Guillermo Andrada (Catarmarca), pasaron el jueves pasado por el despacho de Villarruel, según pudo confirmar la Agencia Noticias Argentinas con una alta fuente que tiene entrada y salida de la oficina presidencial del primer piso del Senado.
La bancada, que también integran Fernando Rejal (Chaco) y Carolina Moisés (Jujuy), prestaría el quorum para habilitar la sesión. No obstante, persistían las dudas sobre las posturas de estos a la hora de votar contra, principalmente, Lijo. Por ejemplo, Salino dijo en declaraciones radiales que aún meditaba su decisión sobre el juez federal y que nunca votaría un proyecto de Milei.
Por su parte, los santacruceños ya le aguaron la fiesta de renovación de autoridades a Villarruel, al dejarla sin quorum en la Preparatoria de finales de febrero; mostraron así los acuerdos endebles que tejió el Gobierno nacional y evidenciaron cuánto caló la expulsión del ex senador Edgardo Kueider a la hora de construir una mayoría.
Este dilema se multiplica como signo de interrogación en todas los bloques que integran el Senado, salvo el libertario. De hecho, en el olvido quedó la postura negativa frente a Lijo del riojano Juan Carlos Pagotto, que viene de perder la Bicameral de Trámite Legislativo. “Estoy pensando qué votar sobre Ariel Lijo: hay juristas más capaces”, dijo meses atrás.
El interbloque de Mayans -con Convicción Federal adentro- llega a una base de 34 y se les sumarían los otros impulsores de esta sesión, los solistas porteños Guadalupe Tagliaferri (PRO) y Martín Lousteau (UCR). Podrían plegarse el ex libertario Francisco Paoltroni (Formosa) o el radical Pablo Blanco (Tierra del Fuego) y así alcanzar el número mágico de 37.
De habilitarse la sesión, este grupo heterogéneo tendrá que reunir solo 25 votos para obturar los dos tercios, si es que al momento de la votación están los 72 senadores sentados. Mayans dice contar con una veintena voluntades para la movida, panorama que tiene sentido para el pliego de García Mansilla. No está claro si contará también con ese apoyo para el de Lijo.
La actitud de rebotar a ambos fue perdiendo fuerza a lo largo de estos días y varios senadores entraron en un proceso de hermetismo. Y es, sencillamente, porque llegó la hora de mostrar las cartas que ocultaron por comodidad durante meses y fijar postura pública contra Lijo, el más cuestionado de ambos candidatos.
Sus razones fueron ya mencionadas hasta el hartazgo: si no llega a la Corte, Lijo continuará en su juzgado de, nada más y nada menos, que Comodoro Py; y si llega, y alguno de estos no apoyó su pliego, dejarían su huella ante un ministro del máximo tribunal.
Más allá de las especulaciones con respecto al quorum, si el Senado avanza con el rechazo a los pliegos de García Mansilla y Lijo, que no sería improbable, las dudas pasarán al plano más técnico sobre la validez de los nombramientos en comisión.
El ex catedrático de la Austral dejó en claro que su designación en comisión se hizo efectiva luego de haber prestado juramento ante la Corte. Fue en respuesta al federal Alejo Ramos Padilla, que tramita una causa para impugnar su designación y la de Lijo. Su postura, y la de Gobierno, sostiene que solo puede ser removido por juicio político.
En el Senado toman el argumento del Ejecutivo y sostienen que los nombramientos en comisión tienen lugar hasta que la Comisión de Acuerdos se expida, es decir, si los pliegos llegan al recinto y se rechazan quedarían invalidados.
Hasta el propio libertario y presidente Provisional del Senado, Bartolomé Abdala, -de bajo perfil en las últimas semanas- lo admitió en una entrevista con radio Rivadavia: “Si los rechazan, estos caballeros se van a su casa y habrá que nombrar nuevos pliegos”.
Los pliegos de Lijo y García-Mansilla pueden caerse esta semana
