viernes 20 de diciembre de 2024
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Los nuevos revolucionarios: un médico a la izquierda

No se confunda mi estimado señor, nosotros ya no exportamos guerrilleros o revolucionarios, ahora son médicos y maestros”. Con esas palabras el vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba, Carlos Rafael Rodríguez, allá por el año 1977 me expresaba, durante la visita protocolar que le había hecho en carácter de funcionario diplomático de la embajada Argentina en La Habana, cuáles eran los nuevos lineamientos de la política internacionalista de la revolución cubana. Como cierre a nuestra conversación y ya despidiéndonos me agregó, “quédese tranquilo ya no estamos apoyando a los grupos subversivos en su país.” ¿Puedo informar eso a mi país y tomarlo como una declaración oficial? fue mi pregunta inmediata. “Usted es muy joven (efectivamente tenía 22 años), aun tendrá que aprender mucho para interpretar las palabras, pero puede informarlo sin problemas” me respondió. Años después, con el tiempo y alguna canas, pude comprender sus palabras en el sentido que el gobierno de Cuba ya no apoyaba oficialmente la contraofensiva que, entre 1979 y 1980, la agrupación político-guerrillera Montoneros decide realizar, con el retorno al país y a la lucha de varios integrantes que estaban en el exilio, para intentar derrocar a la dictadura. Al mismo tiempo, el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 tampoco constituyó un quiebre en las relaciones entre Cuba y Argentina, las cuales se mantuvieron a igual ritmo, incluso, llegando a ser muy estrechas tanto en el apoyo recibido por ambos gobiernos en cuanto a candidaturas y elecciones que se hicieron al interior de organismo multilaterales, como el voto positivo que le daría Argentina a la candidatura de Cuba para integrar el Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el apoyo al régimen militar argentino para ser reelegido como miembro en la subcomisión del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), organismo encargado de elevar a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas los casos de los países que cometían violaciones. O sea, relaciones cercanas a pesar de dos gobiernos con ideologías opuestas

Carlos Rafael Rodríguez fue un marxista, revolucionario, erudito, intelectual y sencillo. Era la figura clave dentro de las relaciones cubano-soviéticas y el sostén del privilegiado intercambio económico a favor de la isla caribeña, defensor durante períodos de especial acercamiento y mediador en ciertos desencuentros como, por ejemplo, en la aventura revolucionaria maoísta del Che Guevara, la insistencia de Fidel Castro de intentar exportar su revolución o cuando Gorbachov lanza sus modelos de Glasnost y Perestroika. Durante la charla que tuvimos esa tarde, y escuchándolo sobre sus explicaciones y casi cátedras sobre las virtudes teologales, pude comprobar un comentario que era común escuchar en las recepciones diplomáticas de ese tiempo. “Qué inteligente es Carlos Rafael Rodríguez, es una lástima que sea comunista.”

Paralelamente durante esos años la Revolución Cubana iniciaba uno de los proyectos más audaces de su historia, convertirse en promotor de los movimientos independentistas en todo el Tercer Mundo y lograr la autodeterminación en el sur de África. Había tres grandes colonias portuguesas en el continente negro: Angola, Mozambique y Guinea-Bissau. Los tres movimientos guerrilleros de Angola estaban divididos, en general hostiles los unos a los otros y eran bastante débiles. El MPLA [Movimiento Popular de Liberación de Angola] había ganado fuerza a principios de la década de 1970, pero perdió terreno tras una poderosa contraofensiva portuguesa y divisiones internas. La guerra de guerrillas en Mozambique tenía más fuerza que la de Angola, aunque no lo suficiente para poner en jaque el dominio portugués. En general, la ayuda exterior a África meridional fue limitada hasta 1974 y como dice la canción popular de Carlos Puebla: “Y en eso llegó Fidel”.

Si bien la primera misión que Cuba envió a África tuvo como destino Argelia en el año 1963, desde entonces, Angola, Etiopía, Guinea Bissau, Congo Brazzaville, Zimbabwe destacan entre los países africanos que recibieron asistencia cubana. Bajo el nombre de Operación Carlota, llevada a cabo entre 1975 y 1991, sin consultar a Moscú, el gobierno cubano optó por una intervención directa con las tropas de combate en apoyo del MPLA. Cerca de 450 000 cubanos, entre médicos, maestros, ingenieros y soldados, sirvieron en Angola durante los dieciséis años que duró la operación cuyo objetivo era apoyar al gobierno comunista de Angola, liderado por Agostinho Neto, en la Guerra Civil Angoleña y la Guerra Fronteriza Sudafricana. En la Guerra de Ogadén, que se desarrolló entre 1977 y 1978, Cuba apoyó a Etiopía, mientras que los Estados Unidos apoyaban a Somalia. El régimen de Castro, por su parte justificaba el envío de cubanos a las lejanas guerras africanas bajo el discurso de que Cuba es una nación “latinoafricana”.

Siempre pensé que el proyecto de Fidel y su arriesgada decisión sin consultar a la Unión Soviética fue una de las tantas fantasías revolucionarias independentistas que tuvo, donde su objetivo final era establecer un protagonismo regional en África que a su vez le permitiera poner un poco de distancia en esa relación asfixiante por momentos de dependencia que tenía con Moscú y experimentar una suerte de camino propio con nuevos aliados marcando una equidistancia política y nuevos mercados de intercambio económico. Su presidencia al frente del Movimiento de Países No Alineados y la posibilidad de ser el líder de los países del Tercer Mundo, se lo permitirían.

Al mismo tiempo en ese afán, Castro rebautiza a la Isla de Pinos, descubierta en junio de 1494 por Cristóbal Colón en su segundo viaje al Nuevo Mundo y sede del Presidio Modelo donde Castro y los participantes al asalto del Cuartel Moncada estuvieron presos hasta mayo de 1955, y la convierte en el centro de las Escuelas Internacionalistas, donde en los años 70,s más 52 mil jóvenes de todas partes del Tercer Mundo llegaron para contribuir a su formación dentro de las escuelas en el campo (ESBEC), trabajando en las plantaciones de cítricos y capacitándose para el futuro desarrollo de sus pueblos de África y de América Latina. Con posterioridad, muchos de esos egresados destacados se trasladaban a estudiar en cuatro escuelas de Medicina en La Habana y pedagogía en la Universidad de Ciencias Pedagógicas.

Según dato registrados en diferentes fuentes, la primera brigada de profesionales de la salud cubanos que brindó servicios en el exterior lo hizo en Argelia, en 1963. Desde entonces, más de 400.000 profesionales han servido en 164 países de América Latina y el Caribe, África, Oriente Medio, Asia, y un país de Europa que apenas se menciona oficialmente, Portugal.

Estos servicios, que hoy se conocen popularmente como “misiones médicas”, incluyen el envío de profesionales sanitarios a países que lo solicitan oficialmente al Gobierno cubano. Si bien en 1959 Cuba sólo contaba con 6.286 médicos para una población total de 6 millones de habitantes, o sea una ratio de un doctor para 1.064 personas, la medicina en el país era de calidad. La primera Secretaría de Sanidad del mundo se creó en Cuba, con la participación de eminentes médicos de la época. Ellos mismos contribuyeron a la fundación de la Oficina Panamericana de la Salud, la misma que sirviera de modelo para la creación posterior de la Organización Mundial de la Salud, una vez concluida la II Guerra Mundial y fundada la Organización de las Naciones Unidas. No es pues ilegítimo el orgullo de los salubristas cubanos en relación con su pasado, como tampoco lo es en relación con lo alcanzado en el presente, en el cual están latentes los aportes de numerosos profesionales de la salud de ayer y de hoy, con casi 500 mil profesionales que incluye a todo el personal sanitario con estomatólogos y técnicos de la salud.

Lo mismo pasa en el ámbito educativo donde la figura de Aurelio Ángel Baldor de la Vega o simplemente Baldor, matemático, profesor, escritor sigue presente en todo Latinoamérica con sus famosos libros de Algebra, Aritmética, Trigonometría y Geometría Plana.

Si bien en años recientes, Cuba empezó a cobrar sus servicios sanitarios y educativos a los países que pueden pagar, en algunos casos como los de Venezuela y México, estos países le dan a Cuba créditos para la compra de petróleo a cambio de dichos servicios.

Han pasado muchos años de aquel encuentro con Carlos Rafael Rodríguez. Murió Fidel Castro, sus aventuras africanas quedaron en el recuerdo de los miles de internacionalistas que también dejaron su vida en África u otros fueron fusilados por asumir un liderazgo que opacaba al propio comandante (el caso del general Arnaldo Ochoa, y Tony de la Guardia que habían sido jefes de las misiones militares de Cuba en Angola y Etiopía y su popularidad en el Ejército eran notables) que querían una revolución quizá menos ideologizada y menos aburguesada. Quizá los informes que escribí en ese momento a la Cancillería sobre el mensaje que me había dejado Carlos Rafael estén archivados en algún rincón perdido del viejo Palacio San Martín. El “No se confunda, nosotros ya no exportamos guerrilleros o revolucionarios, ahora son médicos y maestros” fue una verdad que se desparramó por todo el Tercer Mundo y tenía razón.

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