viernes 10 de mayo de 2024
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Los hermanos Milei se plantan y avisan: vinimos para quedarnos, no somos aves de paso

Cuando estamos entrando a la fase decisiva de la negociación de la nueva ley ómnibus, el paquete fiscal y la contraprestación que los gobernadores esperan Milei les brinde por su apoyo, lo que incluye en particular fondos frescos y revertir los cambios en el impuesto a las ganancias que había introducido Massa, ¿es oportuno que el presidente relativice la importancia de todo ese trámite, afirme abiertamente que no lo desvela que se aprueben esas normas, porque lo esencial de su programa sigue gestionándolo el Ejecutivo en soledad y, nos avise de paso que se va a ocupar de que en el futuro siga siendo así? 

Lo menos que cabe decir es que su actitud es irritativa. Como decirles a quienes están ayudándolo, que no los necesita, y en cuanto pueda prescindirá del todo de ellos, porque su cercanía no le genera más que disgusto moral. Ahora, tal vez lo más importante es descubrir qué está buscando Milei al comportarse así. 

¿Está exagerando su desprecio y distancia con esa oposición moderada para bajarle el precio a su colaboración, no para evitarla sino para pagar menos por el apoyo que necesita de ella, para que los cambios que impulsa se aprueben con menos condiciones y contraprestaciones, lo que sería plenamente legítimo que haga (tal vez no con estos modos tan agresivos y desagradables) este presidente o cualquier otro actor en su situación? ¿O en serio él cree que puede gobernar solo, que tiene que generar cuanto antes las condiciones para hacerlo plenamente, y está señalando el camino por el que piensa avanzar con ese fin, cueste lo que cueste? 

El armado territorial del oficialismo 

Puede que haya un poco de las dos cosas: Milei les recuerda a los partidos moderados que ya una vez suspendió las negociaciones con ellos, al precio de tirar por la borda un dictamen de mayoría, la aprobación en general de su ley Ómnibus, y de generar incluso dudas sobre su capacidad de poner al Congreso en mínima sintonía con su programa, así que no les conviene presionar demasiado, porque podría volver a hacerlo; y mientras tanto deja que sus negociadores avancen con la nueva versión de esa ley, y cedan lo que haga falta para que se apruebe, incluso recursos cuantiosos para las provincias, para obras públicas y para sostener las onerosas cajas previsionales no nacionalizadas, y restableciendo la impopular cuarta categoría de Ganancias; pero también acomoda el terreno, al mismo tiempo, para que, tanto la dirigencia política como la opinión pública, se acomoden a una disyuntiva que es y seguirá siendo de hierro, entre defender el statu quo o apoyar sin chistar las políticas oficiales, achicando el terreno disponible para los que están en el medio. 

Y que esto es así lo confirma lo que está sucediendo en otros terrenos, en particular, en el del armado territorial del oficialismo. Un asunto hasta ahora poco atendido por el vértice oficial, pero que, no casualmente, se vio también estos días que él quiere activar y poner en el centro de la atención. Un poco porque seguramente siente que una situación económica más bajo control le da el impulso y la oportunidad necesaria para fortalecerse en el frente político. Otro poco porque quiere creer, y hacernos creer, que la economía ya se le está sometiendo, así que puede dedicarle tiempo y recursos a otras prioridades, como es someter también al sistema de partidos a sus designios. 

En los dos casos, le sirve enviar una señal indisimulable a favor de la autonomía: que no piensa seguir dependiendo de los aliados que lo acompañaron en 2023, esos partidos que le prestaron su personería para presentar candidatos en la mayoría de los distritos donde compitió, todos ellos bastante insignificantes y que le aportaron y aportan hoy muy poco o nada; y que menos querrá depender de aliados nuevos, como el PRO, de mucho mayor volumen, que pueden aportarle mucho más, pero también exigirle más condiciones. 

Así que los destinatarios de la movida, que fue encabezada por Karina Milei en la ciudad de Buenos Aires, con un acto masivo y muy publicitado para juntar afiliaciones, pero que se extiende en estos momentos a una quincena de distritos del país donde La Libertad Avanza buscará tener personería y prepararse para competir como tal en 2025, son tanto los Ramiro Marra (dueño del Partido Libertario, precisamente en CABA, que pronto pasará a mejor vida), los Oscar Zago (exdirigente del MID y de momento, solo de momento, presidente de la banca de diputados de LLA) y Carlos Balder (Partido Demócrata, ahora director del Banco Nación), como también Mauricio Macri. 

Porque la nacionalización e institucionalización de una sola fuerza política que estructure su frágil y heterogénea base de apoyo, esa que el mismo presidente ha celebrado que “no sea manada” (probablemente deje pronto de repetir esa fórmula, va a necesitar cada vez más que se comporten como tal, incluso Bertie Benegas Lynch), podría permitirle a los hermanos Milei centralizar y dar estabilidad a su poder electoral. Algo fundamental para un movimiento político que tiene por casi exclusivo recurso ese apoyo de la opinión, y que como toda expresión de una circunstancial crisis de representación y de confianza de fuerzas políticas mejor implantadas, mejor organizadas y con mucha más historia, tiene por delante el duro desafío de sobrevivir en el tiempo, no ser “ave de paso”. 

Se entiende entonces la importancia de esta señal que dan los Milei, y que asume como responsabilidad personal la hermana presidencial: les está advirtiendo a los demás actores lo que se viene, la apuesta que hacen por dar estabilidad y organicidad a apoyos en principio inestables y poco o nada orgánicos, y que van a hacerlo no “coalicionalmente”, sino con la máxima centralización y disciplina. El oficialismo será un instrumento exclusivo del poder del líder, que compartirá en todo caso con su hermana, con nadie más, ni siquiera con los demás miembros de su círculo íntimo, que curiosamente tampoco estaban presentes en el acto de Palermo. 

Nada en verdad que sorprenda. Un líder tan inclinado a gobernar solo es muy natural que, a la hora de tratar de alambrar a sus votantes, y organizarlos “partidariamente”, lo haga como en su momento Perón con el Partido Justicialista, o Chávez con el Partido Socialista Unido de Venezuela, o lo hizo más recientemente López Obrador con Morena, evitando cualquier interferencia o mediación de aliados que no suman, o que pueden creerse que suman mucho, que son imprescindibles, y por tanto exigir también mucho por su buena disposición. Los Milei no entran ni entrarán en ese tipo de transacciones, ni en el terreno electoral ni en el legislativo, a menos que sea inevitable. 

Publicado en www.tn.com.ar el 10 de abril de 2024.

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