viernes 26 de julio de 2024
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Los extremos y el centro en tiempos de polarización

En X, la red social más controvertida del momento, un especialista español en los efectos del mundo digital sobre la democracia, Daniel Innerarity, escribe: “Una de las ingenuidades de la ilustración fue pensar que a quienes buscan orientación se les ayuda con conocimiento.

Quien tiene miedo o está indignado no se le calma con hechos. Por eso ha surgido un mundo dualista de aceptación y rechazo. Al botón del like le corresponde completamente el odio. El mundo consiste en cosas y personas que nos gustan o disgustan, lo que es una manera más bien arcaica de estar instalados en él”.

La UNESCO acaba de publicar un informe sobre Inteligencia artificial y democracia, donde, si bien hace una serie de proposiciones, reconoce que “en cualquier caso, es indudable que la actual revolución tecnológica hace que nuestras democracias dependan de formas de comunicación e información que no controlamos ni comprendemos plenamente”.

Lo cierto es que nuestra cultura está cambiando de manera acelerada. los tiempos son cada vez más cortos, el lenguaje cada vez más limitado, y la lucha por la atención es tan grande que los expositores hacen cualquier cosa que les permita sobresalir en la inmensa maraña de canales y de informaciones.

La cultura digital, como dice Daniel Innerarity, propicia una mirada sobre el mundo de adhesión o rechazo, del like al discurso de odio, de polarización cada vez más extrema. Esto favorece el surgimiento de los nuevos “populismos digitales”: una sociedad dividida en buenos y malos, donde los enemigos son designados como la parte enferma de la sociedad, y los gobernantes se comunican por Twitter.

La cultura digital tiene rasgos autoritarios. Y cuando las condiciones de vida empeoran, y aumentan la inflación o el miedo al desempleo, la simpleza de las respuestas tipo blanco o negro, amigo-enemigo, sostiene la instalación de un modo de pensar excluyente del que no adhiere a nuestras creencias. Es el caldo de cultivo para los extremismos vestidos de solucionadores, de ideólogos centrados en su propio discurso.

La democracia exige tiempo, exige conversación, exige miradas complejas para problemas complejos. La Justicia democrática no puede dictaminar una ley o una disposición legal de acuerdo a los intereses de un sector político o identitario. El estado democrático debe ser un estado justo, que toma decisiones de cambio considerando los intereses de la sociedad en su conjunto, sopesando los daños que las reformas pueden causar en el tiempo y en el espacio.

En una argentina cada vez más polarizada, parece haber poco lugar para opciones “intermedias”, sin lugar para las “avenidas del medio”. Sin embargo, en la historia reciente de nuestro país, las polarizaciones y los extremos siempre crean su opuesto. Quizás ya sea la hora de ir pensando, nuevamente, un “extremo centro”.

Publicado en Clarín el 25 de mayo de 2024.
Link https://www.clarin.com/opinion/extremos-centro-tiempos-polarizacion_0_7YcpB3T9nE.html

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