sábado 5 de octubre de 2024
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Los Estados versus las tecnológicas

El orden mundial podría estar a punto de cambiar. Desde el siglo XVII, cuando se firmaron los tratados de Westfalia, las relaciones internacionales han sido dictadas por los Estados soberanos. Pero cada día vemos más evidencias del surgimiento de un nuevo actor que quiere tener una voz de peso en la toma de decisiones: los CEO de las empresas tecnológicas. Ante esto, las autoridades de muchos países no se están quedando de brazos cruzados.

En las últimas dos semanas, ha habido ejemplos muy claros de la nueva confrontación política. Uno de los más destacados fue el choque entre Elon Musk y el Estado brasileño. Tras idas y venidas, la Suprema Corte de Justicia tuvo que suspender las operaciones de X en ese país por negarse a cumplir órdenes judiciales. Además, el magnate es investigado por obstrucción a la Justicia, organización criminal e incitación al crimen por negarse a bloquear una serie de cuentas que viralizaban fake news. También llamó «tiranos» al juez Alexandre de Moraes y al presidente, Lula da Silva.

El 21 de agosto, el CEO de Meta, Mark Zuckerberg, y el de Spotify, Daniel Ek, escribieron un artículo en el que criticaron las regulaciones de la Unión Europea al desarrollo de la inteligencia artificial. Son «complejas e incoherentes», los hacen correr el riesgo de «quedarse atrás», advirtieron.

Pocos días después, Francia arrestó y posteriormente puso en libertad bajo fianza a Pável Dúrov, el creador de Telegram. Argumentaron que permite el desarrollo de actividades ilícitas en su plataforma, que van desde la pornografía infantil hasta transacciones de bandas organizadas, y no comparte la información necesaria para evitarlas.

Estas son solo unas pequeñas pinceladas de una situación muy compleja. Musk es uno de los CEO con mayor protagonismo en la disputa. Comenzó con la compra de Twitter, red en la que ha limitado los controles de informaciones falsas y ha beneficiado a la extrema derecha y a gobiernos autoritarios. Mientras se niega a cerrar perfiles por orden del gobierno democrático de Brasil, sí lo hace la mayor parte de las veces cuando se lo piden administraciones como la de Erdogan en Turquía.

Además, también ha hecho que sus propios tuits tengan mayor alcance y los usa para compartir desinformaciones, especialmente relacionadas con políticos progresistas (Kamala Harris es ahora uno de sus objetivos favoritos).

Recientemente ha conseguido que Donald Trump vuelva a su red social y ahora dirige un comité de apoyo a su candidatura. Quiere tener más influencia en la campaña del republicano, para lo cual contrató a finales de agosto a un conocido lobista del sector farmacéutico.

En Estados Unidos, un sector de las tecnológicas apoya cada vez con más fervor a los conservadores, que los aceptan con los brazos abiertos. Incluso, el candidato a vicepresidente de Trump, JD Vance, trabajó por varios años en la industria de la mano de Peter Thiel, inversionista y uno de los fundadores de Pay Pal.

Thiel es un importante colaborador del proyecto Seasteading, que tiene el objetivo de que en el futuro se pueda vivir en islas artificiales en medio del océano y totalmente independientes del control del Estado moderno.

Éste y otros magnates están alimentando un movimiento político basado en el tecnooptimismo. Tienen un manifiesto e impulsan sus ideas a través de las redes sociales, podcasts, donaciones y activismo político. Si Trump gana en noviembre, es probable que también lo hagan desde la Casa Blanca.

El escenario está servido. Todo parece apuntar a que la confrontación entre las tecnológicas y los Estados no hará más que aumentar. En el siglo XXI, la lucha por el poder tiene un nuevo actor.

Publicado en Clarín el 8 de septiembre de 2024.

Link https://www.clarin.com/opinion/versus-tecnologicas_0_FhJLUBPA2j.html

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