viernes 16 de mayo de 2025
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Los derechos de expresión en una democracia republicana

En el libro de Yuval Noah Harari, “Sapiens, De animales a dioses” (Ed. Debate, 2016), entre los aspectos que se destacan está que los humanos somos la única especie (agregamos “viviente o no virtual”) que puede crear “ficciones o símbolos”, como son las reglas sociales y en particular legales. Ellas nos posibilitan cooperar a distintas escalas, en caso de acordar con sus contenidos y tener confianza en que las mismas se van a cumplir. En ese sentido podemos afirmar también que la confianza es una construcción social que depende de nuestras actitudes y comportamientos, en correspondencia con las de los demás. La reciprocidad es fundamental y ello posibilita una futura cooperación.

Volviendo al tema de las reglas, hay una anterior a la democracia occidental (con su institucionalidad republicana) y muy vigente hasta hoy en día como es la regla monetaria. En la medida que cumpla cabalmente (no solo simbólicamente) con las funciones de reserva de valor, medio de pago o para hacer transacciones, así como unidad de cuenta de manera lo más confiable posible, será fundamental para una civilización o un país.

Más allá de que en la actualidad han aparecido monedas digitales (como las criptomonedas), sigue siendo fundamental que los estados que respaldan el valor de sus monedas lo hagan de manera genuina y no espuria. En el caso argentino sabemos que, en muchos periodos de nuestra historia, se la ha usado para financiar un crónico déficit fiscal, con el efecto inflacionario consiguiente. Más allá de que un pequeño sector de la dirigencia no cree en esto último, la mayoría de la ciudadanía lo ha considerado como una cuestión relevante. La “tranquilidad” de no estar en un régimen de alta inflación da previsibilidad a consumidores e inversores. Una resultante político-electoral de esto es que quien “acierte” con una política económica que lo logre, tendrá un buen resultado. Puede ser una explicación importante para entender el ascenso y popularidad del actual presidente de la República.

Entre las preguntas que nos podemos hacer están las siguientes: ¿la institucionalidad de una moneda “sana” si bien es necesaria, es una condición suficiente para garantizar el desarrollo de un país?; ¿la confianza acotada a una regla monetaria y fiscal alcanza para dar un horizonte de mediano y largo plazo previsible, o se necesita que la confianza también se exprese en otros ámbitos?; ¿es compatible la confianza con exaltar el odio, por más que convenga en un táctica electoral de muy corto plazo?; ¿se puede construir una civilización, una sociedad o la economía de un país donde predomine la injuria mutua y el odio?.

Si la respuesta fuera positiva nos conduciría una Argentina mejor, y  entonces la cuestión ya no es solo de enfoque sino política. Para ello el gobierno debería tratar de manera diferente a todo a aquel que piensa y opina diferente. Desde opositores hasta periodistas. Ello posibilitaría una cultura democrática diferente que respete el sentido profundo de lo establecido por nuestros constituyentes, en cuanto a los modos o formas que deben asumir los derechos de expresión en una democracia republicana.

Publicado en Clarìn el 12 de mayo de 2025.

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