Los inversores institucionales temen para el año próximo algún episodio que afecte aún más la ya tortuosa marcha de la economía globalizada. Un cisne negro tiene el potencial de alterar los supuestos económicos y de mercado en todo el mundo. Aquí un repaso de los temores.
La encuesta anual de Natixis -un banco corporativo y de inversión galo creado en noviembre de 2006– realizada a unos 500 inversores institucionales de todo el mundo, clasificó a la amenaza geopolítica (49 por ciento) por encima de los errores de política de los bancos centrales (42 por ciento), el retraimiento del consumo (48 por ciento) o la ralentización de la economía de China (30 por ciento). Esta tendencia también fue evidente el año pasado, cuando la guerra fue el principal riesgo económico identificado en la encuesta anual de esa consultora.
Las instituciones temen, en segundo lugar, la desaceleración del gasto de los consumidores; el 51 por ciento cree que la recesión es inevitable en 2024 y el 74 por ciento de ese grupo cree que la recesión será dolorosa o muy dolorosa. Demostrando cuán inciertas son las señales, el 60 por ciento de las instituciones en general pronostican un aterrizaje suave, mientras que el número de quienes dicen que no anticipan una recesión aumentó del 15 por ciento, en 2023, al 37 por ciento en 2024.
Sin embargo, en 2022, cuando el mundo aún estaba saliendo de las perturbaciones a la circulación y la intervención estatal originadas por la pandemia de COVID, los inversores dijeron que el mayor riesgo económico eran las interrupciones en la cadena de suministro, sin tener a la guerra entre Rusia y Ucrania en el radar.
Más allá de la incertidumbre geopolítica, los encuestados buscan cumplir, en promedio, ganancias del 8 por ciento, en 2024, en base al dinamismo de tres áreas: bonos, inversiones de capital y deuda privada. Las opiniones sobre el mercado de valores están divididas entre alcistas y bajistas; y la mayoría de los inversores institucionales está de acuerdo en que la promesa de la inteligencia artificial seguirá impulsando el rendimiento superior del sector tecnológico, seguidos de cerca por el sector energético y de la salud.
En la encuesta de administradores de fondos de Bank of América Global Research, el 89 por ciento de los encuestados dijo que el riesgo geopolítico está por encima de lo normal.
Según la agencia Axios, BlackRock Investment Institute escribió en un artículo reciente que, a lo largo de la historia, los acontecimientos geopolíticos han tenido impactos económicos y de mercado de corta duración, pero eso “ha cambiado en el nuevo régimen, más volátil… Hoy vemos la geopolítica como un riesgo estructural del mercado”.
“El riesgo geopolítico siempre está ahí, pero hay momentos en que aumenta”, dijo Dave Goodsell, director ejecutivo del Center for Investor Insight de Natixis. “Después de ver cómo las primeras etapas de la invasión rusa de Ucrania provocaron grandes aumentos de precios de la energía y los alimentos en 2022, las instituciones tienen buenos motivos para preocuparse, ya que el panorama geopolítico parece menos estable de cara a 2024”, dice el informe de Natixis.
“La encuesta se realizó justo cuando Hamás desató un ataque terrorista contra Israel… e Irán y Corea del Norte estrecharon sus alianzas con el Kremlin para proporcionar asistencia militar a Rusia”, prosigue el informe, en el que un 70 por ciento dice que cree que una alianza creciente entre Rusia, Corea del Norte e Irán conducirá a una mayor inestabilidad económica.
Las elecciones estadounidenses del próximo año también arrojan una sombra: el 72 por ciento cree que una campaña estadounidense desordenada, donde Donald Trump emerge con chances de volver a la Casa Blanca, alimentará una mayor volatilidad del mercado. Pero no sólo en los EE.UU. habrá una votación importante, en 2024 se celebrarán más de 70 elecciones en países que albergan a alrededor de 4.200 millones de personas, lo que representa más de la mitad de la población mundial.
Un dato destacable es que el informe destaca que Asia es el mercado emergente con más oportunidades para 2024 con el 61 por ciento de las preferencias y en segundo lugar está América Latina con el 39 por ciento (Cabe señalar que Natixis tiene oficinas en Méjico, Colombia y Uruguay). En la misma línea se pronostica un crecimiento del PIB de 4,9 por ciento para el Sudeste asiático, 4,2 por ciento para China, 1,5 por ciento para los EE.UU. y 1,2 por ciento para Europa.
En resumen, 2024 será un año de incertidumbres más o menos conocidas: el nivel de inflación, la tasa de interés de los bancos centrales, el comportamiento de los consumidores, el peligro de recesión mundial y el vigor de la economía de China, están en el juego de las posibilidades, pero una guerra entre China y Taiwán, o la extensión del conflicto entre Israel y Hamas o entre Rusia y Ucrania, o una nueva pandemia – aunque sería discutible su carácter geopolítico – son más difíciles de anticipar, o de prever la dureza y temporalidad de su impacto.
En las conclusiones del informe prospectivo para el 2024 del Banco Mundial se prevé que el crecimiento mundial se desacelere significativamente en la segunda mitad de este año, y la debilidad continuará hasta diciembre. La presión inflacionaria seguirá actuando por lo que se espera que una política monetaria restrictiva afecte sustancialmente la actividad.
La agitación social y una política monetaria más estricta podrían resultar en un debilitamiento aún mayor del crecimiento mundial, sobre todo para los países emergentes con un consecuente aumento de los costos de endeudamiento que podría provocar dislocaciones financieras importantes. Para ellos será necesaria una acción política integral a nivel mundial y nacional para fomentar la macroeconomía sana y la estabilidad financiera.
En los países de bajos ingresos, reforzar la sostenibilidad fiscal requiere generar mayores ingresos, haciendo que el gasto sea más eficiente y mejorando las prácticas de gestión de la deuda, sostiene el BM.
En este marco, un cisne negro nunca es una buena noticia para los inversores institucionales y mucho menos para los ciudadanos de a pie.