Se acercan las PASO en un clima marcado por la creciente hostilidad entre los competidores de la principal oposición y por la búsqueda de una imagen de unidad en el oficialismo, no alterada por un candidato testimonial que acopia agua para el molino del elegido, supuestamente, por todos.
Dos hechos que conmovieron a la opinión pública marcan el clima de esta elección interna que opera como una suerte de primera vuelta. La violencia desatada en Jujuy contra una reforma constitucional surgida de una asamblea constituyente elegida por el pueblo presagia tiempos violentos para la fuerza política que logre ser alternancia en las próximas elecciones.
En Chaco, un estado paralelo sostenido por el gobierno provincial sale a la luz tras el macabro crimen de una joven en manos de jefes de ese mini estado pintado de rojo, con estrellas e imágenes del Che Guevara.
La violencia en Jujuy reivindica el Estado paralelo de Milagros Sala, hoy juzgada y en prisión. En este país, las formas en que se ha ido administrando la pobreza creciente a través de intermediarios todopoderosos comienza a mostrar su lado más oscuro.
Nuestro federalismo esconde el centralismo arbitrario que distribuye premios y castigos desde el Ejecutivo Nacional con los recursos de la coparticipación fiscal, nunca regulada pese al dictum de la Constitución de 1994. La política reducida al trueque de favores e intereses.
Caudillos que gobiernan provincias sin alternancia o rotando entre parientes y delfines; reglas electorales manipuladas según la conveniencia de mandamases de turno, pobreza sometida por quienes manejan los recursos de todos; súbditos que dependen del Estado porque de ese Estado comen. se educan y trabajan.
Estos acontecimientos reavivan una discusión esencial, nunca del todo bien explorada desde la democracia inaugurada en 1983. Persiste una concepción en la que no hay lugar para las minorías.
El oficialismo sigue percibiéndose como mayoría nacional, con votos o sin votos, porque encarna al “pueblo”, siempre amenazado por oligarquías, élites corruptas o la “derecha”, como se define hoy al adversario . Es preciso dejar en claro que la democracia es un régimen basado en la soberanía del pueblo, pero el pueblo sólo existe como ficción; lo que existe son ciudadanos cuya voluntad se manifiesta en las urnas, porque la democracia moderna es electiva.
“El pueblo soy yo” – remedo democratizado de la fórmula el “Estado soy yo”-y fórmula cara a Cristina Kirchner para alimentar una polarización crispada, ya no convence a quienes descreen de los principios de la tradición nacional y popular. En las provincias asoma esta renuencia a acatar las órdenes de los mandamases de turno. Cada vez son más los que se autoidentifican en las encuestas con aquello que el kirchnerismo peronista llama “la derecha”, porque rechazan un progresismo que no es tal.
El kirchnerismo peronista denomina “derecha” a quienes bregan por una concepción pluralista del pueblo; una concepción en la que el conflicto no es una intolerable amenaza a la concordia de la comunidad, sino una manifestación de diferencias que deben administrarse en el marco de un orden establecido. Lo contrario del orden no es el conflicto; lo contrario del orden es el violencia que no pocos oficialistas postulan como amenaza a quienes se atrevan a desafiar sus creencias.
El kirchnerismo construye “la derecha” a su medida y la identifica con “el antipueblo”. Sustituye la antinomia peronismo /antiperonismo que marcó la vida política argentina, por esta oposición que parece colocarlo a la hora de los tiempos, como siempre predicó el general, en un mundo en el que el avance de las derechas y de la ultraderecha imprime un sello nefasto a las respuestas a la crisis.
El supuesto clivaje entre la derecha y la izquierda con el que se trata estas elecciones, no es tal. Lo que está en juego, una vez más, es la antinomia entre una utopía regresiva de los que aumentaron la pobreza a niveles intolerables, la inflación que la alimenta esa pobreza y el endeudamiento rampante, y quienes quieren una sociedad plural capaz de administrar en paz sus conflictos , encontrar una ruta de progreso en el mundo y proteger a los hoy desprotegidos.
Una vez más, derecha e izquierda en Argentina – como antes pueblo/antipueblo-es la manera de disfrazar el verdadero dilema entre una concepción nacional y popular de la democracia y una concepción pluralista del pueblo, que busca consensos para salir del pantano en el que estamos hundidos.
Una gran parte de la sociedad no se reconoce en la polarización que buscan instalar quienes ven esta compulsa electoral como un duelo entre titanes del bien y del mal. No se trata de gentes “de derecha”, se trata de ciudadanos que no quieren vivir sometidos al imperio de mandamases que se enriquecen a costa de todos.
Se trata de ciudadanos que quieren vivir en libertad y en paz, en una sociedad más justa para todos y más libre para cada uno. Una sociedad en la que el Estado de Derecho sea respetado y en la que todos tengan su oportunidad.. De eso se trata en estas elecciones que se avecinan. Se trata de defender la democracia.
Publicado en Clarín el 10 de julio de 2023.
Link https://www.clarin.com/opinion/juego-paso_0_lZnEcCTzh4.html