He visto con mis propios ojos a Estela de Carlotto en el auditorio del Rojas que en su momento bautizamos Abuelas, hacer un paso de comedia, tomando una botella de vino y mirando pícara al público y diciendo con una amplia sonrisa: “Yo siempre busco a mi nieto”.
Me pareció válida la cita para comentar la obra de teatro “Lo que dura la lluvia”.
Alguna vez todos hemos visto la película “La vida es bella”, aunque sabemos que la historia de Primo Levi es más angustiante que un papá jugando a los soldaditos en el campo de concentración para entretener a su hijo.
Voy a hacer dos salvedades.
La primera es que la obra de la joven dramaturga Laura Otermin es excelente y recomendable. Las actuaciones están a la altura de una comedia de enredos donde el ex vuelve sin invitación a la casa en la que vive la mujer que se casó con otro porque pensó que el anterior, el que la había volado la chaveta, estaba muerto. No es necesario spoilear mucho más. Es de noche, llueve, hay truenos, la familia se está por ir a dormir y se corta la luz. Todo muy habitual tanto en la Argentina del proceso como en la de los últimos años de democracia. A altas horas de la noche, alguien golpea la puerta.
La segunda: El proceso fue otra cosa. Cuando se llevaban personas de sus casas, las fuerzas de seguridad irrumpían con camiones llenos de soldados todo el vecindario, reventaban, ametrallaban muros y cerraduras y secuestraban al por mayor personas inermes como las cuatro de la obra, llevándose tanto a la familia que no tenía “nada que ver” como a la parejita que corre por el campo de noche y bajo la lluvia y que eventualmente encuentra una casa amiga para guarecerse de la lluvia.
Lo que dura la lluvia es una obra hermosa y recomendable, pero no es ni tiene por qué ser una lección de historia.
Es una hermosa obra de teatro que nos sugiere el ejercicio de la memoria, que nos permite sonrisas ante una inspiración trágica.
Hay un énfasis que reconozco haber vivenciado hacia el interior de mi propia familia durante el proceso: algo así como un “a nosotros no nos va a pasar nada, porque nosotros no hicimos nada, nosotros no tenemos nada que ver y estas cosas que dicen que pasan siempre le pasan a los demás”. Siempre las cosas le pasaban a otros, al vecino, al que andaba en algo raro. Y eso se puede ver en el marido farmacéutico que le ha dado una vida de resguardo y protección a la ex de Rocco, el fugitivo. Eso está presente y se respira en la tensión de la obra.
“Cerrá la puerta que afuera está tremendo”
Durante el proceso no había puerta ni comportamiento que sirvieran de resguardo.
Todos estábamos expuestos.
No había refugios ni casas amigas
Toda obra es una obra de ficción y yo celebro la obra de Laura Otermín, por la interacción de cuatro actores que provocan tensión, atención, reflexión y emoción.
Las canciones del final y el mural con las fotos no suman a la dramaturgia, que es excelente.
Recomiendo ver esta obra todos los viernes en el complejo teatral Itaca de Humahuaca 4027