Liliana De Riz consideró la década del kirchnerismo en el poder como la del gran despilfarro, las oportunidades perdidas, la mentira, la corrupción y el empobrecimiento.
En una entrevista con La Nación, la socióloga, especialista en política latinoamericana y sistemas electorales e investigadora superior del Conicet, Liliana de Riz, juzgó la década del kirchnerismo en el poder como la del “gran despilfarro, las oportunidades perdidas, la mentira, la corrupción, el empobrecimiento”, sostuvo que el dato que refleja un millón de niños que se van a dormir sin comer “es una radiografía lacerante de una Argentina muy destruida, que es la Argentina que heredó Javier Milei” y afirmó que “por eso llegó Milei” al gobierno , tras lo cual describió que “a la corrupción rampante de los años kirchneristas, se suma un escándalo de corrupción que ahora aparece ligado al asunto de los seguros” de la cual surge la denuncias de Fabiola Yánez contra Alberto Fernández por violencia de género, la que “desconcierta más porque el kirchnerismo levantó la bandera de los derechos woke, el feminismo, además de los derechos humanos, que vimos que eran un garrote ideológico para ocultar realmente una gran estafa”.
De Riz, al responder una primera consulta sobre qué significa este nuevo elemento que hay que incorporar al análisis político cuando se tiene que incluir una instancia de la vida privada de un Presidente y su ex mujer en relación a la violencia de género. “A la corrupción rampante de los años kirchneristas, se suma un escándalo de corrupción que ahora aparece ligado al asunto de los seguros, que este oscuro personaje que venía de la Intendencia de Seguros conoce bien. De ahí surge esta denuncia. Uno contempla perplejo esta degradación de la costumbre encarnada nada menos que por el Presidente y la primera dama. No sólo teníamos un personaje gris, portador de maleta de jerarcas, a quien un día una señora ex presidenta se le ocurrió nominar (como candidato presidencial), sino que esto desconcierta totalmente”. Y completó: “Desconcierta más porque el kirchnerismo levantó la bandera de los derechos woke, el feminismo, además de los derechos humanos, que vimos que eran un garrote ideológico para ocultar realmente una gran estafa. Ahora también el feminismo es una gran estafa. Como diría la extraordinariamente aguda Pola Oloixarac, es un modo de esconder un machismo rampante. Es una situación tan increíble y tan degradante que abochorna”, remarcó.
Al requerírsele su opinión acerca de si es positivo o negativo para la escena política así como para la ciudadanía que se conozca y los medios de comunicación accedan a esa caja negra de la vida privada de un Presidente en la Casa de Gobierno o en la Quinta de Olivos como una zaga que comenzó con la confrontación entre Carlos Menem y Zulema Yoma en los ’90, De Riz respondió: “Desde el recuerdo de Perón con una niña de 14 años o la forma violenta en que salió Zulema Yoma, hay episodios nefastos pero éste converge con un cambio muy importante en la Argentina. Ahora resulta que tenemos un Presidente que viene a impugnar la cultura woke, esta cosa identitaria del feminismo y los LGBT, que quiere cambiar la agenda 2030, darla vuelta aunque viole los convenios internacionales. Hay una juventud que está harta del MeToo, que no quiere más este discurso y que encuentra en este caso la coronación de la primavera: no sólo nos empobrecieron y nos robaron sino que además nos engañaron con una inmensa hipocresía. Son unos machistas infames y no lo reconocen”.
Ante esta última reflexión se le preguntó a De Riz si el hecho de que haya una voz política que representa esa visión y esa crítica es responsabilidad de esos límites que corrió el kirchnerismo en esa fagocitación de las causas más nobles, ante lo cual la prestigiosa socióloga dijo: “Hemos asistido a eso definitivamente. Dos décadas de economía rota, el Estado cooptado, el capitalismo de amigos, el empobrecimiento, cómo han sido manejados los derechos humanos. El kirchnerismo es un movimiento conservador, anacrónico, pensando en el ´45, que aggiornó derechos pero, en realidad, esos derechos, como ahora se muestra, nunca fueron sino un pretexto, un garrote ideológico para conquistar a sectores de una clase media, como lo hizo Néstor Kirchner, que encontró eco en ese primer gobierno”
Añadió: “Toda la década kirchnerista es el gran despilfarro, las oportunidades perdidas, la mentira, la corrupción, el empobrecimiento. Hemos llegado a una sociedad con la mitad de su gente en la pobreza y con un panorama que evoca a Charles Dickens: un millón de niños que se van a dormir sin comer, según una nota de La Nación, es una radiografía lacerante de una Argentina muy destruida, que es la Argentina que heredó Milei y por eso llegó Milei. Argentina estaba devastada. La furia se había encarnado en todos aquellos que decían: no importa lo que venga con tal de que estos se vayan”.
Cuando se la consultó si era otro uso político del concepto de violencia de género o un planteo de cierta razonabilidad cuando Cristina Fernández de Kirchner planteó al declarar en la causa por el atentado del que fue víctima una lectura de la violencia de género como violencia política y mediática que termina convirtiéndose, según su interpretación, en instrumental para la violencia física contra su vida, De Riz manifestó: “Cristina Kirchner está aprovechando una de las oportunidades finales de este ciclo para mostrarse como la protagonista central de la escena política argentina. En medio de este sainete, ella aparece como la gran víctima no sólo del atentado fallido sino del que eligió como presidente y descubrió tardíamente que era un inútil. Queda tan banalizado el problema. Es un personaje que vuelve a Comodoro Py y hace pensar que en la Argentina el tiempo no transcurre. Pero al mismo tiempo, el tiempo ha transcurrido porque Cristina Kirchner es hoy una figura muy gastada. Este ciclo kirchnerista se está agotando y Cristina contribuye a ese agotamiento: no creo que haya muchos oídos disponibles para este discurso de victimización. Hay una enorme fatiga”, advirtió.
En el curso de la entrevista, De Riz, reflexiona ante una consulta que como Donald Trump “Milei se inscribe en una época en la cual se da un proceso de desclasamiento. No sólo porque la industrialización, la globalización y la nueva tecnología ha dejado disponible una masa que ha perdido estatus y empleos y está furiosa. Son los clientes de Trump. También ha dejado descolocada a esta izquierda, que había sido protagonista de la rebeldía y hoy ya no lo es, que en vez de hablar de la distribución del ingreso, habla de feminismo y valores pos materialistas”
“Frente a esto, Milei se rebela y dice a la Trump: yo tengo esta masa disponible que conmigo quiere otra cosa. Esto que está haciendo Milei responde a una coyuntura contemporánea, sin dudas. Pero me parece extraordinario su modo machacón, que machaca y machaca con una con un conjunto de ideas. Por ejemplo, el Hayek de 1975, que fue el que llegó a Chile, a la Universidad Católica, al asesoramiento de Pinochet. Estamos con Hayek, con la Escuela Austríaca pero nos olvidamos, por ejemplo, de un (Karl) Polanyi, que era el hombre de esa época, que decía que si la economía no tiene un control de la política, el tejido social se destruye y llega el fascismo”.
De Riz profundizó: “Cuando Milei fue al colegio Cardenal Copello, les dijo algo muy sorprendente: les dijo que él era como un burro porque el burro era un insistidor. Milei es un gran insistidor porque hay una narrativa machacona que repite y repite. De la galera saca un conjunto de nombres que para el gran público no quieren decir nada pero que despiertan emociones porque alientan la idea de que detrás de todo eso, viene algo que ilumina. Pero no hay novedad, hay insistencia machacona en muy pocas ideas que se repiten de Davos para acá”.
Ante la consulta de si esa insistencia es casi la única salida que queda para llegar a algunas conclusiones como por ejemplo, en el plano de la macroeconomía, la socióloga e investigadora del Conicet, consideró: “Hay un público disponible” y sobre todo en los jóvenes que “encuentran que Milei tiene la palabra para decir lo que ellos no encontraban cómo decir. La furia fue muy grande, la aceleración también. Estos procesos desatan mucho miedo porque la caída en el ingreso, la caída de la clase media, el empobrecimiento, crea mucho miedo, el miedo al desempleo, a estar cada vez peor aunque uno esté mal. Frente a ese miedo, acá hay una respuesta: vamos a combatir al enemigo, vamos a traer una solución y entonces, hay que seguirlo. Y sobre todo la gente joven, que no tiene nada que perder, encuentra ahí una expectativa. Esto ha permitido asentar esta alternativa ante el asombro de todos porque en movilidades descendentes, y en las ascendentes, se crean grandes masas disponibles para estos sanadores que vienen con un discurso arrasador. Por otro lado, en la Argentina, todos los que compitieron en las elecciones, salvo la izquierda de (Myriam) Bregman, decían que la Argentina tiene que hacer un ajuste, que no puede vivir gastando más de lo que tiene”
Apuntó: “Milei recoge la tradición nacionalista católica ortodoxa del peronismo, la tradición religiosa, como dice Loris Zanatta. También recoge, con su necesaria destrucción creadora schumpeteriana, la tradición menemista fracasada. Por eso, él se percibe como heredero que sigue la línea de este único Presidente que tiene un busto en el Salón de los Próceres. Patillas de por medio y otros detalles, está dispuesto a hacer esta gran transformación que nos va a traer una Argentina más desigual. Porque las destrucciones creadoras no hacen sino eso hasta que cambia algo. No sabemos cuánto va a cambiar. Pero hay un realineamiento político in nuce con la formación de una fuerza política a cargo de su hermana Karina, con buenos recursos en el plano nacional, que será una gran aspiradora de cuanto peronista esté animado por la posibilidad de conducción de algún otro foco o faro. Podemos llegar a tener una nueva piel del peronismo en este mileísmo que va a recoger de nuevo el transformismo que ya conocemos: el peronismo perdurable con un alma contingente, hoy llamada mileísta”.
Cuando se le preguntó qué rol tiene la violencia verbal que ejerce Milei a través de los retuiteos o en sus discursos contra periodistas, adversarios políticos, contra actores y distintos sujetos con cierta exposición pública, De Riz respondió: “Me asusta mucho. Ahora tenemos una batalla virtual, con trolls, con tanques virtuales, que es el nuevo modo de armar tribus que permite la tecnología de internet. Esta batalla virtual es feroz, pero es virtual. Lo que pasa es que la palabra, tal como la usa Milei, con esta vocación del insulto, siempre es peligrosa: no sabemos a dónde va a terminar. La violencia simbólica en general convoca a la violencia física. Da miedo. Estamos en un mundo raro, un mundo casi medieval donde hay tribus y las tribus se arman en las redes que son como ligas, pero virtuales”; describió que “se arman redes identitarias con tribus que pelean en combates simbólicos. Las redes permiten que las ideas sean granadas que explotan la cabeza de aquellos a quien uno se dirige; son muy dañinas. Ahora, siempre hay temor de que se llegue desde ahí a la violencia física”, advirtió
“En la Argentina que ha sido tan estable, no veo un escenario de violencia inminente. Lo que veo es que las coaliciones que armaron la estabilidad están destruidas, y veo un proceso de realineamiento político. Pero esto es como una licuadora: de un lado y del otro, tenés radicales, peronistas y algunos afines. Estamos todos mirando cómo se va a procesar este realineamiento del sistema partidario, hoy a la defensiva, que tiene un déficit extraordinariamente grave. Nadie ve asomar un liderazgo de unificación”, juzgó De Riz.